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Busca definir criterios y acciones comunes:#YoSoy132 (La Jornada, 27 de mayo de 2012)

Arturo García Hernández y Laura Poy Solano

os estudiantes de la UNAM están saliendo de la modorra en que permanecieron durante 12 años tras la huelga que paralizó a la institución entre abril de 1999 y febrero de 2000. El movimiento #YoSoy132, detonado hace dos semanas en la Universidad Iberoamericana, los trae de regreso a la arena política. Claro, no son los de antaño y su causa es otra y suena más ambiciosa: cambiar el país, hacerlo verdaderamente democrático. Después de las jubilosas jornadas de movilización de la semana pasada, en las que alumnos de los centros de educación superior más importantes del país se adhirieron al movimiento, se ha iniciado el arduo proceso de organización y toma de acuerdos para definir criterios y acciones comunes. Este sábado les toca a los estudiantes de la UNAM. Desde el mediodía la zona de islas de Ciudad Universitaria empieza a hervir de juventud entusiasmada y participativa. Llegan representantes y alumnos de todas las escuelas y facultades. De nuevo hay vida política en el campus. Entre los árboles de una de las islas está naciendo la organización que llevará la voz de los universitarios ante los representantes de las otras instituciones involucradas. ¿Cómo ponerse de acuerdo? Toman la voz los integrantes de un comité de enlace integrado por alumnos de distintas universidades, quienes informan de las acciones y propuestas del movimiento. Afloran diferencias. Las voces se alzan con vehemencia, pero respetuosas. Entre los puntos más conflictivos está el carácter político pero apartidista del movimiento. Unos dicen que no están contra ningún candidato; otros se pronuncian contra el abanderado del PRI, Enrique Peña Nieto. La mayoría apoya. Otro pregunta: ¿cómo es que no estamos contra Peña Nieto si por eso nació el movimiento?Son comprensibles las dificultades para poner de acuerdo a una comunidad tan numerosa como diversa. La presencia de un camarógrafo de Televisa provoca otro momento de tensión. Unos exigen que se retire o que apague la cámara. Otros abogan por que permanezca. Se somete a votación; gana la segunda opción.

El consenso por aclamación lo logra la exigencia para democratizar los medios informativos, condición para una verdadera democratización del país. También es unánime el rechazo a la intervención de la televisión privada en el proceso electoral. La reunión se traslada a un costado de las facultades de Filosofía y Derecho. Contra lo que hacían suponer las escaramuzas iniciales, las distintas representaciones estudiantiles logran organizarse y comienzan a fluir las propuestas y los acuerdos, unos más pertinentes y realistas que otros; unos disparatados o fuera de lugar; muchos de orden práctico y una mayoría con un claro sentido político que trasciende la coyuntura electoral. El singular espíritu apartidista de la reunión convive –diríase de manera dialéctica– con un señalamiento y crítica constantes a Peña Nieto. Es consensual, como lo es la invitación a razonar el voto y no dejarse llevar por el duopolio televisivo (Televisa y Televisión Azteca). Sin embargo, cuando Óscar, de la Facultad de Ciencias, tomó la palabra y pidió el apoyo de la asamblea para Andrés Manuel López Obrador, fue callado de inmediato, en medio de un abucheo generalizado y gritos que le exigieron: ¡apartidista, apartidista! Frustrado, Óscar tuvo que dejar el micrófono. Al bajar del templete, estudiantes lo increparon, incluso quienes, así le decían, comparten su opción política. Unas vez leídas las propuestas de todas y cada una de las escuelas y facultades de la UNAM, la representación estudiantil se trasladó a la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, donde fueron sometidas a la discusión de los representantes de los demás centros universitarios. Así empezó otra etapa del movimiento #Yo Soy132 que ha sacado de la modorra a los estudiantes de la UNAM.

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