«Somos y siempre seremos una nación de inmigrantes» dijo Barack Obama durante el mensaje presidencial titulado por la Casa Blanca «Fixing de system». En un discurso emotivo que recordaba a los inicios de aquel Obama del ‘Yes, we can’ y con una expectación pocas veces surgida por el discurso de un mandatario, Obama anunció una acción ejecutiva que frenará la deportación de cerca de cinco millones de personas migrantes.

El presidente estadounidense, sin embargo, recordó que para que la solución sea permanente es necesario un proyecto de ley y llamó a los legisladores a aprobarlo. Los republicanos no están por la labor e incluso han criticado la propia medida gubernamental anunciada ayer por la noche. Obama les respondió que «para aquellos miembros del Congreso que cuestionan mi autoridad para hacer que nuestro sistema de inmigración funcione mejor, o cuestionan mi capacidad de actuar donde el Congreso ha fallado, tengo una respuesta: aprobad una ley».

Discurso íntegro de Barack Obama.

Las medidas del presidente estadounidense afectarán de manera directa a aquellas personas sin documentos que tengan hijos e hijas que sí cuentan con la ciudadanía estadounidense, que demuestren que llevan en los EEUU desde antes de 2010 y que carezcan de antecedentes criminales. De esta manera podrán regularizar su situación cerca de la mitad de los 11,3 millones de indocumentados que viven en el país, según los cálculos del Gobierno, de los cuales la mayoría son latinoamericanos y más de la mitad mexicanos.

De «deportador en jefe» a «victoria del presidente»

El Obama de ayer por la noche recordaba a aquel que tanta ilusión creó en los sectores más desfavorecidos por el sistema estadounidense. Ilusiones frustradas tras estos años de mandato, pero que ayer volvían a mostrarse en calles y salas de todo el país. Personas migrantes con tablets en la mano seguían su alocución en directo frente a la Casa Blanca y en muchos lugares habilitaban pantallas gigantes para seguir el discurso presidencial en directo.

«¿Somos una nación que tolera la hipocresía de un sistema en el que los trabajadores que recogen nuestra fruta y hacen nuestras camas nunca tengan la oportunidad de estar de acuerdo a la ley?».

Decenas de grupos defensores de los derechos civiles y activistas en inmigración han respaldado las medidas anunciadas por Obama, pero piden ahora al Congreso que afronte la reforma integral estancada desde 2013.

Prueba de la gran aceptación de la medida de Obama es, por ejemplo, el cambio de parecer de una de las activistas pro derechos de inmigrantes más influyente. La presidenta del Consejo Nacional de La Raza Janet Murguía acusó hace nueve meses a Obama de ser el «deportador en jefe» por el alto número de personas deportadas durante sus mandatos. Sin embargo, ayer, la activista de origen vasco, afirmó que la nueva medida es «una victoria del presidente, una victoria de millones de familias y trabajadores, una victoria de nuestro país y una victoria del sentido común».