Quino es un zapoteco oriundo de San Pablo Yaganiza, un pueblo en la Sierra Norte de Oaxaca donde se especializan en hacer hamacas. Vive desde chiquito en Puerto Escondido, pero no ha perdido sus costumbres. Mientras nos explica los secretos del oficio , nos describe cómo funciona la organización a base de usos y costumbres de su pueblo.

Para empezar una hamaca de un solo tejido se tienen que poner dos hilos solamente. Voy contando las puntadas que le voy a poner hasta llegar a la otra punta. Al volver, agarro solamente uno, ya no los dos.

Todos, mis papás y mis abuelos se dedicaban al tejido de la hamaca. Y ahí aprendí como a los siete u ocho años.

Siempre tienes que tener cuidado para que no te saltes una puntada, porque si te saltas uno queda el agujero enorme. Con una hamaca de hilo grueso, tienen que ser unas 80 vueltas. 37 o 38 pares para que una persona quepa bien cómoda.

Aquí en Puerto Escondido, como es un lugar en el que siempre hay sol, hace calor, es igual. Pero en lugares donde hace frío es más práctico trabajar el nylon, porque el algodón como que se encoje, se pone pegajoso y cuesta más. Y también muy poca gente trabaja el algodón, porque al ir tejiendo desprende algo de pelusa y lastima un poquito la nariz o la vista.

El principio tengo que pensarlo antes, que tamaño, que color, cuantas puntadas, todo esto.

Por lo regular salgo a venderlas y ahí encuentro personas que me encargan cierto color o cierto tamaño. Gracias a Dios tengo trabajo siempre. Y luego a la mayoría de los extranjeros les gustan las artesanías mexicanas y más las hechas a mano como éstas.