Periodismo pakistaní, en el punto de mira

Clayton Conn

Con las agresiones tanto de grupos armados como del gobierno, Pakistán se convirtió en uno de los países más peligrosos para los periodistas, de acuerdo con cifras del Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ): desde 1992, más de 78 fueron asesinados, y 65 de esas muertes ocurrieron a partir de 2006.

La cifra de homicidios de periodistas “es un número engañosamente bajo, ya que muchos trabajadores de medios a tiempo parcial y reporteros locales son asesinados y no están en la lista”, explica el periodista independiente paquistaní-estadounidense Umar Farooq.

Farooq cifra en cerca de cien los asesinatos de sus colegas; al igual que ellos, trabaja en un clima de inseguridad, intolerancia, conflicto armado e impunidad. Pakistán está clasificado como número nueve en el Índice de Impunidad Global del CPJ –México es el número siete y Colombia el ocho), ya que las autoridades sólo resolvieron dos de los más de cien homicidios de trabajadores de los medios.

Uno de los periodistas asesinados en Pakistán es Daniel Pearl (muerto en 2003), un veterano reportero del Wall Street Journal. Su caso fue resuelto sólo después de que Khalid Shiek Mohammad confesó el homicidio.

Otro caso es el de Wali Jan Babar, muerto en 2011. Babar fue amenazado por su cobertura de las guerras políticas territoriales, extorsión, asesinatos selectivos, robo de electricidad y acaparamiento de tierras en Karachi, ciudad acosada por el crimen. Durante la investigación también fueron asesinados varios testigos e investigadores vinculados al caso, que se resolvió sólo después de que la policía halló en el sitio de videos, Youtube, la confesión de uno de los sicarios.

Ya sea impunidad, amenazas de las agencias de inteligencia o ataques por parte de actores no estatales, todo apunta hacia un entorno no sólo de no permitir la libertad de expresión, sino de insistir en la eliminación de cualquier disidencia.

Los sucesivos regímenes militares que vivió Pakistán controlaron estrictamente los medios de comunicación. Después de la caída del general Pervez Musharraf, en 2008, muchos noticieros dieron espacios para una pluralidad de voces. “Surgieron cerca de 90 medios de prensa, muchos basados ??en lo regional y otros nacionales”, recuenta Farooq, colaborador de Desinformémonos.

Muchos y diferentes medios de comunicación surgieron como respuesta a la caída de un dictador militar, pero las luchas por el poder y los medios de comunicación se ensañaron con los periodistas. “Las mayores amenazas provienen de grupos políticos y del propio gobierno”, informa Farooq, quien trabaja en las zonas de conflicto pakistaníes. En diversas regiones, los separatistas armados se levantaron para desafiar a la autoridad central del gobierno, lo mismo que fundamentalistas religiosos.

“En la región de Balochistán hay seis diferentes grupos armados que impulsaron la insurgencia durante los últimos ocho años; cuando no reciben el tipo de cobertura que quieren, van detrás de los periodistas», relata Umar Farooq. “Lo que estos grupos tratan de hacer es presionar a los periodistas para dar la impresión de que la insurgencia es más grande de lo que realmente es”.

Mientras los periodistas editan o directamente censuran la información con el fin de proteger su seguridad en las zonas donde reinan los grupos armados, el gobierno hace poco para garantizar su derecho a realizar su trabajo. Farooq afirma que el gobierno y sus agencias se comportan de la misma manera que dichos grupos. “A veces, las agencias de inteligencia le dicen a los periodistas que si escriben sobre estos grupos, están contra los intereses nacionales y trabajan para los países extranjeros que apoyan a los separatistas”, relata el periodista. “Somos interrogados por ambos lados”. A principios de mayo de 2014, la organización de derechos humanos Amnistía Internacional (AI), dio a conocer un informe que indica que tiene “preocupaciones creíbles” de que la poderosa agencia de espionaje militar de Pakistán secuestra, amenaza e incluso asesina a periodistas.

En abril, la preocupación sobre los asesinatos de periodistas por parte de agentes de inteligencia se abrió al debate público cuando sicarios desconocidos intentaron matar a Hamid Mir, un periodista respetado de la red de televisión Geo. El reportero Mir y la empresa televisiva acusaron a la agencia de espionaje Inteligencia Inter – Servicios (ISI) del ataque, por la cobertura de Mir sobre eventos en Baluchistán. El gobierno amenazó con cerrar la red si se sigue denunciando el papel del ISI en el intento del asesinato.

El informe de AI dio cobertura del ataque de Mir: “El reciente ataque contra la vida de Hamid Mir es emblemático de las amenazas y peligros que enfrentan los periodistas para informar sobre cuestiones delicadas. Mir informó frecuentemente sobre la situación de los derechos humanos en Baluchistán. Su familia cree que él fue blanco del ISI, pero nosotros no lo sabemos. Podrían ser tanto el ISI como los talibanes”.

El documento de derechos humanos establece que “ningún actor estatal es más temido por los periodistas que el ISI”. Decenas de periodistas denunciaron su temor a la agencia de espionaje después de recibir amenazas e intimidaciones. La agencia de espionaje fue implicada en diversos casos de secuestro, tortura y asesinato de periodistas, pero nunca rinde cuentas, lo que le permite operar más allá del alcance de la ley.

Aunque los riesgos son cuantitativa y cualitativamente altos para los periodistas de Pakistán, muchos siguen realizando su trabajo tratando de compartir la verdad y e informar al público.

30 junio del 2014

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