Ciutat morta: El vídeoactivismo rompe el silencio.

Demetrio E. Brisset/ Diagonal Periódico.net

¿Por qué quienes tienen ideas y aspecto diferente son maltratados por el sistema? ¿Por qué hay que suicidarse para que sean reconocidos los sufrimientos causados? A preguntas tan dolorosas intenta responder Ciutat Morta (Ciudad Muerta, 128 min.), realizado por Xavier Artigas y Xapo Ortega, que ha obtenido el premio al Mejor Documental del 17º Festival de Cine Español de Málaga, ante más de 400 concursantes de varios países. Inmerso en la denuncia social, que impregna y fortalece al documentalismo desde sus inicios, aquí se disecciona un ejemplo de abuso de poder y corrupción ideológica por varias instituciones que supuestamente garantizan la democracia.

Con sobria estructura narrativa y formal, se revive el caso y juicio del 4F, rastreando minuciosamente su desarrollo temporal mediante incisivas entrevistas a protagonistas y expertos, en primeros planos fijos que reflejan la sinceridad de sus rostros, complementados con materiales de archivo. Así se desvelan los prejuicios contra punkis, siniestros y okupas, considerados como “problema de higiene pública sin derechos” por parte de unas fuerzas policiales xenófobas y un sistema judicial dentro del que “la transición no se ha producido y mantiene su esencia franquista”.

“Ciutat Morta es la evolución del documental 4F, ni olvido ni perdón, que busca divulgar la verdad sobre uno de los casos de corrupción policial más graves que se han destapado en Barcelona. Son películas distintas basadas en la misma investigación, a medias entre el periodismo, el cine y el vídeo-activismo”, según sus autores, miembros de Metromuster, productora que experimenta con el arte, la comunicación y la política desde 2010. Xavier Artigas explica que “en 2011 se inició este proyecto con una campaña de crowdfunding que aportó 4.700, euros para una filmación bajo licencia Creative Commons. No hemos tenido otros ingresos, lo demás es aportación personal en horas de trabajo no remuneradas.

La investigación fue efectuada por gente del semanario Directa, nosotros asumimos la parte audiovisual. Empezamos siendo un equipo de cuatro personas, filmando unas 20 entrevistas de alrededor de hora y media, que sumadas a las imágenes de la ciudad y el material de archivo superaban 50 horas de vídeo. Durante el proceso, quedamos sólo dos. Al año y medio comenzamos el montaje, que duró unos cuatro meses”.

Esta precisa investigación fílmica se ubica dentro del vídeactivismo, que emplea el vídeo como arma social, a través de colectivos creativos y redes de comunicación autónomas que ejercen como medios de información, organización, debate y planificación de la acción para desafiar al poder. Sus raíces se hunden en la agitprop soviética, el documentalismo social, las Misiones Pedagógicas de la República española, la industria del cine colectivizada por los anarquistas, las cooperativas de cine alternativo de fines del franquismo, la guerrilla televisiva de los 70 en EE UU y, desde las movilizaciones de Seattle de 1999, Indymedia y las webs de contrainformación.

Respecto a los cinco jóvenes condenados sin pruebas, los más perjudicados fueron el chileno Rodrigo Lanza, encarcelado más de cinco años por sus rastas y piercings, y, sobre todo, la poeta y activista queer Patricia Heras, a la que, sin estar en el lugar de los hechos, por su aspecto gótico y pelo a cuadros, le cayeron tres años de prisión. Es estremecedora la relación que ofrece en su blog ‘Poeta Muerta’ de los “sucesos paranormales” que se confabularon en su contra esa fatídica noche del 4F (“No sé muy bien qué pensar, estoy furiosa y me siento secuestrada, estoy muy asustada, no me lo puedo creer”), prolongados luego en los juicios y la cárcel, que la abatieron hasta el suicidio. Una de las escenas más emotivas del documental es cuando liberan sus cenizas al mar.

Esperemos que la difusión de Ciutat Morta presione para exigir responsabilidades a los policías y jueces que empujaron por la ventana a quien escribió en un permiso penitenciario: Le he cortado el cuello a mi ilusión,/ la colgué de un semáforo ciego/ y vi cómo se desangraba incrédula,/ borboteando nerviosa,/ vi el dolor brillar muy cerca,/ se fue apagando velado tras su mísero destino.

Catedrático de Comunicación Audiovisual

27 de abril 2014

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