Ucrania: dos miradas desde abajo y la izquierda

Oleg Yasinsky

Estas dos entrevistas, realizadas a finales de abril, se ven diferentes ahora, alumbradas por el fuego infernal de la Casa de los Sindicatos de Odesa, donde -en un operativo planificado y calculado- unos seres humanos quemaron vivos a otros y remataron a los sobrevivientes. Los miserables medios de comunicación oficialistas hablan de “responsabilidades compartidas”, mientras el gobierno ucraniano declara días de duelo, sin precisar si están incluidas las futuras víctimas.

En lo político, la rebelión de Maidan no resultó ser más que una sangrienta reedición de la Revolución Naranja, que detrás de comparsas y carnavales de simbología rebelde escondió un vulgar enroque de elites oligárquicas. La Revolución Naranja fue limpia y fotogénica; la de Maidan tiene imagen de turbas de guerreros medievales y olor a carne quemada y a mierda.

Uno de los entrevistados, Volodymyr Chemeris, hace sólo un par de décadas fue uno de los más conocidos activistas estudiantiles a favor de la independencia de Ucrania de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Encabezó la huelga de hambre de un grupo de estudiantes en la plaza central de Kiev en 1990, con una serie de demandas políticas que tuvieron como consecuencia la declaración de la independencia del país un año después. A diferencia de varios otros disidentes y “defensores de los derechos humanos” soviéticos, él siguió luchando contra las mafias políticas que heredaron el poder en Ucrania del Partido Comunista. Su evolución política fue al revés: iniciada su vida social como derechista y anticomunista, ahora es una persona de izquierda y un lúcido crítico del fascismo y el modelo neoliberal.

El otro entrevistado, Andriy Manchuk, es mi amigo y compañero desde hace años, de una generación posterior a la de Volodymyr, tal vez la primera en la Unión Soviética que se salvó de aburridas y obligatorias clases de marxismo-leninismo dictadas por profesores que ya no creían en nada.

Estos jóvenes tuvieron que descubrir los caminos de izquierda por su propia cuenta y contra todas las corrientes de la época. Guiados por la estrella guevarista más que por los añejos manuales soviéticos, Andriy y sus compañeros, siempre críticos a los partidos comunistas instutucionales y sus funcionarios, fundaron primero el Movimiento de Juventud Che Guevara, que luego derivó en una pequeña organización de la izquierda independiente y autónoma ucraniana, hoy conocida como “Borotba” (“Lucha”, en ucraniano).

Hace un poco menos de un año, Borotba organizó en su humilde oficina, en el centro de Kiev, una exposicion de la pintora Beatriz Aurora. A la hora de compartir experiencias y noticias de Latinoamérica, ninguno de los presentes imaginamos que tan sólo dentro de unos meses, esta oficina y los cuadros zapatistas de Beatriz serían saqueados y destruidos por turbas neonazis, y que los primeros mártires de nuestra generacion de la izquierda ucraniana serían nuestros hermanos y compañeros de Borotba en Odesa, quemados vivos y rematados por bestias humanas adiestradas y dirigidas por el poder.

Cuando escribo estas líneas, las tropas del gobierno ilegítimo de Kiev, en su infructuoso intento de combatir a los grupos armados ilegítimos del sureste del país, piden oficialmente apoyo de otros grupos armados ilegítimos del oeste, en su mayoría de ultraderecha.

Sabemos que en los próximos meses, toda la máquina militar y toda la prensa oficial ucraniana caerán sobre los pequeños grupos de nuestros compañeros de izquierda. Acusados de “separatistas” o “prorrusos” por los medios dóciles al poder, son mil veces más proucranianos que su gobierno, apurado en vender las ruinas del país al Fondo Monetario Internacional (FMI) por un precio que haría sonrojar a Mefistófeles. Necesitarán de nuestra solidaridad.

Tal como los luchadores sociales de América Latina hace décadas necesitaron la solidaridad de los pueblos de la Unión Soviética, ahora la izquierda ucraniana, perseguida por el fascismo y las calumnias de la prensa local, necesitará de la solidaridad latinoamericana e internacional.

Andriy Machuk es un sociólogo ucraniano. También periodista, cubrió conflictos en Chechenia, Osetia del Sur, Georgia, Kosovo, Irán, Kurdistán, Líbano, Siria, Pridnestovie y Egipto, hizo reportajes para Ucrania y Rusia desde Sudáfrica, Corea del Norte, China, Sur y Sureste asiático, Cuba, Venezuela y Ecuador. Participó en la investigación del fusilamiento de la manifestación obrera en la ciudad petrolera Zhanaozen (Kazajstan) y el comercio de los desechos radioactivos desde la zona de Chernobyl.

Fundador del principal sitio web de la izquierda ucraniana, Liva.com.ua, es cofundador del proyecto de cultura urbana alternativa Ghetto.in.ua.

Autor de diversos libros y publicaciones sobre temas sociales, culturales y de derechos humanos, es uno de los fundadores y dirigentes del movimiento ucraniano de izquierda Unión Borotba. Vive en Kiev.

Volodymyr Chemerys es un activista social y defensor de derechos humanos. En los años ochenta, dos veces fue expulsado de la universidad por “actividades antisoviéticas”. Fue uno de los más activos luchadores por la independencia de Ucrania de la URSS. En los años noventa fue presidente de la Unión de Estudiantes de Ucrania y diputado del parlamento. En 2000 fue coordinador del movimiento de protesta “Ucrania sin Kuchma”.

Es uno de organizadores de la campaña que exige reconocimiento de responsabilidad y pago de indemnización por parte de los Estados Unidos a la familia de su amigo, el periodista ucraniano Taras Protsiuk, asesinado por disparo de un tanque norteamericano durante la invasión a Irak. Conocido adversario y crítico del duopolio que gobernó Ucrania los últimos 20 años, es un activista de la iniciativa ucraniana “Por la protesta no violenta”.

Es también fundador y presidente de la organización de la izquierda ucraniana “Instituto República”, actualmente aliados de “Borotba” en la lucha por la paz en Ucrania. Vive en Kiev.

¿Qué fue lo que pasó en Ucrania en febrero de este año? Algunos medios lo han llamado golpe de Estado, ¿es eso cierto?

ANDRIY MANCHUK

Lo que pasó fue que en febrero, como resultado de los choques sangrientos en el centro de Kiev, llegó al poder una coalición de políticos de derecha y neoliberales, con apoyo de la Unión Europea (UE) y los Estados Unidos (EEUU). Hubo también participación financiera de algunos oligarcas ucranianos descontentos por la creciente influencia y apetitos de la familia de Yanukovich.

El nuevo gobierno derechista, cuya mayoría de integrantes ya estuvo antes en el poder, utilizó hábilmente el descontento de la gente por las políticas antisociales de Yanukovich para seguir con la misma política, a un ritmo incluso más acelerado. Para cumplir con las condiciones exigidas para obtener créditos del FMI, las autoridades anunciaron un aumento de tarifas sin precedentes, los precios se dispararon y comenzaron los retrasos en el pago de sueldos, pensiones y ayudas sociales en general.

La situación se agrava en el sudeste del país, pero las autoridades de Kiev apuestan por una solución de fuerza y anuncian que reprimirán a los ciudadanos descontentos, con lo que hacen imposible cualquier acuerdo. Los medios de comunicación están ahora en plena histeria patriótica, la censura es evidentemente mayor que en tiempos de Yanukovich, y los defensores de los derechos humanos partidarios del nuevo régimen cierran los ojos frente a las persecuciones políticas y la violación del derecho a la reunión pacífica.

Sin duda este es el gobierno más derechista en la historia de Ucrania. Su ideología combina un fundamentalismo neoliberal (con su fe incondicional en los dogmas de libre mercado) y un nacionalismo extremo, que se convirtió en una especie de religión para la mayor parte de los intelectuales ucranianos. En el país actúan hoy abiertamente varios grupos armados, formados por paramilitares neonazis. Por iniciativa del fiscal general Mikhnitsky (cercano a Svoboda) y pasando por encima de las decisiones de la justicia, el parlamento liberó a todos los presos de ultraderecha condenados por delitos violentos, incluso por asesinato.

En el Maidán hubo personas de diferentes ideas y entre ellos muchas personas honestas y sinceras, pero la derecha controló este movimiento en el sentido político, ideológico y organizativo. Por la correlación de fuerzas, al menos para nosotros, desde el inicio ya estaba claro que ellos tomarían el poder después de la caída de Yanukovich.

VOLODYMYR CHEMERIS

En Ucrania maduraron las contradicciones sociales y los ucranianos salieron al Maidán (Plaza) varias veces: el 2000, con el movimiento “Ucrania sin Kuchma”; el 2004, con la Revolución Naranja y en el 2013, con los eventos conocidos mediáticamente como Euromaidán.

En tiempos del movimiento “Ucrania sin Kuchma”, por primera vez se planteó con fuerza el tema del cambio del sistema de relaciones sociales, económicas y políticas; también surgió la demanda de una república parlamentaria. Pero ni en 2001 ni en 2004 el sistema cambió en lo más mínimo. Y cada año creció el número de acciones de protesta, la mayoría de ellas por demandas sociales: estudiantes y pequeños empresarios en 2010, maestros, inválidos de Chernobyl y veteranos de Afganistán en 2011, y mineros en 2013. En el verano de 2013, en un pueblito llamado Vradievka, las protestas contra la crueldad de la policía fueron especialmente fuertes y ya fue evidente que Ucrania estaba al borde de un nuevo estallido social.

Lo que ahora se conoce como Euromaidán tuvo su origen en una protesta de una parte de la clase media educada (“creative class”), debido a la negativa del gobierno a firmar el acuerdo sobre asociación con la Unión Europea. Se inició el 21 de noviembre de 2013 y prácticamente se agotó hacia fin de mes. Las manifestaciones ya estaban por desaparecer, pero en la noche del 30 de noviembre, violando la constitución y con una crueldad inusual, fueron reprimidas por las fuerzas especiales de la policía, la Berkut, y al día siguiente, el 1 de diciembre, salieron a las calles de Kiev varios cientos de miles de ucranianos indignados. Pero esto ya no era propiamente Euromaidán.

El fondo “Iniciativas Democráticas” señala que la exigencia de una asociación con Europa era apoyada sólo por una minoría de quienes protestaban; la mayoría (más de un 70 por ciento), quería, en primer lugar, mejorar la vida en Ucrania y la renuncia del corrupto presidente Yanukovich. Las palabras “cambio de sistema” fueron las más populares en el Maidán, pero su voz fue secuestrada por representantes de la oposición burguesa, dos partidos liberales y uno nacionalista. Fueron ellos justamente los que tuvieron recursos necesarios para imponer su agenda, mientras la ultraderecha se dedicó a destruir los monumentos a Lenin, hacer marchas con antorchas y agredir físicamente a los sindicalistas.

La gente que protestó lo hizo por demandas sociales y en primer lugar quiso acabar con el poderío de los oligarcas; pero estas demandas no se convirtieron en las del Maidán. Esto sucedió porque la izquierda está literalmente atomizada, y la sociedad civil no tuvo la suficiente fuerza ni organización para resistir la avalancha de recursos económicos de los partidos. Al final, los líderes de la oposición política, varias veces abucheados por el Maidán, fueron los únicos que lograron capitalizar la caída del régimen de Yanukovich formando su gobierno de transición.

En el oriente de Ucrania existía un potencial de protesta quizá incluso más grande que en el occidente; en la primavera del 2013, por ejemplo, en la región de Lugansk, los mineros tomaron el edificio de la administración minera para exigir el cumplimiento de sus demandas sociales al conocido oligarca Rinat Akhmetov. Pero el oriente no apoyó la rebelión de Maidán: en primer lugar, porque no vio expresadas sus exigencias sociales, y también porque rechazó las acciones agresivas de la ultraderecha. Otra razón fue que los obreros casi no estaban representados: de acuerdo a la información de la misma organización “Iniciativas Democráticas”, los obreros en el Maidán eran sólo un 7 por ciento.

Después del triunfo de la oposición y de que el nuevo gobierno quedara constituido por el partido liberal Batkivschina y el nacionalista Svoboda, ambos ajenos a sus intereses, el oriente se rebeló. Ni el Maidán ni el nuevo gobierno le ofrecieron a Ucrania un nuevo modelo social; sólo insistieron en un esquema ideológico rechazado tanto en el oriente como en el sur. Además, el nuevo gobierno designó como gobernadores de las regiones orientales a oligarcas odiados por el pueblo de esas regiones; también habló de la necesidad de “apretarse los cinturones” por la amenaza militar rusa, en una situación económica que ya era catastrófica, trasladando toda el peso de este período no hacia el gran capital, sino hacia las personas que participaron tanto en el Maidán como en el Anti-Maidán oriental.

Los programas sociales fueron reducidos en 7 mil millones de grivnas (aproximadamente 875 millones de dólares de esa fecha). Debido a las exigencias del FMI se dispararon los precios de la energía y, en consecuencia, las tarifas comunales y de transporte. Actualmente la grivna está en caída libre, los precios crecen y los sueldos y pensiones están congelados. Los expertos dicen que debido a los saltos del cambio de moneda nacional, los bancos especuladores ya ganaron cerca de 3 mil millones de dólares.

Viendo la situación de este modo, las protestas en Ucrania oriental pueden entenderse como una prolongación del Maidán, pero con exigencias sociales más definidas.

Los movimientos de protesta en el oriente son tan diversos como lo eran en Maidán: hay partidarios de la descentralización, de la federalización del país y también partidarios de la unión con Rusia.

El movimiento prorruso, antes del Maidán, prácticamente no se notó. Explicar su crecimiento exclusivamente por la presencia de provocadores mandados desde Rusia (quienes sin duda también existen), como lo quiere presentar el gobierno de Kiev, es absurdo; la causa está en la política antisocial de este gobierno.

Existen fuertes coincidencias entre las posturas del Maidán y del Anti-Maidán: descentralización con aumento de la autogestión local en vez de gobernadores nombrados por el gobierno central, y sentimiento de odio hacia los oligarcas que han gobernado Ucrania prácticamente a lo largo de todo el período independiente. La diferencia es que en oriente hay un rechazo generalizado del gobierno actual, el que sólo es aceptado en el centro y occidente del país -en gran medida por la excusa de una amenaza imperialista rusa.

La unión del Maidán con el Anti-Maidán en un solo movimiento, que conduciría a Ucrania a una revolución social, es obstaculizada tanto por el gobierno de Kiev y sus aliados de ultraderecha como por el gobierno de Putin, que imponen una agenda muy lejana a la social.

En febrero de 2014, lo que hubo en Ucrania no fue un cambio de sistema social (o sea una revolución), sino sólo un cambio de los grupos en el poder. Los representantes de un clan de la gran burguesía, igual que en el 2004, una vez más se alternaron en el poder con los del otro clan. Pero, como es evidente, las contradicciones sociales no desaparecieron y son las mismas que en otras ocasiones. Por diferentes motivos (asesinato de un periodista, elecciones presidenciales, integración europea) llevaron antes a los ucranianos al Maidán. Y es también evidente que esto seguirá sucediendo hasta que una revolución de verdad acabe con estas contradicciones.

Ahora en Ucrania es común hacer paralelos históricos: en 1917 en Rusia fue la revolución de febrero, seguida luego por la revolución de octubre; es muy probable que después del golpe de febrero, en Ucrania habrá una revolución de octubre, de noviembre o de septiembre…

¿Qué opinan del término “junta de Kiev”, como los medios rusos llaman al gobierno ucraniano, haciendo alusión a la junta militar de Pinochet?

ANDRIY MANCHUK

Yo no ocupo este término. Pero después de visitar los actos masivos del llamado Anti-Maidán, entendí que este término nació espontáneamente entre los manifestantes, en un medio popular descontento por el poder derechista de Kiev, y ahora se usa activamente en el sudeste del país. En esta zona muchos consideran que un gobierno con ministros de ultraderecha, que llegó al poder después de choques sangrientos con participación de paramilitares neonazis y que toma una postura absolutamente enemiga de los habitantes de esta enorme región, bien puede ser llamado “junta”.

Este calificativo ya se arraigó y es un hecho objetivo. Para cambiar esta situación, hay que empezar por rechazar las etiquetas descalificadoras que los partidarios del Maidán ponen ahora a los habitantes del sudeste: colorados, topos, titushkas, vatniks, etcétera.(Nota del Traductor: Colorado: por un escarabajo muy dañino para la agricultura que tiene los mismos colores que la cinta de San Jorge, utilizada para simbolizar la victoria del ejército soviético sobre los nazis. Topos: por la condición de mineros de muchos de los Anti-Maidán. Titushka: se refiere a matones, frecuentemente de las barras del fútbol o delincuentes comunes, utilizados por Yanukovich para amedrentar a los manifestantes de oposición. El término hace referencia a Vadim Titushka, quien fue uno de los primeros de estos matones detenido y desenmascarado por los manifestantes. Vatniks: tipo de chaqueta o parka muy fea pero abrigadora, de uso popular entre los obreros.)

VOLODYMYR CHEMERIS

Efectivamente, la separación de Yanukovich del poder y la formación del nuevo gobierno en febrero no se hizo conforme a la constitución de Ucrania, pero la situación real fue que el presidente y parte de su gobierno se fugaron del país. El partido de gobierno estaba desmoralizado, el poder prácticamente estaba botado y no cualquiera podía levantarlo.

La sociedad civil, la clase media y los representantes de los diferentes grupos de Ucrania occidental, que representaban la mayoría del Maidán, no estuvieron en condiciones para constituir un nuevo gobierno. Por eso, la oposición parlamentaria burguesa, junto con los escombros del ex partido de gobierno (Partido de las Regiones) fueron los que levantaron el poder tirado en las cenizas del Maidán. En ese momento, simplemente no había posibilidad de realizar todos los procedimientos constitucionales necesarios, y no había nadie más que pudiera tomar el poder.

El poder actual de Kiev debe considerarse legítimo, pero no en el sentido de que fuera constituido conforme a la constitución, sino porque aunque no lo quieren, lo reconocen como poder las instituciones armadas, los poderes locales, la mayoría de las organizaciones de la sociedad civil y el ya opositor Partido de las Regiones. Por ahora es mejor no cuestionar la legitimidad del gobierno de Kiev, al menos mientras no estemos en condiciones de proponer una alternativa.

¿Cuál fue el rol de las potencias extranjeras en el derrocamiento del gobierno de Yanukovich y en los acontecimientos actuales?

ANDRIY MANCHUK

Los gobiernos de EEUU y la UE abierta y activamente apoyaron el Maidán. Cuando los manifestantes comenzaron a tomar los edificios administrativos en el centro de la capital, ejercieron presión política sobre Yanukovich para que no los reprimiera. También apoyaron desde mucho antes a los adversarios del gobierno con información y finanzas a través de un sistema de becas (grants) destinado a periodistas y activistas de oposición.

Los embajadores y políticos occidentales estuvieron permanentemente presentes en el Maidán, incluyendo a personas tan siniestras como el senador estadunidense McCain, legitimando así a los paramilitares de ultraderecha. Después de que los neonazis derribaron el monumento a Lenin en el centro de Kiev, erigido para la exposición de París de 1936, tres ministros del exterior de países de la Unión Europea públicamente apoyaron este acto de vandalismo. Sin este apoyo decisivo, sin duda Maidán no hubiera tenido ninguna posibilidad de triunfar.

VOLODYMYR CHEMERIS

El gobierno de Yanukovich reiteradas veces señaló que el Maidán fue organizado por provocadores que cumplieron instrucciones de potencias extranjeras (seguramente teniendo en cuenta a EEUU y la Unión Europea). De acuerdo con las leyes aprobadas el 16 de enero de 2014, las organizaciones que reciben dinero desde el exterior son consideradas “agentes del extranjero”.

El actual gobierno de Kiev repite ahora el error fatal de Yanukovich, cuando declara que la rebelión en el oriente de Ucrania se debe sólo a la intromisión rusa. Tanto el Maidán como el Anti-Maidán tienen un origen social; ningún Obama, Merkel o Putin podrá jamás hacer lo que hizo el pueblo de Ucrania. Desde el Occidente, personas como Nuland, Ashton, Tombinsky, Kvasnevsky y Füle presionaron a la oposición parlamentaria y a Yanukovich a la negociación y el compromiso. Al final, lograron convencer a Yanukovich de deshacerse del gobierno de Azarov y ofrecer el cargo de Primer Ministro a Yatseniuk; éste aceptó, pero el Maidán lo abucheó. Los manifestantes, cada vez más radicalizados, ya no permitieron ningún tipo de acuerdo con Yanukovich.

En general, Occidente siempre tuvo miedo a la anarquía de las masas, y toavía más, temía que ésta fuera encabezada por los declarados fascistas de Sbovoda o de Pravyi Sektor; por eso querían conservar a Yanukovich en la presidencia haciendo primer ministro a Yatseniuk.

Occidente quiso llegar a este acuerdo. Tres cancilleres europeos y un ex ombudsman (defensor del pueblo) ruso prácticamente obligaron a Yanukovich y a tres líderes de la oposición parlamentaria, el 21 de febrero, a firmar un compromiso según el cual Yanukovich seguiría como presidente hasta fines de año. Los opositores incluso hicieron que la asociación Maidán, controlada por ellos y compuesta por una parte de los activistas sociales, lo aprobara. Pero el Maidán real también rechazó este acuerdo.

La oposición burguesa simplemente tuvo miedo de tomar el poder, y los ministros occidentales quisieron conservar a Yanukovich como garantía contra la posibilidad de un viraje social, que pudo ocurrir como consecuencia de la energía y radicalización del Maidán. Pero pasó lo que pasó. Aunque Occidente no quiso la caída definitiva de Yanukovich, el actual gobierno resultó ser el mejor regalo para ellos. Este gobierno no tiene apoyo de Rusia, ni del oriente del país, ni, en términos reales, del occidente del país; depende totalmente de EEUU y la UE.

¿Quién disparó a los manifestantes en Kiev?

ANDRIY MANCHUK

La versión oficial de que esto lo hicieron las fuerzas especiales por orden de Yanukovich genera escepticismo, incluso entre varios de los partidarios del nuevo gobierno y sus protectores europeos, lo que se hizo evidente por la grabación de la conversación entre el ministro de defensa de Estonia y la “baronesa” Ashton. Aún más, los jefes de las fuerzas especiales no solo no fueron arrestados, ni siquiera fueron despedidos y siguen trabajando para el nuevo régimen.

Se sabe que Yanukovich, durante varios meses, se rehusó a autorizar que se abriera fuego contra los manifestantes. Esto fue así no por razones humanitarias, sino porque estaba muy preocupado por su imagen en los medios internacionales, ya que cadáveres en las calles de Kiev significarían la caída inmediata de su régimen. Por eso existen varias versiones respecto a que los disparos podrían haberlos hecho partidarios de la oposición, con mayor razón porque sus representantes tenían armas y las usaban abiertamente. Es conocida la foto que le tomaron a Pashinsky, diputado del bloque de Yulia Timoshenko que ahora encabeza la administración del presidente, con un fusil de francotirador. Pero no quiero seguir especulando con este tema, lo que es obvio es que el actual gobierno no tiene ninguna intención de investigar esta tragedia.

VOLODYMYR CHEMERIS

Es una pregunta para los organismos competentes. Los resultados de la investigación que presentaron el Ministerio del Interior, el SBU (Servicio de Seguridad de Ucrania) y la Fiscalía General, producen serias dudas prácticamente a todos.

La lógica fue así: el Maidán se debilitaba, pero de repente, el 30 de noviembre, lo reprimen y en respuesta a eso los ucranianos se rebelan. La gente está protestando en el Maidán sin ningún resultado y poco a poco se desmotiva, pero de repente, en la noche del 10 al 11 de diciembre, el Maidán es atacado por la Berkut. Esta vez la policía no golpea a nadie y su ataque no da ningún resultado, pero la gente recupera el sentido de estar en el Maidán y construye las primeras barricadas. Luego, la protesta nuevamente se debilita, pero el Parlamento repentinamente aprueba las leyes del 16 de enero que restringen fuertemente los derechos ciudadanos, en primer lugar, el derecho a reunión; la respuesta del Maidán son los cócteles Molotov. Da la impresión de que alguien, a propósito, arrojaba combustible al fuego. Luego, de nuevo se produce un equilibrio de fuerzas, pero el 20 de febrero suenan disparos, después de los cuales no hay ninguna acción de las autoridades; el resultado, la caída de Yanukovich.

Existen diferentes versiones sobre las razones de fondo de la caída de Yanukovich. Una de ellas señala que habitualmente en Ucrania un presidente autoritario cumplía el rol de garante y árbitro: tenía que ser garante de que todo lo que era robado por los oligarcas permanecería en sus manos y árbitro en caso de conflicto entre ellos. Yanukovich dejó de cumplir el rol de árbitro cuando las propiedades de los oligarcas comenzaron a ir a parar a manos de su propia familia. Los oligarcas (Kolomoysky, Firtash y otros) se molestaron mucho, fueron ellos quienes participaron en el apoyo y en la “estimulación” del Maidán.

¿Cual es el conflicto entre el gobierno de Ucrania y Pravy Sektor?

ANDRIY MANCHUK

Dentro de la coalición gobernante hay una lucha por el poder. Pero el asesinato del siniestro paramilitar ultraderechista Muzychko y el hecho de que una parte de los paramilitares de Pravy Sektor después de un tiroteo en el centro de Kiev se mudaron a una mansión fuera de la ciudad, no significa que entre Pravy sector y el poder exista algún conflicto de fondo. El líder formal de Pravy Sektor, Yarosh, está orgulloso de su amistad y de ser compadre del jefe del SBU, Nalivaychenko, quien a su vez es conocido por sus estrechos contactos con los servicios secretos norteamericanos. Hace poco lo visitó en Kiev el director de la CIA. No es ningún secreto que los grupos a partir de los cuales fue creado Pravy Sektor, siempre han estado bajo control de SBU. Pravy Sektor es una estructura manejable y bajo control de los que hoy están en el poder. Lo que ocurre es que ahora simplemente los han desplazado de la primera plana, para que no asusten con su apariencia y sus acciones a los periodistas y al público liberal que simpatiza con el Maidán.

VOLODYMYR CHEMERIS

Pravyi Sektor (PS), se convirtió en un partido, creado en base al partido Asamblea Nacional Ucraniana (UNA), también llamado Autodefensa Nacional Ucraniana (UNSO). Este último participó activamente en el movimiento “Ucrania sin Kuchma” y durante mucho tiempo nos visitaba en la oficina de nuestro Instituto República, junto con representantes de los grupos de izquierda. Teníamos fuertes discusiones, pero nunca llegábamos a la agresión física. Entre Svoboda y el PS, adonde aparte de UNSO entra el grupo “Trizub” (Tridente) con su líder Yarosh y otros grupos de ultraderecha, no existe ninguna diferencia ideológica, pero sí hay diferencias en temas tácticos y lo más importante, odios personales. El PS se formó en Maidán como una alternativa a Svoboda. El aumento de popularidad del PS, después de sus ataques con cócteles Molotov el día 19 de enero sin tener respuesta de la policía (antes de eso los llamaban provocadores) causó que ahora se convirtiera en un serio peligro electoral para Svoboda.

Actualmente Svoboda es parte del gobierno; su representante es el fiscal nacional interino. Justamente, fue este fiscal, Makhnitsky, quien junto con el ministro del interior Avakov fue acusado por el PS de organizar el asesinato de su más destacado representante, Sashko Bilyi. Pero la competencia entre PS y Svoboda será sólo por los electores de la ultraderecha. Hay que tener en cuenta que el actual gobierno de Ucrania no está interesado en la existencia de un grupo armado que siga asustando a los habitantes de Kiev, disparando de vez en cuando sus Kalashnikovs en el centro de la ciudad e irrumpiendo en el Parlamento para imponer sus exigencias.

Lo importante son dos cosas: que el PS está bajo el control de las fuerzas de seguridad SBU (el jefe del PS, Yarosh, fue ayudante del director del SBU Nalivaychenko) y que es financiado por el oligarca judío Kolomoysky, quien también financia a Svoboda.

¿Donde está la izquierda ucraniana?

ANDRIY MANCHUK

La izquierda ucraniana no existe como movimiento y esa fue una importante razón para que la oposición derechista no tuviera problemas para instrumentalizar según sus intereses el descontento social, usando sus manos para tomar el poder.

Ser de izquierda en Ucrania no es fácil, ya que durante los últimos más de 20 años en la conciencia social del país ha predominado la propaganda anticomunista combinada con una glorificación del nacionalismo. La ideología de izquierda se ha satanizado de mil maneras, presentándose como algo a priori extraño al pueblo ucraniano y aun más, como la ideología de los enemigos, de aquellos forajidos que supuestamente planificaron la eliminación física de los ucranianos como pueblo. Una generación entera de intelectuales creció con mitos históricos de derecha y dogmas anticomunistas.

Pero esta situación no empujó a la izquierda ucraniana a unirse, pese a que desde hace varios años era evidente que la extrema derecha tomaría el poder. Esto se hizo claro, sobre todo, luego de los grandes éxitos electorales de Svoboda, con quien se aliaron los partidos liberales. Los intentos de organizar algún movimiento político de izquierda más o menos influyente o masivo fracasaron, no por acciones de la policía política que en los tiempos de Yanukovich era corrupta y débil, sino por el infantilismo, impotencia política y tontas peleas internas de la izquierda. Pese a las acostumbradas consignas de unidad y solidaridad, siempre terminaban imponiéndose mezquinas peleas sectarias. Una parte de la izquierda abandonó definitivamente la idea de la organización política y la lucha por el poder, autoexcluyéndose así del proceso político. Los acontecimientos en Maidán evidenciaron esta crisis de la izquierda.

Pequeños grupos de anarquistas se convirtieron de hecho en ayudantes involuntarios de la derecha y ultraderecha, fuerzas predominantes del Maidán, ayudándoles a tomar al poder. Además de esto estos grupos se dejaron influir por la histeria patriótica y el racismo social, despreciando a los habitantes del sudeste a veces incluso más que algunos activistas de derecha.

Borotba, una organización de izquierda, después de que matones de ultraderecha destruyeran en enero su oficina en Kiev, trasladó su trabajo principal a Kharkov, Mariupol, Odesa y otras de las ciudades en las que se inició el movimiento masivo de resistencia al poder central. En las “Maidanes” de estas ciudades, la izquierda sí puede salir con sus banderas y su agenda, compitiendo exitosamente con otras fuerzas políticas. Creemos que después de la crisis que inevitablemente sobrevendrá en los próximos meses, la izquierda tendrá la oportunidad de encabezar estas protestas, las que tendrán una potente agenda social y serán muchas veces más fuertes.

VOLODYMYR CHEMERIS

La izquierda ucraniana extraparlamentaria llegó a los acontecimientos de fines del 2013 en una situación de absoluta división, prácticamente atomizada. Lo único que hacían los pequeños y marginales grupitos de izquierda era pelear entre ellos y discutir temas como el trotskismo y el anarcosindicalismo, es decir cosas que a la sociedad no le interesaban en lo más mínimo. Todos los intentos de unir a los grupos de izquierda sobre una base federativa, como por ejemplo en el caso de la CIRIZA griega, fracasaron. Esto explica el rol marginal que ellos tuvieron en el Maidán. Los activistas sindicales de izquierda, los hermanos Levin, fueron golpeados en el Maidán el 4 de diciembre por militantes ultraderechistas de Svoboda. El intento de organizar una “centuria” anarquista en el Maidán también fracasó por la oposición violenta de la ultraderecha. (los manifestantes del Maidán se organizaban en grupos de 100. Nota del traductor)

Pero la izquierda logró al menos elaborar y dar a conocer 10 puntos de acuerdos básicos, que en el fondo eran las exigencias sociales de la gente que salió al Maidán. Estas exigencias fueron apoyadas por los manifestantes, aunque jamás se convirtieron en demandas oficiales de la oposición burguesa que encabezó el Maidán.

La asociación de izquierda Borotba participa ahora activamente en el Anti-Maidán y tiene una influencia bastante grande en las protestas de Kharkov, segunda ciudad de Ucrania. Borotba no quiere la unificación de Ucrania oriental con Rusia, sino que exige una organización federal para el país. También se ha declarado abiertamente enemiga del gobierno oligárquico de Kiev.

¿Cómo es el Partido Comunista de Ucrania y cual es la postura de sus dirigentes y sus bases?

ANDRIY MANCHUK

El Partido Comunista de Ucrania es en realidad el partido conservador de Petro Symonenko, quien privatizó esta popular marca política hace 20 años. En los 90, este partido fue la principal fuerza opositora en el país y tuvo influencia masiva y apoyo popular real, pero Symonenko expulsó a todos los activistas honestos que molestaban a su negocio político con Timoshenko, Yanukovich y Putin. Desde entonces, este partido “comunista por su nombre”, ha adoptado la ideología del clerical-patriotismo ruso. Después del Maidán, sus oficinas en Kiev y en todo el occidente fueron tomados por los neonazis, que quemaron sus banderas, símbolos de izquierda y libros. La cúpula del partido se fugó del país y sus bases fueron víctimas de ataques; aunque los dirigentes ya regresaron, parte de los militantes, desmoralizados y desilusionados, siguen abandonando el partido.

VOLODYMYR CHEMERIS

Desde el principio del Maidán, el Partido Comunista de Ucrania apoyó al gobierno Yanukovich-Azarov… y en general ellos, con sus votos en el parlamento siempre apoyaron al gobernante Partido de las Regiones, que representaba los intereses del gran capital en el oriente de Ucrania. Solo muy de vez en cuando votaban contra algunas de las más siniestras iniciativas de mercado del gobierno, como la reforma del sistema de pensiones o la del código laboral. Debido a esta postura, el partido comunista obtuvo varios “premios” del poder, tales como cargos para varios altos funcionarios y el apoyo a sus negocios, por ejemplo para la familia Kaletnikov. Muchos dejaron de considerar al partido comunista un partido de izquierda …

Luego de la caída del gobierno de Yanukovich, muchas oficinas del partido fueron tomadas, la ultraderecha empezó a exigir su prohibición y se inició un éxodo masivo de sus militantes de base. Sin embargo, el partido conservó su influencia en las regiones orientales y ahora apoya activamente el Anti-Maidán. No cabe duda de que tendrán una participación en el nuevo parlamento gracias a los votos del oriente.

Según todo parece indicar, el partido comunista, al igual que el Partido de las Regiones serán integrados al sistema político post-Maidán ya que el nuevo gobierno de Kiev necesita de la colaboración del Partido de las Regiones (ahora totalmente controlado por el oligarca de Donetsk Akhmetov) y del partido comunista; sin ellos el actual gobierno no podría pacificar al oriente ni reunir la cantidad de votos necesaria en el parlamento.

¿Qué pasó en Crimea?

ANDRIY MANCHUK

Durante los 23 años de independencia de Ucrania, los habitantes de Crimea no recibieron de parte de Kiev nada aparte de su política antisocial combinada con retórica nacionalista. Incluso varios representantes de la intelectualidad de Kiev, como los escritores Andrukhovich y Shkliar, llamaban abiertamente a devolver Crimea a Rusia, por ser una región “insuficientemente ucraniana”.

Inmediatamente después de los hechos sangrientos en Kiev, en el centro de la capital de Crimea, Simferopol, hubo choques entre nacionalistas prorrusos y proucranianos, los que causaron como mínimo dos víctimas; esto causó un fuerte impacto en la población. Después de eso, los habitantes de la península temieron represalias de la ultraderecha de Kiev, que mostraba sus armas y prometía mandar a Crimea “trenes de amistad”. Putin aprovechó hábilmente esta situación para tomar la península bajo su control. En realidad, una parte de la verdad fue que en Crimea hubo una ocupación armada rusa; la otra parte fue que la gran mayoría de la población la apoyó pasivamente con la esperanza de que las autoridades de Putin garantizaran el orden y subieran su nivel de vida. Durante todo el tiempo en que las autoridades ucranianas gobernaron la Crimea heredada de la URSS, no hicieron nada para conquistar una mínima simpatía en sus habitantes; por el contrario, todas las acciones de Kiev parecían destinadas a empujarlos a los brazos de Rusia. Con todo esto, muchos crimeos no es que tengan tantas ilusiones respecto a la “estabilidad” de Putin, pero, en comparación con el régimen de Kiev, parece preferible.

Los acontecimientos en Kiev llegaron a ser una catástrofe para la izquierda ucraniana, ya que el gobierno actual presenta todos los problemas como el resultado de provocaciones de enemigos internos y externos, acusando de ser agentes prorrusos a todos los adversarios de su régimen.

VOLODYMYR CHEMERIS

Los acontecimientos en Crimea se parecen mucho a los del oriente, con la diferencia de que los ánimos prorrusos en Crimea han sido mucho más fuertes que en Donetsk. La tendencia prorrusa en Crimea ha existido desde hace décadas, pero antes del triunfo del Maidán solo se expresaba en el ámbito de lo cotidiano. Cuando los ultraderechistas empezaron a destruir los monumentos de Lenin cerca de Kerch (una ciudad vecina a Crimea) y los crimeos se asustaron al ver gente armada en el Maidán de Kiev, apoyaron entusiastamente a los “hombrecitos verdes” que tomaron el edificio del parlamento de Crimea en Simferopol. (La expresión “hombrecitos verdes” ha sido utilizada popularmente para denominar a los militares rusos en Crimea, vestidos con uniformes sin distintivos. Nota del traductor).

Les daba lo mismo si eran soldados rusos o “autodefensas”. Sin duda, la mayoría de los crimeos, entre los cuales predominan los rusos étnicos, votaron en el “referendum” por la unificación con Rusia. Pero hay otra cosa importante: la población nativa de Crimea, los tártaros, boicoteó este referendum. Ellos habían sido expulsados de su patria por el régimen de Stalin, sus casas fueron ocupadas por los migrantes que venían de Rusia y sólo pudieron regresar luego de la desarticulación de la URSS. Actualmente son 300.000, entre dos millones de crimeos. Es decir, son una minoría. Existe el derecho de las naciones a la autodeterminación, reconocido por la comunidad internacional, el que fue invocado por los pueblos de Abjasia y de Osetia. Pero no existe el derecho de la autodeterminación de los territorios y no existe una nación “crimea” o “de Pridniestrovia” (Transnistria), que pudieran “autodeterminarse”. El derecho de autodeterminación en Crimea le compete solo a su pueblo autóctono, los tártaros, que en su enorme mayoría insisten que Crimea es parte de Ucrania.

¿Qué pasa hoy en el sudeste del país?

ANDRIY MANCHUK

Lo que pasa es que comenzaron a haber protestas masivas de gente descontenta por la política del nuevo régimen de Kiev, con sus medidas antisociales y escandaloso nacionalismo, con una manifiesta enemistad hacia los habitantes de esta región rusoparlante. La caída del Partido de las Regiones, que antes bloqueaba cualquier activismo político, también ayudó a ese proceso. La compositiva de los participantes de las protestas es muy diverso: hay activistas de izquierda y prorrusos que están en permanente conflicto unos con otros y existen también muchos ciudadanos auto organizados que no pertenecen a ningún grupo político pero salen a la calle por su desacuerdo con quienes gobiernan ahora el país. Sobre esta autoorganización están hablando ahora todos los observadores objetivos, ya que derriba los mitos clasistas sobre la “chusma oriental pasiva” que predominan entre los partidarios del Maidán de Kiev. Se crearon milicias armadas, en su mayor parte, militares en retiro y veteranos de Afganistán. Rusia sin duda apoya este movimiento pero las afirmaciones de que este fue creado por agentes rusos y que son los líderes de los manifestantes, eso sin duda no es verdad.

Los nuevos gobernantes del país, mandaron tropas contra el pueblo de la región oriental, pero los habitantes de Khramatorsk desarmaron a los soldados de la brigada de élite de paracaidistas y hasta tomaron parte de sus equipos. Simples campesinos, literalmente “cazaban” a los tanques en sus viejos autos y cuadriciclos, nada similar ocurría desde los tiempos de Makhno (Néstor Makhno, revolucionario anarquista ucraniano, héroe de la guerra civil de principios del siglo pasado. Nota del traductor).Los soldados se negaron a disparar al pueblo para defender a sus jefes y a los políticos que los habían enviado. En la región ocurren choques esporádicos entre los paramilitares llegados desde Kiev y las autodefensas locales.

La liberación de todos los presos políticos, la federalización con amplios derechos de autogestión local y el status oficial para la lengua rusa permitirían resolver la crisis. Sin embargo, las autoridades de Kiev no están dispuestas a aceptarlo y apuestan por la fuerza, lo que de hecho ya llevó al país a una situación casi de guerra civil.

¿Qué intereses representa el gobierno de Ucrania?

ANDRIY MANCHUK

Hasta sus partidarios, del diario Ukrainska Pravda, lo llaman “gobierno de oligarcas”: “Es notorio que hasta ahora el gabinete de ministros no ha preparado ni una sola iniciativa que obligue a pagar a los oligarcas, aunque el poder tiene la posibilidad de aumentar los ingresos del presupuesto sin aumentar la carga fiscal de la gente común. Por ejemplo, Ucrania tiene las rentas más bajas (aquí esto se llama pago) por el uso de subsuelo para la extracción de minerales. Son varias veces más bajas que en Rusia, sin hablar de Europa. Pero el aumento del pago por el uso del subsuelo es una carga fiscal para los oligarcas y eso sería inaceptable para el poder. Los proyectos de Leyes antipopulares propuestos son una clara respuesta a la pregunta sobre quienes ganaron en Ucrania como resultado de la revolución. Si el gobierno anterior fue “familiar”, entonces el actual merece el título de “oligárquico”.

Luego de tomar el poder, las nuevas autoridades entregaron las regiones del sudeste a los oligarcas Kolomoisky y Taruta, nombrándolos gobernadores. Aparte de esto, el gobierno actualmente asegura su apoyo corrupto a las estructuras comerciales de Kolomoisky a quien abiertamente denominan “el principal aventajado del Maidán de Kiev”. A cambio de eso, el oligarca reprimió con violencia las manifestaciones de oposición en Dniepropetrovsk, armando grupos de paramilitares de derecha. El nuevo gobierno representa por supuesto también los intereses de sus protectores extranjeros, de quienes depende por completo.

VOLODYMYR CHEMERIS

Este régimen no es más que un algo remozado “gobierno naranja” del período 2005-2010 (se refiere a la “Revolución Naranja” que en 2005 inhabilitó un fraudulento triunfo electoral del prorruso Yanukovich y llevó al poder al candidato prooccidental Victor Yushenko, ambos de derecha. Nota del traductor). Igual que sus antecesores, este gobierno trabaja en función de los intereses del gran capital y los oligarcas, que a fines del 2013 se unieron contra la familia Yanukovich y ahora pretenden controlar toda la vida económica y política en Ucrania. En marzo, el principal beneficiario de los cambios parecía ser el oligarca Dmitri Firtash, pero su repentino arresto en Viena por exigencia de EEUU, abrió el camino a Igor Kolomoisky, que ahora controla los principales ministerios e hizo una alianza estratégica con el más probable triunfador de las elecciones presidenciales del 25 de mayo, el oligarca Petro Poroshenko.

¿Cual es la política de Putin respecto a Ucrania?

ANDRIY MANCHUK

Al igual que el gobierno de Kiev, Putin utiliza la guerra para unir mediante propaganda patriótica a la sociedad rusa y para desacreditar a la oposición como “quinta columna” del enemigo extranjero. En Moscú están esperando ver hasta que punto se va a desestabilizar Ucrania, debido a la crisis social y económica en la que se hunde vertiginosamente y se preparan para la futura lucha política con la Unión Europea y EEUU que son quienes ahora dictan la política exterior de Kiev. Es decir, se trata de una lucha imperialista por el control de Ucrania.

VOLODYMYR CHEMERIS

Creo que Putin se imaginó a si mismo como el “reunificador de las tierras rusas” o tal vez como una reencarnación del emperador Pedro el Grande. No creo que ahora se trate de la anexión de Ucrania a Rusia, más bien, el plan de Putin consiste en convertir a Ucrania en un estado estructurado como una confederación, controlado por Rusia.

¿Cual es el rol que en la crisis han tenido los países de la OTAN?

ANDRIY MANCHUK

Las autoridades ucranianas declararon abiertamente su intención de ingresar a la OTAN, aun cuando esta idea nunca ha tenido apoyo en la población del país. La misma OTAN hasta el momento se ha limitado a proporcionar ayuda técnico-militar y a hacer declaraciones en contra de la intervención rusa, lo que es a todas luces una hipocresía por parte de quienes siempre han organizado invasiones y guerras en todo el planeta.

VOLODYMYR CHEMERIS

Es mínimo. En algún momento EEUU y otros miembros de la OTAN, protegieron con sus fuerzas a Koweit y Bosnia, estados no miembros. Pero ahora no se hay un grado similar de involucramiento para proteger a Ucrania de la agresión rusa. Los países occidentales solo expresan “una profunda preocupación” y aplican sanciones económicas irrelevantes a Rusia. Es evidente que la OTAN tiene miedo de desatar una tercera guerra mundial.

Un gran problema para Ucrania es que debido a esta expansión rusa, cada vez hay más gente aquí que insiste en el ingreso del país al bloque militar de la OTAN, sin pensar en las múltiples consecuencias negativas que ello tendría.

¿Que opina del apoyo de una parte de los gobiernos progresistas de América Latina a la postura de Rusia respecto a Ucrania?

ANDRIY MANCHUK

Estuve en América Latina y se que muchos ahí todavía ven en la Rusia capitalista una heredera de la URSS, considerando a Putin un estadista progresista y adversario de Washington. En esto también hay razones prácticas: Putin mantiene una colaboración militar y económica con los gobiernos latinoamericanos que se oponen al gobierno de EEUU. Considerando el abierto apoyo al Maidán por parte de EEUU, cuyo imperialismo es conocido muy de cerca por los latinoamericanos, sería difícil esperar de Correa o de Maduro un apoyo al gobierno que surgió de este proceso. Además muchos activistas del Maidán apoyan directamente a la oposición venezolana y la lucha contra lo que llaman “la tiranía chavista”. Como observó irónicamente nuestro compañero el sociólogo ucraniano Vladimir Ischenko, hasta los anarquistas ucranianos critican a Maduro con más fuerza que a los propios ministros de derecha de Kiev.

VOLODYMYR CHEMERIS

Podemos entenderlo. Tal como para Ucrania el agresor es Rusia, para Venezuela y Ecuador es EEUU. Si en nuestro país se cuenta con la ayuda de EEUU contra Rusia, en América Latina se cuenta con la ayuda de Rusia contra EEUU.

¿Cual es el rol que está teniendo la prensa que cubre los acontecimientos en Ucrania?

ANDRIY MANCHUK

Los principales medios ucranianos, inicialmente, apoyaron muy decididamente a los manifestantes del Maidán. Este apoyo fue absolutamente acrítico, problemas como la hegemonía de la ultraderecha y la violencia que ejercía se callaban mientras los adversarios al Maidán eran satanizados. Se creó así una imagen idealizada del Maidán para consumo de los medios internacionales; la prensa liberal ucraniana se convirtió en su vocera y propagandista, mostrando tan poca objetividad como la que tienen los programas de la televisión oficial rusa sobre Ucrania. Son justamente los medios los que están alimentando en la sociedad una histeria chauvinista y un racismo social respecto a los habitantes del sudeste. No hay ningún equilibrio en la postura de los medios de comunicación; aun más, la censura y la autocensura crecen, mientras los partidarios del nuevo gobierno persiguen a los periodistas críticos, llamando a quitarles el derecho a ejercer la profesión y arrestarlos por traidores. Algunos de los periodistas disidentes ya han sido agredidos físicamente y detenidos, al tiempo que los defensores de los derechos humanos que en los tiempos de Yanukovich llamaban a defender los derechos de la prensa hoy miran hacia otro lado. Los “doble estándares” respecto a los “nuestros” y los “ajenos” se convirtieron en el principal paradigma de los medios de comunicación ucranianos.

VOLODYMYR CHEMERIS

En los dos lados hay una guerra informativa. En Rusia, los medios de comunicación obedecen órdenes del gobierno; lo mismo ocurre en Ucrania, donde los medios de comunicación en su mayor parte cumplen órdenes de sus dueños oligarcas. Una información objetiva u opinión diferente no se ve en ninguno de los dos países. Por una parte escuchamos que los fascistas tomaron el poder en Kiev y golpean a todos los rusos y por la otra, que los separatistas borrachos están aterrorizando al oriente. Ambas cosas son mentiras.

¿Cuales son las posibles variantes del desarrollo de los acontecimientos y sus respectivos riesgos?

ANDRIY MANCHUK

Según nuestros pronósticos, durante el año en curso al país le espera un colapso económico y social generalizado: las autoridades ya no tienen como sostener el presupuesto y los pagos respectivos; las condiciones del crédito del FMI generarán un crecimiento catastrófico de las tarifas del gas, la energía eléctrica y significarán el fin de los beneficios sociales para los grupos vulnerables; todo esto junto con inflación, retraso de sueldos y un crecimiento generalizado de los precios de la bencina y los productos de primera necesidad. Sin duda esto puede derivar a una explosión social de gran envergadura, multiplicada por las protestas civiles en la región sudeste. El régimen tratará de reprimirlas con fuerza usando los grupos paramilitares de derecha legalizados como Guardia Nacional, pero no tendrá la suficiente fuerza para acabar con un movimiento de protesta que será realmente masivo. Justamente eso le proporcionará una oportunidad a la izquierda ucraniana, a condición de que esta izquierda logre organizarse y ganar prestigio dentro del movimiento de resistencia.

VOLODYMYR CHEMERIS

Actualmente hacer pronósticos es igual que adivinar mirando la borra de una taza de café. A corto plazo, mucho dependerá de cómo se celebre el 9 de mayo, día en el que en los países de la ex URSS se celebra el “Día de la Victoria” sobre la Alemania fascista. Ese día se puede esperar movilizaciones masivas en el oriente, toma de edificios administrativos y hasta nuevos actos terroristas. ¿Qué obtendremos como resultado? ¿Una invasión rusa? ¿la caída del gobierno de Kiev? ¿Una declaración de “estado de sitio” que tenga como consecuencia la anulación de las elecciones del 25 de mayo? O a pesar de todo, el gobierno resistirá, Putin no intervendrá y las elecciones se realizarán de todas maneras? Es posible cualquier escenario.

¿Hay alguna solución para la situación actual?

ANDRIY MANCHUK

El país, al igual que antes e incluso más que antes, necesita de una fuerza política influyente de izquierda, que pueda contraponerse al nuevo régimen y también a los nacionalistas prorrusos y partidarios de Yanukovich. Mientras una fuerza así no exista, la protesta popular una y otra vez será instrumentalizada por los anteriores o los actuales dueños del país en sus luchas por el control de Ucrania. Para eso, los militantes de izquierda y los verdaderos demócratas, a pesar de sus posturas personales respecto al Maidán, deberían unirse y trabajar juntos.

VOLODYMYR CHEMERIS

Ucrania fue y sigue siendo un país controlado por los oligarcas. Fue justamente contra ellos que se reveló el occidente (Maidán) y el oriente (Anti-Maidán). Una solución de fuerza (occidente vence al oriente o al revés) no es posible. Lo único que puede unir el oriente con el occidente es una agenda social o parafraseando a los clásicos “la eliminación de la oligarquía como clase”. Pero es evidente que el actual gobierno de Ucrania no va a hacerlo, sólo por su origen social. Esto podrán hacerlo solo las fuerzas “de abajo”, del occidente y el oriente unidas. Pero todavía no veo que puedan unirse, al menos por ahora. Tengo la impresión de que a personas iguales alguien les puso en las manos diferentes banderas y les dijo: peleen. Esta guerra civil ya ha llegado tan lejos que para enterrar el hacha de guerra se necesitará mucho tiempo.

¿Cómo pueden ayudar los pueblos de otros países al pueblo de Ucrania?

ANDRIY MANCHUK

En estos días sentimos un gran apoyo internacional, el que es muy importante para la izquierda ucraniana. Sin duda ahora lo más importante es ayudar a los pueblos de nuestros países a aclarar mejor qué es lo que ocurre en nuestro país y a obtener una información objetiva sobre estos acontecimientos, no tergiversada por los “espejos curvos” de los medios oficiales. La experiencia tanto positiva como negativa de las protestas en Ucrania es muy importante ya que mañana todo esto puede repetirse en otras regiones del planeta, incluyendo a América Latina.

VOLODYMYR CHEMERIS

Una vez el Subcomandante Marcos le contestó a los europeos que llagaron a Chiapas a ayudar a los zapatistas, más o menos lo siguiente: la única manera de ayudarnos es si ustedes, cuando vuelvan a sus países, hacen allí una revolución.

¿Qué diría a los familiares de los caídos en el Maidán?

ANDRIY MANCHUK

Conozco a algunos de ellos. Hubo un colega y conocido mío. También escuché a los familiares de uno de los que en marzo fue acribillado por la ultraderecha en el centro de Kharkov. Creo que los que perdieron a sus seres queridos no necesitan de nuestras palabras solemnes ni menos de especulaciones políticas sinvergüenzas en su nombre. Hay que tomar conciencia de esta tragedia sacando conclusiones y parando la escalada de violencia a fin de frenar la guerra civil que de hecho ya ha está por comenzar en Ucrania.

VOLODYMYR CHEMERIS

No hay nada que decirles, las palabras no ayudarán a nadie. El 18 de enero, cuando empezaron los choques en la calle Grushievsky yo traté de detenerlos. Por supuesto, no me resultó. Pensé y sigo pensando que la violencia no tenía ninguna justificación. Pero me encontré con muchos conocidos, de los tiempos de “Ucrania sin Kuchma” y entonces entendí que los que lanzaban los cocteles Molotov a la policía no eran “provocadores”. Actuaban desde una profunda desesperación y en ese momento realmente creían que actuaban correctamente. Ahí se inició una espiral de violencia, desconocida en Ucrania hasta ese momento, la que ha causado víctimas tanto entre los manifestantes como entre las fuerzas del orden.

Ahora muchos participantes del Maidán se hacen la pregunta sobre qué fue lo que cambió en Ucrania después del Maidán: murieron 100 personas; se perdió Crimea; no se sabe lo que pasará con el oriente; el sistema no cambió; al poder volvieron los “naranjos”; los oligarcas se sienten con plena libertad; aumentan los precios y las tarifas de servicios comunitarios y de transporte; se reducen los programas sociales … ¿Para que fue el Maidán? ¿Para qué murió la gente?

No tengo nada que decir a los familiares de los muertos, pero quisiera que estas muertes no fueran en vano. Y este “no-en-vano” será posible solo cuando en Ucrania triunfe una revolución social.

@OlegYasinsky

yasinsky.oleg@gmail.com

11 de mayo 2014

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