El Campamento de Paz de La Realidad

Elpida Niku/ activista y periodista griega

La imagen de la Realidad desde lo alto. Desde el cerro. Tres curvas largas antes de llegar al centro de la comunidad. Toda esa imagen, continúa grabada en mi memoria. Una comunidad pequeña, Caracol de la autonomía zapatista, está ahí resguardada en medio de los árboles altos de la selva cerrada. Un río atraviesa el Campamento de la Paz.

Me acuerdo de tantas noches de 2005 que me quedé dormida escuchando el sonido tranquilizador de su agua que me ayudaba a reconciliar el sueño. Fue ahí donde llegué por primera vez al territorio autónomo zapatista.

En el Campamento de la Paz, centro de la comunidad, nos hospedamos decenas de personas solidarias de alrededor del mundo que llegamos a La Realidad durante este año. Algunos llegamos con la intención de apoyar el proceso de la autonomía zapatista, otros motivados por el simple hecho de conocer un poquito y de cerca de qué se trata el proyecto de lucha de las comunidades en resistencia. Pero todos y todas, al final, aprendimos de los compas de la comunidad, lo importante que es tener valores en la vida y lo bonito que es luchar por ellos. Luchar por la justicia con dignidad y ética.

En La Realidad recibimos la hospitalidad generosa que los compañeros y las compañeras de la comunidad nos ofrecieron sin pedir nada de regreso. La leña para cocinar que nos llevaban los compas, el café y las tortillas que nos ofrecían las compañeras y horas de juegos, miradas y pláticas con los niños de las familias zapatistas.

¿Cómo te llamas?, recuerdo preguntarle a una niña cuando se acercó por primera vez en el comedor para conocernos. «Ruth», dijo ella. «Es muy bonita tu comunidad», le dije. «Ahora sí», dijo, «pero todavía hay noches que me despierto cuando sueño con los helicópteros del ejército que pasaban por aquí hace unos años».

Leyendo la noticia del ataque paramilitar en la Realidad, me acuerdo de Ruth. Pienso que no debería ni ella ni ningún otro compañero o compañera sentir otra vez el tormento de la guerra. De ellos aprendimos lo importante que es la paz para la construcción de la autonomía. Esa autonomía es la que los tres niveles del gobierno mexicano atacan una y otra vez. Intentando debilitar a las comunidades y matando una y otra vez hombres dignos como el compañero Galeano.

La rabia que los compas de La Realidad sienten ahora es nuestra rabia. La demanda de justicia es un grito que atraviesa selvas, ríos, montañas y ciudades y no hay bala que pueda parar a ese clamor.

12 mayo del 2014

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