Austria, tan rica como injusta, se mueve

Lutz Kerkeling

El asesinato de su abuelo por los fascistas, el racismo y la injusticia en ambos lados del Atlántico han marcado el ejercicio profesional de Ricardo Loewe, un médico, hijo de una familia de refugiados centroeuropeos, que se dedica a la salud pública y al combate de la tortura y la impunidad, desde abajo y a la izquierda.

En la siguiente entrevista, Loewe habla de la pobreza y desigualdad que se vive en Austria, especialmente padecida por los grupos de inmigrantes que se ven sujetos a “políticas rígidas” meramente discriminatorias; habla también de la violencia y represión de la que son víctimas los luchadores sociales del país, y del creciente ultranacionalismo alimentado por los partidos de ultraderecha y la desinformación de los medios masivos de comunicación.

La “riqueza” austriaca

Austria es un país inmensamente rico, no sólo en comparación con cualquier país del “tercer mundo”, sino también con la mayoría de los países “postindustriales”. Su herencia imperial y sus recursos naturales superan con creces la pequeñez de su territorio. Pudiera parecer, entonces, que no existen problemas como el hambre, la falta de vivienda digna, la mala distribución de los servicios de salud, la desigualdad en el acceso a la justicia, el desempleo, etcétera.

Sin embargo, una vez traspasado el umbral turístico aparecen grandes diferencias en el acceso a la riqueza y a la justicia. Cierto que la dimensión de la miseria absoluta es mínima en comparación con Haití o Nueva Orleáns, pero no es imperceptible, pues la pobreza ha adquirido dimensiones que “afean” el paisaje urbano, y el gobierno intenta aprobar una ley para prohibirla.

Ya antes se había disminuido el seguro de desempleo – que es causa de impuestos– y se ha dificultado el acceso a las pensiones. El empobrecimiento es particularmente importante en los miles de inmigrantes, que tienen prohibido trabajar y deben vivir en sitios parecidos a campos de concentración, en espera de ser deportados o de obtener la cada día más difícil legalización de su estancia; el gobierno austriaco, junto con los demás países de la Unión Europea (UE), ejerce una “política rígida” hacia los inmigrantes, que incluye la separación de las familias.

Tal “política rígida” es el racismo mondo y lirondo. Racismo que se manifiesta en la vida cotidiana a través de las acciones policiacas, de la propaganda electoral (“Occidente en manos cristianas” es la consigna del ultraderechista “partido de la libertad”, FPÖ), de la prohibición de la burka y de la construcción de minaretes, del intento – siempre renovado– de celebrar masivamente el cumpleaños del Führer en su Braunau (Austria) natal, de la (por ahora discreta) violencia callejera de los fascistas y –no menos– de los medios de (des)información masiva.

después de haberse creado con el status de “neutralidad permanente”, la República de Austria pasó a formar parte de la UE, por lo que ha enviado soldados a diversos frentes, como Afganistán, Chad, Bosnia y eventualmente los mandará a Libia. Esto quiere decir que Austria ha entrado abiertamente en la farsa de la lucha contra el “terrorismo”, lo que no sólo tiene efectos imperialistas hacia el exterior, sino que incide plenamente en la política interior: a través de la fabricación de delitos y de bandas de personas que apenas se conocen, y de crear figuras jurídicas de delitos por analogía, la fiscalía general está procesando desde hace un año a 13 activistas que protestaban de manera pacífica y legal en contra de la crueldad hacia los animales. A los procesados se les destruyó su vida cotidiana, su economía y su reputación, con lo cual –ganen o pierdan un larguísimo proceso– se verán imposibilitados para llevar una vida normal. Así, el Estado pretende crear jurisprudencia para luchar contra el “crimen organizado”. El proceso de Wiener Neustadt es un escándalo de alcance internacional y una negación de la democracia.

Votos para la derecha

En este contexto, no es sencillo explicarse por qué hay tantas personas que votan a favor de los partidos de derecha; además, resulta difícil definir cuáles partidos son de “derecha” y cuáles de “izquierda”. Como quiera, la suma de votos obtenidos por el partido demócrata cristiano (Österreichische Volkspartei, ÖVP) –de derecha “moderada”–, el FPÖ (Partido de la Libertad de Austria) y el BZÖ (Unión por el Futuro de Austria) – los dos últimos de “ultraderecha”– fue de 54 por ciento del total de votos emitidos en las elecciones federales de 2008. El Partido Socialdemócrata (SPÖ) y el ecologista (Die Grünen) – la “izquierda”– obtuvieron juntos el 39 por ciento del total. Con estos resultados se perpetúa el gobierno de la coalición PAN-PRD, perdón, ÖVP-SPÖ.

En el año 2000, el criptonazi Jörg Haider obtuvo poco más de la tercera parte de los votos de todo el país y en Carintia, de donde fue gobernador, más de la mitad. Cuando se mató de un “borrachazo” en octubre de 2008 fue aclamado casi como héroe nacional.

A manera de explicación superficial, la vecindad de Carintia con Eslovenia produce –no sólo recientemente– un acentuado ultranacionalismo. Por otro lado, una aparente paradoja sucede en los distritos electorales en los que se concentran los inmigrantes, que es precisamente donde obtiene mayor número de votos la ultraderecha; allí, los extranjeros nacionalizados y sus hijos votan por ésta porque no quieren que lleguen más inmigrantes a competir con ellos.

Pero, indagando un poco más, se encuentra una incapacidad política de la supuesta “izquierda”, que ha perdido argumentos electorales muy importantes, como el de oponerse a la UE porque arruina a los campesinos y encarece la vida en general; esta oposición a la UE es asombrosamente capitalizada por la ultraderecha. El Partido Comunista Austriaco (KPÖ), que tiene cierta historia de prestigio en la Segunda República (esa que fue declarada en 1955) está hundido en la burocracia y en la actualidad es prácticamente inexistente.

Así, el bienestar de los estratos medios de la población, sumado a la falta de creatividad y de audacia de los partidos supuestamente progresistas, más la habilidad propagandística de la ultraderecha, producen un lamentable resultado: la gran cantidad de votos para la ultraderecha. A ello habría que agregar el vuelco hacia la derecha de la población europea en general, que tiene un creciente pánico de los “invasores” provenientes de los países saqueados por la UE, un terror fomentado y manipulado por el ultra-conservadurismo que habita fundamentalmente en las casas de los grandes empresarios.

La lucha social

Entre las luchas reivindicativas más importantes del país resalta la de los estudiantes contra la privatización de la educación superior que, con altibajos, lleva años en la cartelera. Otra lucha muy relevante es contra las leyes migratorias y por la unificación de las familias.

También se libra un combate difícil pero tenaz contra el fascismo y la ultraderecha, así como contra el militarismo, particularmente contra la OTAN; estas luchas ganan las calles y los espacios públicos. Es interesante el foro social austriaco – aunque tiene grandes altibajos– porque deriva del zapatismo mexicano. Y también está el compromiso internacionalista, que está aprendiendo a ser humilde y a no tirar línea.

Digna de mención, es la observación y el informe de la violación de los derechos humanos en México y en Colombia, que prestan voluntarias y voluntarios generalmente jóvenes. Sin embargo, estas luchas sociales no están coordinadas ni obedecen a un proyecto de cambio social a mediano o largo plazo en Austria.

Represión y violencia

Por su parte, el Estado reacciona cada vez con mayor violencia frente a las luchas sociales desde abajo y a la izquierda. Hay una selectividad tácita para reprimir los movimientos progresistas y a los jóvenes en general, y proteger las protestas de la derecha.

La mencionada fabricación de “terroristas” es una muestra de la tendencia a la desaparición del Estado de derecho. Por otro lado, la invasión creciente de la privacidad apunta a la reaparición del Estado policiaco. Es notable la satanización, a través de los medios masivos de comunicación, de todo lo que signifique o apunte hacia un socialismo que vaya más allá de la socialdemocracia colaboracionista.

Si se es joven y se busca hoy una militancia radical en Austria, es mejor irse a Latinoamérica. En Europa Central, el capitalismo tiene todavía un amplio margen de maniobra política; cierto que históricamente está en decadencia, pero la coyuntura aún le favorece políticamente, a pesar de su cercanía con regiones donde la lucha de clases está en efervescencia.

Publicado el 01 de Abril de 2011

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