“Con lo que se ve en internet y televisión, ¿quién quiere leer?”

Emilio Rabasa Véjar

México. Santiago Isunza, colaborador de la editorial Sur+, señala que es complicado llevar una editorial en México, pues cada vez menos gente lee. “Desafortunadamente vivimos en un entorno de crisis de lectura, lo que va de la mano con la falta de competencia básica al intentar producir. Tratamos de sobrellevar la situación lo mejor que podemos”, explica.

En México, las estadísticas y diversas encuestas confirman la baja de la lectura en el país. La Encuesta Nacional de Lectura (ENL) de 2012 encontró que los mexicanos leen 3.3 libros al año; para 2013, el promedio disminuyó a 2.94.

Isunza indica que con la era tecnológica, las pequeñas editoriales deben diversificar sus métodos para vender libros. Aplicaciones en dispositivos móviles, audiolibros, podcasts, entre otras, son algunas de las nuevas maneras de leer.

“Todavía es muy bajo el porcentaje de mexicanos que leen en dispositivos móviles o Internet. No pasa del 2 por ciento. Este dato es aún mas triste cuando nos damos cuenta de que los lectores no cambiaron de los libros impresos, simplemente ya no les interesa la lectura”, asevera.

El editor considera que el problema es que desde pequeños, la lectura se da solamente en el ámbito escolar, más no se refuerza el hábito y los estudiantes nunca adquieren el interés en general. Por tanto, al salir de la escuela dejan de leer.

De acuerdo con estudios de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), de una lista de 108 países, México ocupa el penúltimo lugar en el índice de lectura en su población. Solamente el 2 por ciento de los mexicanos tienen el hábito de la lectura, mientras en países como Alemania, España, Suecia, Finlandia, entre otros, más del 33 por ciento lo tiene. La misma investigación concluye que en México existe una biblioteca por cada 15 mil habitantes, así como una librería por cerca de 200 mil personas.

Isunza declaró que las pequeñas editoriales son aplastadas o compradas por las grandes, lo que genera un monopolio difícil de erradicar pues no permiten la diversificación de los títulos. Se da prioridad a los libros más vendidos, y no a los que permiten al lector ampliar su cultura.

“Es una situación triste. Leer nos invita a lugares mágicos, amplía nuestra cultura, nos distrae, nos permite informarnos”, valora el editor, quien recalca que apoya actividades como los festivales de lectura y las ferias del libro, pero que el problema es el fomento constante. “Además, con lo que vemos en televisión y en Internet, ¿quién quiere leer?”, cuestiona Isunza.

La Encuesta Nacional de Lectura indica que el 41 por ciento de la población actual dedica su tiempo libre a ver televisión, mayoritariamente telenovelas, mientras que menos que el 12 por ciento lo dedica a leer. Además, poco menos de la mitad de los mexicanos nunca ha asistido a una biblioteca.

Santiago Isunza señala que como empresa editorial cuesta sobrevivir, pues no es fácil crear algo fuerte de la nada y menos en México, con editoriales añejas que arrasan con todo a su paso. “Tratamos de tener textos distintos a los best sellers, pero si ni esos títulos se leen, qué esperamos de los nuestros. Nuestros lectores asiduos son magníficos y nos permiten seguir, pero queremos invitar a la gente no a que compre nuestros títulos, pero sí que lea”, finaliza.

21 de julio 2014

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