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Ciclones tropicales más devastadores por el cambio climático

Rafael López

Los efectos del cambio climático provocarán que en el futuro próximo los ciclones tropicales sean más intensos, advirtió Christian Domínguez Sarmiento, investigadora del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) de la UNAM.

Sin embargo, considerando el rango de incertidumbre de los modelos atmosféricos, los estudios aún no precisan si va a disminuir su número o se mantendrá igual. “Normalmente –detalló– en el Océano Atlántico cada temporada se forman alrededor de 12 ciclones tropicales por año que tendrán un nombre si llegan a ser tormentas tropicales (vientos máximos sostenidos en superficie de 64-118 km/h). En 2020, de manera sorprendente, el número fue de 30 ciclones tropicales con nombre. Una diferencia de 19 lo cual es extremo; sobrepasa, incluso, la marca del 2005 en el cual se registraron 28 ciclones en el Océano Atlántico”.

Aún más, continuó Domínguez Sarmiento, varios estudios indican que podrían ser más intensos, pero variando en su frecuencia. “No es lo mismo que un pequeño ciclón sólo afecte a la Península de Yucatán a que un ciclón tropical enorme impacte varios estados al mismo tiempo como Yucatán, Tabasco, Chiapas y parte de Centroamérica”. De ahí que sea imperante saber las características de cada ciclón.

Ante la temporada atípica, la climatóloga explica que, si bien la temporada terminó oficialmente a finales de noviembre, se extendió a  diciembre. La causa se debe a que la atmósfera se encuentra en unas condiciones conocidas como La Niña, que son temperaturas muy frías en la superficie del mar que están localizadas principalmente en el Océano Pacífico tropical.

Estas temperaturas frías provocan que las circulaciones atmosféricas cambien no sólo en el Océano Pacífico, sino en gran parte del planeta. De modo que, si se modifican las circulaciones atmosféricas mundiales, obviamente va a impactar los vientos en el Mar Caribe y por lo tanto afectará a México. Además de que el Mar Caribe tiene temperaturas muy cálidas, la influencia de La Niña en esta región propicia las condiciones ideales para la formación de ciclones tropicales.

La razón de que los huracanes (ciclones tropicales con velocidades del viento mayores a 119 km/h) sean más riesgosos se debe, entre otros elementos, al aumento de la población y a sus asentamientos irregulares, señaló Domínguez Sarmiento. “Décadas atrás, el número de habitantes era menor, consecuentemente, los ciclones no afectaban a tantas personas como ahora. También, el crecimiento desmedido de algunas ciudades costeras ha hecho que aparezcan asentamientos humanos irregulares donde antes no los había y se construye donde no se debe construir, lo que puede acarrear pérdidas humanas y económicas más cuantiosas”.

Además de la fase fría definida como La Niña, la cual altera la atmosfera y permite una mayor formación de ciclones en el Océano Atlántico, existe El Niño (fase cálida), que son temperaturas anómalamente cálidas. Esta fase cálida afecta el comportamiento de la atmósfera y disminuye la actividad ciclónica tropical en el Atlántico. Recibió tan singular nombre porque durante diciembre los pescadores peruanos veían aumentar el fruto de su trabajo pues las temperaturas cálidas llevaban enormes cardúmenes a la costa. Este fenómeno aparecía alrededor del 24 de diciembre y consideraron que era un regalo del Niño dios; pero en condiciones negativas o frías, su contraparte, terminaron por denominarlo La Niña.

El punto de vista climático

En ciertas partes de México, sobre todo en el Norte, aclaró la experta, los ciclones tropicales llegan a causar inundaciones y desastres. No obstante, representan beneficios a la población ya que llenan las presas y aumentan la disponibilidad de agua. “En aquella región del país estos fenómenos hacen una gran diferencia, sobre todo para la agricultura”.

En cuanto a la percepción de que los ciclones tropicales devastan costas e impactan a más ciudades y poblaciones, Christian Domínguez indicó que la conservación de manglares, dunas costeras y otro tipo de ecosistemas naturales se ha estado degradando. Estos ecosistemas funcionan como una barrera natural a la fuerza de los vientos de los ciclones y su degradación permite que los ciclones impacten con mayor fuerza, “incluso se llegan a intensificar antes de tocar tierra. Justo eso ha pasado esta temporada”.

Para responder a este tipo de amenazas naturales se proponen soluciones basadas en los ecosistemas, un asunto de la sustentabilidad, consideró la climatóloga. “Es necesario restaurar los ecosistemas y regenerar las barreras naturales que ayuden a enfrentar los ciclones tropicales y a los frentes fríos, que también causan vientos violentos en la zona del Golfo de México. De esta manera, contaremos con ecosistemas que funcionen adecuadamente y eso ayudará a contrarrestar los daños que pudieran ocasionar este tipo de fenómenos hidrometeorológicos”.

Larga temporada de ciclones

El  2020 pasará a la historia como el año en el que se presentó una pandemia mundial junto con el año más activo de ciclones, desde 1850, fecha en que empieza el registro de la actividad ciclónica tropical del Océano Atlántico.

Las pérdidas económicas de los países afectados serán cuantiosas, sobre todo en el sureste del país y Centroamérica, donde la pobreza hace que la población sea más vulnerable.

Así lo indicó la propia investigadora y su grupo de colaboradores, Alejandro Jaramillo y Palmira Cuéllar, en “Are the socioeconomic impacts associated with tropical cyclones in Mexico exacerbated by local vulnerability and ENSO conditions?”, artículo publicado en el International Journal of Climatology. Los investigadores documentaron los elevados costos económicos de los impactos de los ciclones tropicales durante condiciones La Niña. “Hay inundaciones, la gente pierde su casa, propiedades y bienes económicos y al final de cuentas todo el país paga esos desastres”.

“En las condiciones de El Niño –indica el artículo–, las regiones noreste y suroeste pueden sufrir desastres de hasta 60 millones de dólares. En condiciones neutrales, más estados mexicanos pueden verse afectados por los ciclones tropicales en comparación con El Niño y La Niña. Además, pueden ocurrir desastres en el noroeste y sur de México. En condiciones de La Niña, la costa oriental de México sufre pérdidas económicas de más de 100 millones de dólares.

Por lo que el país tiene impactos socioeconómicos más costosos en esta fase. Nuestros resultados –aseguran los científicos– muestran que las anomalías positivas en el riesgo climático señalan adecuadamente dónde los desastres tienen más posibilidades de ocurrir bajo condiciones fuertes de La Niña”.

Más adelante el artículo señala: “México necesita estudios más vigorosos que definan de qué manera los peligros y la vulnerabilidad de los ciclones tropicales varían regionalmente. El trabajo futuro debería crear un índice de riesgo que incorpore de forma adecuada las principales características de ciclones en México, por ejemplo: tamaño, velocidad de traslación, precipitación extrema y categoría, junto con la vulnerabilidad local”.

Finalmente, Domínguez Sarmiento señaló que es necesario que en el país se instrumenten acciones para restaurar los ecosistemas para enfrentar este tipo de fenómenos. Asimismo, alentar la cultura de la prevención y consultar los pronósticos meteorológicos.

Por lo pronto, el Centro de Ciencias de la Atmósfera organizó el seminario “¿Qué onda con el tiempo?” en donde se estudian los ciclones tropicales. Se transmitió por Facebook Live. De igual manera, “invito a la población a atender los avisos de alerta emitidos por las autoridades de Protección Civil”, concluyó.

Publicado originalmente en Gaceta UNAM

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