Dolerse, más que un libro, una necesidad para un país herido

Marcela Salas Cassani

México DF. Historias y formas literarias diversas pueblan las páginas del libro Dolerse: textos desde un país herido. Sin embargo, todos los textos que lo conforman tienen algo en común: nacen de la necesidad de expresar, a través del lenguaje, el profundo dolor que emana de un país herido por seis años de una guerra que nadie pidió, y que Felipe Calderón impuso apenas inició su sexenio.

El compendio de textos, escrito por Cristina Rivera Garza, y publicado por la editorial independiente Sur +, responde a la necesidad de enunciar el dolor provocado por las consecuencias de la violencia que de por sí ya existía y que se ha exacerbado desde que inició en México la guerra contra la delincuencia organizada, a principios de 2007

Dolerse está conformado por una recopilación de ensayos, crónicas y poemas documentales que, como destaca la autora en entrevista con Desinformémonos “surgen de un esfuerzo por entender lo político, más que la política, de un esfuerzo por trabajar con conceptos”, pero, “también hay crónicas y entrevistas que estuve realizando en viajes que hice al norte del país, poemas documentales y un espectro de experiencias con el lenguaje que espero que nos pongan en contacto con eso en lo que el país se ha convertido durante los últimos años”.

Rivera Garza destaca la importancia de la escritura como acto político: “Soy de las escritoras que creen que el arte de escribir es un acto político, no necesariamente porque los temas sean políticos, sino porque en cualquier tema que toquemos siempre estamos rozando, trabajando, jugando, enfrentándonos al lenguaje, y si nos enfrentamos al lenguaje y trabajamos dentro de él, estamos dentro del terreno de la percepción y cambiar o trastocar cualquiera de nuestras percepciones es un acto político”.

En el marco de la presentación del volumen editado por Sur + en la Ciudad de México, el periodista John Gibler dijo a Desinformémonos: “Este libro aporta al diálogo crítico de la guerra contra el narco el sentimiento, desde una posición política. Desde el título hasta el argumento y el contenido de sus crónicas y poemas, abre un espacio para enfrentar el horror, para sentirlo y dolerse, para no quedarnos mudos y poder entender y analizar las raíces de la violencia y la impunidad, y hacer algo para combatirlas”.

Una de las entrevistas que con más cariño y dolor recuerda la autora, es la que le hizo a Luz María Dávila, madre de dos jóvenes que fueron asesinados en la colonia Villa de Salvárcar, en Ciudad Juárez, Chihuahua, cuando un comando armado irrumpió en una fiesta y derramó una lluvia de balas contra los jóvenes que allí se encontraban. Días más tarde, Felipe Calderón se presentó en la herida ciudad para “prometer justicia” a los familiares de las víctimas. Durante el acto público, y frente a medios de comunicación, Luz María Dávila le espetó al presidente: «Yo no puedo darle la mano y decirle ‘bienvenido’ porque usted no es bienvenido. Quiero que se haga justicia no sólo para mis dos niños, sino para todos los niños. Le apuesto que si a usted le hubieran matado a un hijo, usted debajo de las piedras hubiera buscado a los asesinos. Como yo no tengo los recursos, yo no los puedo buscar”.

Cristina Rivera explica que “no había tenido la oportunidad de publicar una serie de escritos alrededor de este tipo de tópicos, y fue respondiendo a una invitación de la editorial independiente de Sur +, que finalmente les pudo dar salida en este libro”.

La cultura del diálogo, una posibilidad de escape

Recordando la experiencia de Medellín, en Colombia, donde los niveles de violencia disminuyeron a partir de la implementación de programas de fomento y difusión de la cultura popular, la autora argumenta que “en épocas tan graves, como las que vivimos el día de hoy, es más importante que nunca recordar que la única estrategia que conocemos que ha logrado disminuir los niveles de violencia en la sociedad son las impuestas por una cultura popular que quiere recuperar los espacios públicos. Por una cultura que nos pone a dialogar, a los unos con los otros. Y yo creo que este libro es, al menos, mi esfuerzo por participar de ese dialogo”.

Con la idea del diálogo y de la conversación coincide John Gibler: “El filósofo uruguayo Carlos Pereda dice que conversar es humano, y en ese sentido, yo veo la escritura como una forma de conversar, no como un instrumento de las élites. Creo en la escritura rebelde y guerrillera, que se enfrenta a la violencia, al miedo y a la impunidad; en la escritura que resiste”.

En un país tan herido”, apunta la autora, “todos nos dolemos, ésa ha sido la manera en que hemos sido capaces de articular la desarticulación que vemos frente a nuestros ojos. Mi idea es que esto que forma parte de la conversación en nuestras salas, en nuestros espacios privados, también forme parte de los espacios públicos, donde nos volvemos comunidad. Creo que no es un lenguaje victimizador, sino al contrario, es un lenguaje que nos puede permitir articularnos y de ahí mi idea de que es importante traerlo al espacio público”.

Ante la interrogante de si la escritura puede, de hecho, hacer algo contra el miedo, Cristina Rivera responde sin contemplaciones que sí. “Ésa es mi apuesta, aunque es difícil dar una respuesta definitiva. Lo que hacemos es finalmente tan humilde y tan frágil, pero recuerdo y retomo el caso de Medellín: son la cultura, la inversión en la cultura y la apuesta por los lazos que armamos culturalmente, los únicos que han logrado disminuir los grados de violencia en una sociedad”.

Sobre el terror y el horror; el miedo y la fuga

La autora de Dolerse textos desde un país heridoconsidera importante diferenciar entre el horror y el terror y habla de cómo el horror que nos paraliza y no nos deja hablar. “El horror no sólo apuesta contra la vida, sino contra la condición humana. Estamos hablando de una confrontación con un Estado que se ha traicionado a sí mismo, que ha tomado la lógica de la ganancia en lugar de la lógica del cuidado de los otros. Creo que es importante ponerlo en esos términos para poder encontrar maneras de solventar y de salir de esto enteros y con dignidad”.

Gibler finaliza: “El miedo busca la fuga, los que usan la violencia quieren provocar fuga. Y para no quedarnos móviles e indefensos está el lenguaje”.

Publicado el 3 de septiembre 2012

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