Mumia, “tú rompes el guión que te escribieron”

Allan da Rosa Traducción: César Ortega

OBSTINACIÓN

Y tú eres un pescado con fierros en la garganta, y no les importa tanto a los que metieron la uña grande dentro de tus costillas que se den muchas justificaciones. Basta el mínimo, ya repetido en alguna otra cartilla de la muerte, el mínimo para garantizar um sello chafa que sirva para asegurar el candado. Y no tienes suela para andar en los caminos de ese mundo grande. No tienes horizonte. No hay niños en la mañana.

Y hay un vapor de infierno frío creciendo, hecho algodón de veneno, cínico y certero y burocrático, llegando más cerca y más cerca, agendado para que cedas enseguida ese delantal y las mantas y los gastos federales de tu celda para otro hermano que tiene uñas, recuerdos de infancia, rabia congelada en el terror escurriendo por las orejas y hora también para dejar la carne de este mundo donde pisa y mastica la humanidad bizarra. Con respingos de dulce azul en la alcantarilla de siempre, desde los dinosaurios.

Y tú percibes eso con los dientes, mientras dribla el juez y retrasa el toque seco de la señal de la muerte.

Un puñado de gente pagando sus impuestos rascándose porque de la emboscada para la horca, tú no quedas colgado enseguida, callado de una vez. Pero tú permaneces ardiendo. Gente bramando en el auditorio antes de los comerciales porque no caes enseguida, un negro menos que asombra a la jauría racista, la paranoia oficial que mastica duro la cuchara junto con la sopa. Tú en la cartilla y en el rezo del amén, tan solo un bípedo más que demoniza los ojos abiertísimos de los mandamás o pasa en una breve nota por el periódico de los que mastican sus cereales babeando indiferencia. Pero tú, un bípedo que se afirma hombre y, trago después de trago, demuestras el genio y desbocas, marchitas y rasgas el guión que te escribieron.

Que ningún contrato firma el destino. Y esa clase, tu imagen en nuestros quintales, nuestras puertas y nuestros libros, permanece.

Y las ganas afirman un porqué, rumbo encontrado, cambio de ruta estudiado. Afinada una forma de sobrevivir y fertilizar. ¿Ansiedad y miedo ya macerados, ya picoteados? ¿Será?

Goteada esa rabia y arrastrado un temporal hacia acá en mi pecho de quebradas áfricas, para la cabeza en ristre que no se despluma, para la llama que incendia y que incluso fría, tostaría a los cobardes asesinos escudados.

La llama de esa esperanza, de esa comezón que bebe de tus manos y de tus palabras.

El autor es poeta, maestro, capoeirista y periodista

04 de mayo 2014

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