Barranqueños : arte desde abajo

Marcela Salas Cassani

México D.F. “La gente nos discrimina por quedarnos en la calle y nos ve como diciendo ‘pinche chamaco asqueroso, ¿por qué te me acercas?´,  y eso se siente muy feo”, dice Ricardo Alejandro, de 19 años, de los cuales ha vivido 12 en la calle. Él es uno de los tantos jóvenes y niños que deambulan en la Ciudad de México, una de las más grandes del mundo.

Mediante la creación de escultura, video, material fotográfico y música, el colectivo ConVocArte y la Asociación Civil San Felipe de Jesús llevan a cabo talleres culturales con jóvenes en situación de calle en las inmediaciones del la estación del Metro Barranca del Muerto, con el fin de crear un puente entre esta población y la sociedad, y, sobre todo, motivar a los jóvenes que tienen alguna adicción a su rehabilitación y reintegración a la sociedad.

La vida para los niños y jóvenes que habitan las calles puede ser una antes y otra después de los talleres de ConVocArte.

Los barranqueños

Natalia tiene 18 años. Se fue de su casa hace diez años porque sufrió abuso sexual, y desde entonces vive en la calle. Ella toma el taller de escultura: “Me gusta participar porque puedo movilizar las manos, y por un rato paro de pensar en la mona (síndrome de abstinencia) y despejo mi mente, la abro a otras cosas”.

Juan, de 20 años de edad y seis de vivir en la calle, cuenta su experiencia: “A mí lo que más me gusta es grabar, porque es divertido ver como la gente reacciona. En el taller de escultura hice un dragón con cubitos; luego le tomamos fotos y las pegamos en el Metro.  Me gusta mucho trabajar con el equipo, son muy chidos y nos enseñan muchas cosas; conviven con nosotros sin importarles que somos de la calle.  Creo que desde que estamos en este proyecto, hay algunas personas que nos miran diferente. El otro día, la gente se acercó a ver un video y las fotos de las esculturas, y hasta nos saludaron y cantaron con nosotros”.

Abraham  tiene 18 años, y desde hace cuatro vive en la calle. A él lo que le gusta del proyecto es que “hacemos un triángulo o una casa o lo que se nos ocurra, pero lo importante es que trabajamos todos juntos”.

Por su parte, José Guadalupe, de 20 años y habitante de la calle desde los siete años, cuenta.  “La gente se fija en lo que hacemos, y les gusta. Eso se siente chido. Aparte, me gusta que cuando trabajamos convivimos todos”.

Los organizadores del taller sostienen que para que exista un cambio real en su situación, son los propios jóvenes quienes deben estar convencidos de que necesitan rehabilitarse y estar dispuestos a participar activamente en ese proceso.

“Los programas de asistencialismo social son insuficientes, y por eso buscamos nuevas formas de resolver un problema social por medio de talleres que privilegian el trabajo vivencial sobre el conceptual”, explica Guillermo López Baez, videoasta e integrante de ConVocArte.

Los talleres sirven, en primera instancia, para proporcionar a los instructores información sobre cómo viven, cómo se organizan y cómo se relacionan entre sí los jóvenes en situación de calle con la gente que los rodea como transeúntes, comerciantes, policías, trabajadores del metro, etcétera.

La mayoría de los jóvenes en situación de calle padecen severos problemas de adicción y, a su vez, provienen de familias disfuncionales con problemas de consumo de alcohol y estupefacientes y condiciones extremas de pobreza y violencia física y sexual que los orillan a alejarse de sus familias. Sin embargo, el problema no tiene que ver sólo con casos aislados de drogadicción y violencia intrafamiliar, sino que es producto y reflejo directo de que vivimos en una sociedad con valores humanos distorsionados (individualismo, competencia, consumismo y cosificación) que se materializan en una crisis económica, político- social,  educativa y cultural, y por lo tanto es un problema que debería atañer a  la sociedad en su conjunto.

Lejos de que la sociedad se ocupe (o se preocupe siquiera) de las condiciones en que viven cientos de miles de jóvenes como los barranqueños, hay muchos prejuicios contra este sector de la población que crean un muro, y no permiten que exista un diálogo entre ambas partes.

Ricardo Juárez Miranda, escultor, fotógrafo y miembro de ConVocArte refiere que para que pueda solucionarse un problema, debe haber un acercamiento y un diálogo entre dos partes. “Si no hay respeto hacia el otro –la persona que tiene algún problema–  y no se acepta que ésta puede ser un agente activo y creativo en la solución de su problemática, no es posible ayudarlo en su proceso de desintoxicación y reinserción social con dignidad y calidad humana. Es por eso que las soluciones institucionales no deberían ser abordadas desde el asistencialismo social”.

El proyecto que comparten ConVocArte y el grupo San Felipe de Jesús contempla una visión integral, multidisciplinaria y horizontal (incluyente) que genere un intercambio de conocimientos retroalimentado la convivencia y la creatividad lúdica en libertad.

“Intentamos construir colectivamente una nueva mirada, con la participación de las personas afectadas, la comunidad periférica de su entorno y el equipo de profesionales involucrado. Vemos el arte como una herramienta y un eje de intervención mediante el cual se puede solucionar una problemática social “, dice Guillermo López.

Muchas de las técnicas utilizadas en el proyecto de escultura, video, foto y música con los jóvenes barranqueños se basan en el concepto ampliado de arte de Francisco Hernández Zamora, artista multidisciplinario y fundador de ConVocArte.

“Sabemos que el arte permite detonar la posibilidad de autoexpresión, da seguridad,  ayuda a redescubrirte y propicia el autoconocimiento, capacidades que, debido al consumo de sustancias tóxicas, están disminuidas, pero no completamente extintas en los jóvenes en situación de calle. Llegamos al lugar sin prejuicios, con la mente abierta a todos los conocimiento que podemos adquirir y no sólo a lo que queremos transmitir a los chavos. Queremos ‘enseñar aprendiendo’”, puntualiza el escultor Ricardo Juárez.

Mirar y aprender

Después de siete meses de trabajo con los jóvenes en situación de calle de Barranca del Muerto,  el colectivo ConVocArte y la asociación civil San Felipe de Jesús han corroborado que el enfoque de “enseñar aprendiendo” que han dado su proyecto ayuda a potenciar la construcción de una plataforma que permita alcanzar su objetivo principal: fomentar la rehabilitación.

ConVocArte realiza un balance de lo  logrado hasta ahora: “Hemos instrumentado –con un enfoque especial al grupo de jóvenes– los talleres modulares de escultura monumental, video comunitario y música. De estas acciones se han logrado algunos productos valiosos desde el punto de vista expresivo y significativo en cuanto a su proceso individual–colectivo. Asimismo, hemos observado algunos cambios en la conducta de los chicos en situación de calle participantes, y hemos logrado detectar la interacción (y algunos casos de solidaridad) con la comunidad de vendedores que trabaja en los alrededores. También hemos fortalecido la coordinación con el grupo de apoyo social de la asociación San Felipe de Jesús, que está a cargo de la atención al grupo de jóvenes”.

“Finalmente – aclaran Guillermo López y Ricardo Juárez –  es importante recordar que una de las característica fundamentales de la investigación es mirar y aprender, es decir, nosotros no vamos a encontrar los caminos de rehabilitación, sino que estamos atentos para recoger toda la información que genere este proceso para que los chavos en situación de calle sean los que encuentren esas soluciones. Nuestro reto es tener la sensibilidad de recoger la información y traducirla en herramientas conceptual – metodológicas multidisciplinarias que se incorporen al abanico de posibilidades que existen hoy en día para su rehabilitación”.

Publicado el 01 de Abril de 2011

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4 Respuestas a “Barranqueños : arte desde abajo”

  1. Juan Gabriel

    Que excelente y arduo trabajo, ayer tuve la oportunidad de platicar con Guillermo y con otro amigo del Alma (Alberto),y de verdad que me dejo inspirado y con las ganas de apoyar de alguna manera al ver el trabajo que han realizado con los jóvenes. Deseo de alguna manera apoyar este trabajo por lo que me gustaria «apadrinar» (por decirlo de alguna manera) a alguien del grupo, me imagino que faltan muchas cosas, pero de lo que estoy seguro que sobra es la voluntad y amor por lo que realizan.

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