Diez años sin cesar de búsqueda de migrantes desaparecidos en México

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Como lo han hecho durante diez años, cuarenta y cinco mujeres con las fotos de sus hijos, esposos o hermanos colgadas al cuello, migrantes centroamericanos desaparecidos en México, recorren diez estados para seguir con la búsqueda y exigirle al gobierno que respete los derechos de las personas en tránsito.

“Puentes de Esperanza”, es el nombre de la décima caravana de madres y familiares centroamericanos, que completa ya una década recorriendo México de sur a norte, para encontrar a sus familiares migrantes desaparecidos. “Todos estos años de búsqueda he abrazado la foto de mi hijo, esa foto que nos la colgamos del cuello y que no nos la quitamos ni para comer, pero ya no la quiero seguir abrazando, no quiero abrazar un papel”, expresó Anita Celaya,  madre salvadoreña que busca a su hijo hace más de doce años.

La caravana ha permitido que las madres no sólo sigan recabando información sobre sus familiares, también le ha permitido convivir con otros migrantes y conocer de primera mano por todas las situaciones que un centroamericano se enfrenta en su tránsito por el país. Desde la persecución de la fuerza pública y del narcotráfico, hasta el frio, sed y hambre. Asimismo son vulnerables a la extorsión, el secuestro y la explotación.

A pesar de todas estas historias narradas por los migrantes, siempre se presenta buenas noticias que les permite seguir caminando. Dos hermanos hondureños, después de 17 años, se reencontraron en Coatzacoalcos, Veracruz, narra la madre salvadoreña.

“México es un cementerio de migrantes”, es el grito de estas madres que le demandan al gobierno mexicano que si bien no ofrece las condiciones necesarias para que los migrantes transiten libremente por México, no obstruya su trabajo de búsqueda y les permita visitar los hospitales; las cárceles y los centros de detención, que para ellas es lo mismo.

“Las madres necesitan que se escuche su voz, su demanda de justicia, porque necesitan ver a sus hijos, a sus familiares”, manifiesta una de las mujeres que las acompañan en el recorrido, y añade que es necesaria la búsqueda física, porque no pueden seguir invisibilizados.

En Guatemala las condiciones de vida son precarias, familias enteras deben sobrevivir día a día con menos de un dólar, esto se suma a las condiciones de violencia, que es otra razón más para elegir enfrentarse a un recorrido con tantos peligros y “¿qué está haciendo el gobierno mexicano para garantiza los derechos humanos de los migrantes que pasan por este país?,  ¿Qué está haciendo por los migrantes centroamericanos?, pregunta Álvaro Sandino, un joven nicaragüense que acompaña a las centroamericanas.

“Yo ya no hablo solo por mi dolor, hablo por el dolor que siento por todos los migrantes desaparecidos”, refiere Anita Celaya, a los casi 20 mil migrantes que han desaparecido en el mapa de México.

La desaparición de sus seres queridos, les ha permitido a estas mujeres, encontrarse en el dolor y de igual forma en la esperanza, para organizarse y luchar juntas “porque no crean que sólo lloramos, esto nos ha obligado a trabajar, investigar, hacer bases de datos”, cuenta Celaya. En diez años han podido localizar alrededor de 200 migrantes, aunque por la difusión de su trabajo, son miles los que han regresado a sus casas gracias a su labor y la de muchos defensores de derechos humanos a quienes les agradecen.

Las caminantes señalan que el Estado es cómplice de esta crisis migratoria. Con la implantación del programa Frontera Sur, que entre otras cosas prohíbe el uso del tren de carga “la Bestia”, para transitar de manera más rápida hasta la frontera norte. “Esto ha hecho que los migrantes busquen otras formas de llegar al otro lado, que muchas veces son caminos inhóspitos y con mucha presencia del narcotráfico”, denuncia una de las madres en conferencia de prensa en la Ciudad de México.

Hacer la caravana para las madres, no es una tarea fácil, además las dificultades de dejar sus casas y el miedo de dejar a sus hijos solos, las mujeres deben traspasar fronteras, pedir permisos y hacer trámites migratorios que son desgastantes y molestos, manifiestan.

Las madres completan diez años exigiéndole al estado que respete los derechos humanos de los migrantes, que no los siga tratando como mercancía. “Sólo pedimos que el gobierno no se siga burlando de nosotras. Somos madres de vienen de cuatro países y que le exigen al gobierno que no siga masacrando y desapareciendo a nuestros hijos, además ya estamos hartas de las fronteras, porque migrar es un derecho y no un delito”, declara Celaya.

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