La Caravana por la paz, la vida y la justicia es una caravana antiguerra. No cualquier guerra, sino que se apresta a discutir la política antidrogas sugerida desde el norte y sufrida en tierras centroamericanas.

Durante casi un mes, está recorriendo los 5 mil kilómetros que la separan de la reunión que las Naciones Unidas tendrán en Nueva York, que discutirá la temática, tras 18 años.

La salida de la Caravana, en Tegucigalpa, Honduras, coincidió con el aniversario del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (Copinh), a la que perteneció Berta Cáceres y que desde su asesinato, el pasado 3 de Marzo ha estado en alerta.

La caravana tiene como destino la Sesión Especial de la Asamblea General de las Naciones Unidas (UNGASS), “una oportunidad sin precedentes para revisar y reorientar las políticas de drogas nacionales y el futuro marco internacional para el control de drogas” explicó Ted Lewis, de la organización Global Exchange a Ximena Natera, que reportea la Caravana para piedepagina.mx

Este fin de semana, la Caravana llegó a La Esperanza, pueblo natal de Berta Cáceres, un pueblito montañoso en el departamento de Intibucá, a 1700 metros sobre el nivel del mar. “Lo que vivimos es una recolonización institucional. Una guerra declarada al pueblo lenca disfrazada de desarrollo, pero es para privados y para el poder, y un genocidio para las comunidades indígenas” explicó Tomás Gómez, del Copinh a Natera.

Según anunció Marco Antonio Castillo, coordinador de la Caravana e integrante de la Asamblea Popular de Familias Migrantes (Apofam) el próximo 9 de abril llegarán a Chilpancingo, Guerrero.

“Guerrero es uno de los territorios más afectados por una de las estrategias de seguridad en México, que ha terminado por criminalizar comunidades, territorios y personas inocentes que no tienen nada que ver con el crimen organizado”, explicó Castillo a Hercilia Castro, de laplazadiario.com

Foto: Tegucigalpa, Honduras // Ximena Natera, para piedepagina.mx