Busca Acnur que México considere refugiados a menores de paso hacia EU (Jornada,10/07/14)

Blanche Petrich

El Alto Comisionado de Naciones Unidas para Refugiados (Acnur) se moviliza en México para asegurar que el gobierno mexicano garantice el derecho a la protección de aquellos niños y adolescentes centroamericanos, en su mayoría hondureños, que por las condiciones de riesgo y violencia que los obligaron a emigrar hacia el norte, solos o acompañados, ameriten obtener la condición de refugiados.

En entrevista, el funcionario de protección de Acnur en México, José Francisco Sieber, informó que en los recientes 18 meses (2013-2014) 56 menores fueron reconocidos como refugiados por la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar).

Es apenas una gota en el océano. Solamente el semestre pasado 11 mil 265 niños centroamericanos fueron rescatados (según el léxico oficial) y procesados por autoridades migratorias. Fueron deportados 8 mil 239, sin pasar por la Comar.

Frente a los altos números de niños deportados, Sieber insiste en un punto fundamental del derecho internacional de la niñez desplazada: el de no ser devuelto de manera forzada a su lugar de origen si su vida o su seguridad está en riesgo. Además, frente a la crisis de menores detenidos en las ciudades fronterizas de Estados Unidos, el país tiene la misma obligación que otros estados de la región: proteger y darles refugio si su seguridad es amenazada en caso de ser repatriados.

Próximo reporte de Acnur

La oficina de Acnur en Estados Unidos publicó en marzo de este año un informe sobre las nuevas pautas de desplazamiento de población de Centroamérica hacia aquel país y la situación de los menores no acompañados detenidos en ciudades fronterizas. Titulado Niños en fuga (Children on the run), el reporte subraya la urgencia de fortalecer el acceso al asilo y otras formas de protección. Próximamente se publicará un informe similar con investigaciones de los oficiales de la Organización de Naciones Unidas (ONU) sobre los migrantes infantiles que cruzan la ruta mexicana.

En las historias recogidas en esta investigación de campo, indica Sieber, observamos que cada vez hay más elementos de violencia en su narrativa; los niños nos comentan que hay situaciones de extorsión, homicidios, amenazas, tentativas de reclutamiento en grupos criminales, como pandillas, y esos son factores que causaron su salida.

Esto obliga a los gobiernos de la región a extender sus prácticas de protección. El desafío, en este caso para el gobierno de México, que es el país de tránsito, es identificar los casos en los que los menores efectivamente no pueden regresar a sus lugares de origen porque pueden enfrentar riesgos a su seguridad. Estos son los casos donde se debe aplicar el derecho al refugio.

No estamos diciendo que la violencia es la única razón de estos flujos en ascenso. Las razones de la migración son múltiples. Pero sí decimos que la violencia aparece con mayor frecuencia en los diálogos sostenidos por nuestros funcionarios con los niños y, sobre todo, con los adolescentes, en su mayoría procedentes de Honduras. Estamos escuchando muchas y muy diversas referencias de distintas formas de violencias. Esto preocupa a Acnur y hace que nos movilicemos y trabajemos con las autoridades para tomar medidas que permitan responder a esta situación.

Desafío: distinguir entre migrantes y refugiados

–En las circunstancias en que se mueven estos desplazados, ¿cómo diferenciar entre quienes emigran por causas económicas, de pobreza, y quienes lo hacen huyendo de la violencia?

–Por eso hablo del desafío. Hay situaciones donde muchos de los niños podrían tener, como la mejor solución basada en su interés superior, una reunificación familiar en el país de origen. Sin embargo, podría haber otros que ya no pueden regresar y que, por tanto, deben ser considerados refugiados.

–¿Es adecuado tratar las peticiones de refugio caso por caso cuando se habla no de un flujo migratorio, sino de un éxodo masivo? En los años ochenta, con la llegada en masa de los guatemaltecos que huían de la guerra, no se dio un enfoque de asilo individual, sino de refugio a comunidades enteras. ¿No sería aplicable a la emergencia que se vive ahora?

–Hasta el momento, lo que vemos es que sí existen mecanismos de respuesta para los casos que buscan la protección internacional como refugiados. Otro gran desafío es que las personas sepan que existen estos procedimientos y los entiendan para que puedan acceder a ellos. No todos tienen conocimiento de la existencia de una oficina como la Comar.

La diferencia es que hoy no sólo tenemos un marco jurídico del derecho internacional de refugiados, sino también una ley mexicana sobre refugiados que es innovadora en ciertos aspectos como el de la protección complementaria.

–¿Son suficientes estos mecanismos para impedir que quienes necesiten la protección del Estado mexicano sean deportados?

–Exacto. Y este es un punto fundamental. Hay un principio en el derecho internacional de los refugiados que los protege contra cualquier medida de devolución forzada. En la medida en que la persona es reconocida como refugiada está bajo la protección de este principio jurídico, y no puede ser devuelta a su país de origen.

–Vemos en la prensa hondureña que en las recientes semanas ha habido cifras récord de niños y mujeres deportados, después de ser detenidos en México. ¿Estas personas tuvieron garantías contra la devolución forzada?

–Lo que vemos es que en la medida en que una persona sí manifiesta a la autoridad mexicana la necesidad de protección frente a estas situaciones de violencia, de persecución, debe ser automáticamente canalizada a la Comar. Buscamos que efectivamente las personas que sí están en riesgo sean escuchadas de manera confidencial en el contexto de una entrevista, y que expresen las razones por las cuales ya no quieren regresar a su país de origen y decidir si esta persona va a ser considerada como refugiada.

–Entonces, ¿qué pasó con estos deportados de las semanas pasadas, o que ahora mismo están siendo deportadas?

–Como se sabe, México conoce este flujo migratorio, que no es nuevo. Hay una situación donde altos números ingresan a su territorio con el fin de llegar a Estados Unidos. En los dos casos, migrantes o refugiados, utilizan las mismas vías. Tenemos que tener cuidado porque no todos son refugiados; por eso insisto en el desafío de la identificación de quienes sí lo son.

–¿Cuál es la situación en Estados Unidos, en los centros de detención de su frontera sur, donde todavía hay decenas de miles de niños, algunos con sus madres, atrapados en un procedimiento legal? El presidente Barack Obama ha pedido a su congreso facultades discrecionales para deportarlos. ¿Cómo interviene Acnur en estos casos?

–Es el mismo desafío: la identificación de casos que sí ameritan la protección del derecho al refugio. Es lo mismo para todos los países. Estamos hablando del derecho internacional de los refugiados. Hay otros dos principios de derecho internacional: uno es la prevalencia, la observancia del interés superior de la niñez, y el segundo es el derecho del niño, del adolescente, a ser consultado, a participar en la decisión, a hacer escuchar su voz en las audiencias y procedimientos.

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