Presente, la memoria de los padres del evangelio de los pobres en la Huasteca

Mariel Andrea Manrique Rivera y Mauricio González González

Atlapexco, Hidalgo. Las organizaciones formadas al calor de la lucha de Samuel Mora, Pablo Hernández y José Barón, sacerdotes practicantes del Concilio Vaticano II –que ordenó construir el reino de Cristo sobre la tierra-, recuerdan las enseñanzas de estas figuras emblemáticas para la lucha de los pueblos.

Música de viento hilvanada al son huasteco fue la bienvenida en Atlapexco, municipio de la Huasteca hidalguense, en un evento celebrado el pasado 19 de mayo que conmemoró tres vidas al lado de los pueblos campesinos indígenas de la región: la de los presbíteros Samuel Mora, Pablo Hernández y José Barón Larios quienes, desde los años setenta, ofrecieron sus andanzas para crear un mundo más justo para todos los hijos de dios, pero principalmente para los marginados. La convicción y añoranza acompañaron cada una de las palabras de cariño, apoyo y respeto a estas tres figuras emblemáticas de la resistencia de los pueblos.

Los tres sacerdotes conformaron el llamado Equipo Pastoral de Atlapexco, que trabajó en diversas comunidades; se trata de misioneros que consagraron su labor a la pobreza evangélica, lo que sigue teniendo efectos tanto en las comunidades que acompañaron como en diferentes organizaciones sociales independientes, que continúan en la lucha iniciada en aquellos años.

La teología de la liberación impulsó el andar de estos párrocos que, junto a la lectura de la Biblia, llevaron hasta sus últimas consecuencias el Concilio Vaticano II, que prescribió la construcción de la comunidad de Cristo en la tierra. Esto impuso no sólo ser parte del apoyo a los movimientos populares, sino también formar cuadros en derechos humanos y en leyes agrarias, así como brindar educación y aliento a los que tienen la razón de lucha.

Los tres sacerdotes pagaron con persecución su arrojo, pero al tiempo fueron resguardados por el mismo pueblo al que intentaron proteger. A Pablo Hernández se le recuerda como el buen pastor, el entregado a la enseñanza y preocupado por la formación de hombres y mujeres; José Barón fue un intelectual en amplio sentido, analista y estratega, vocero y denunciante de la ignominia en esas tierras; Samuel Mora fue el emprendedor, el sagaz constructor de organización y cooperativas que intentan superar las formas de intervención asistencialista que en un primer momento se utilizaron, pues durante las tomas de tierras en los años setenta y ochenta los cercos policiacos y militares impusieron una política de tierra arrasada que hizo muy precaria la presencia en terrenos recuperados.

Hoy se entiende el importante papel de estos padres como las únicas redes de apoyo solidario en las comunidades edificadas a partir de la acción directa. Los tres, a salto de mata, llegaron a las nuevas localidades y, después de atender a heridos y asistir con alimentos y cobijas a las familias, celebraban la eucaristía enfatizando la reconciliación, la unión y la esperanza de un mundo mejor.

Como sucede en diferentes partes del país, los catequistas que formaron ocuparon un lugar sobresaliente en las diferentes organizaciones y comisariados que se conformaron al fuego de la lucha por la tierra, que más tarde se enfrentaron al reto de tejer organizaciones productivas para enfrentar, en el campo económico, a sus adversarios caciquiles, los cuales no tuvieron compasión ante los insurrectos. El Comité de Derechos Humanos de las Huastecas y la Sierra Oriental calcula en alrededor de 400 campesinos desaparecidos el saldo de aquella afrenta.

Recordar a estos sacerdotes es también recordar a todos los que dieron su vida por recuperar lo que les fue robado: la tierra, el alimento, su territorio, las condiciones de posibilidad de subsistencia y su identidad.

No fue raro que los catequistas iniciaran el evento de conmemoración con una evocación del valor de las enseñanzas que dejaron estos párrocos, tanto de carácter organizativo como de conducción en la vida. Se reflexionó acerca de la lucha llevada, entendiendo que las prácticas violentas de las que fueron víctimas ahora toman diferentes formas. En palabras de Cecilia Oñate, teresiana con larga trayectoria en la región, “la lucha es para defender la integridad, la salud, el alimento y la vida que de ella se genera”.

Los principales organizadores del evento fueron los catequistas que contaron con la presencia de pobladores de diferentes municipios como Yahualica, Huautla, Huejutla, Xochiatipan y Calnalli. La misa hizo recordar aquellas celebradas en los años setenta; fue oficiada por uno de los presbíteros formado al amparo de la pastoral de Atlapexco, el obispo emérito de Tehuantepec Arturo Lona, quien acompañó en sus andares de la sierra a estos padres, y que en la celebración no obvió la presencia de danzas de xochikoskatl, propias de la experiencia religiosa en estas tierras.

Además de los nahuas de diferentes comunidades, asistieron al a ceremonia organizaciones que hoy se vuelven a reunir bajo el marco del Tribunal Permanente de los Pueblos (TPP) capítulo México, que en noviembre del año pasado celebró una preaudiencia en Acatepec. En ella se dio cauce a diferentes agravios en torno a la negación de las prácticas de partería en la región, la presencia extractiva de mineras y empresas forestales, el impacto del proyecto petrolero Aceite Terciario del Golfo, el inminente riesgo de contaminación transgénica a los maíces nativos y la deuda histórica con las familias de los desparecidos durante los años de la guerra sucia. Este último delito fue denunciado en su momento por los habitantes de la región al Tribunal Russell (antecedente del TPP) en los años ochenta, asesorados por José Álvarez Icaza del Centro Nacional de Comunicación Social (CENCOS), Rodrigo Medellín de Autonomía, Descentralismo y Gestión (ANADEGES) y el presbítero José Barón Larios.

Los habitantes de la zona y las organizaciones están conscientes de que no ceder ante estos atropellos es ser consecuentes con el camino andado por estos sacerdotes, y con la lucha de los pueblos a los que ellos se consagraron.

25 de mayo 2014

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