San Marcos, Guerrero, se reconstruye de forma autónoma

Ligia García Villajuana y Jaime Quintana Guerrero

San Marcos, Guerrero. A siete meses del paso de los huracanes Ingrid y Manuel,  los damnificados de la Montaña de Guerrero emprendieron el reacomodo y construcción de viviendas, cansados de perseguir a las autoridades de gobierno de gobierno de Ángel Aguirre para que cumplieran sus promesas.

El 5 de abril de 2014, en la comunidad de San Marcos, Zitlaltepec, municipio de Metlatónoc, autoridades comunitarias realizaron una asamblea para dar seguimiento a los trabajos que de manera autogestiva se ejecutan para reacomodar a las familias afectadas durante el huracán Manuel; ocho de ellas perdieron su vivienda y varias más  se encuentran en alto o mediano riesgo, en caso de presentarse  lluvias o algún sismo.

Esta comunidad poco a poco y con mucho trabajo hacia afuera,  logró establecer relaciones con organizaciones solidarias diversas, entre ellas de arquitectos e ingenieros, que  elaboraron un diagnóstico del nivel de riesgo en el asentamiento. Las autoridades, en asamblea comunitaria, lograron un apoyo unánime en la decisión de no desplazarse a zonas donde la reubicación indicada por “alguien”  parte de cero, sin que nadie sepa de algún tipo de apoyo. “Tierra de nadie y unas cuantas láminas” fue el criterio gubernamental para indicar los desplazamientos,  así como la velada amenaza de “si no se reubican se van a morir”.  Con el paso de los días, muchas preguntas y ninguna respuesta, y ante todo, la incertidumbre.

Al inicio de marzo de este año, cansados de tocar puertas,  la decisión de los habitantes de la comunidad en asamblea fue: dentro de nuestro propio espacio, seleccionemos predios e iniciemos  un reacomodo de viviendas y áreas comunes que priorice la necesidad de los afectados por el huracán, pero también, con una visión de mayor plazo, logremos que nuestra casa, el asentamiento,  se reconstruya, se consolide, se fortalezca.  La montaña nos nace, nos contiene, de nosotros depende  darnos las  condiciones de seguridad y  mejorar la vida,  esa es tarea nuestra.

El documento de diagnóstico,  elaborado  ante la ausencia gubernamental por el equipo técnico del despacho de arquitectura Espacio y Comunidad detectó  los riesgos que corre la comunidad.  Desde hace cinco meses advirtió que “existe  una importante  fisura en la parte más alta de la  montaña fracturada”.  Es posible que el desprendimiento de otro enorme volumen de tierra suceda pronto. No se sabe cuándo, pero puede ocurrir otra tragedia, que debe estar prevista antes de la siguiente temporada de lluvias o de que suceda un temblor.  La región es zona sísmica ya que se localiza aproximadamente a 400 kilómetros de Ometepec, epicentro de los más recientes temblores.  “La montaña en San Marcos está más frágil aún, su flanco oriente, donde se concentra un importante número de viviendas,  no está debidamente soportado por los desgajamientos que sufrió en septiembre pasado y puede también venirse abajo”, señala el documento.  Esta situación genera enorme angustia e incertidumbre entre los pobladores. Alguien del equipo técnico propuso un derrumbe controlado, en el que se conozca la hora, la fecha y sus alcances.

Los habitantes de San Marcos no estuvieron de acuerdo con la reubicación que el gobierno les propuso, ya que los aleja de su comunidad; eligieron en asamblea un reacomodo, que significa buscar un lugar adecuado, con mejores condiciones de seguridad, dentro de los límites de su asentamiento. La lógica ante cualquier propuesta de desplazamiento es: “si esta es mi casa, ¿por qué debo irme?”. Así lo decidió la comunidad después de varios meses de gestión, plantones, cierre de carreteras y otros actos.

San Marcos nació hace 24 años, para evitar  problemas agrarios y familiares que los orillaron a salir del ejido donde estaban. Se trata de una comunidad joven,  y muchos de sus habitantes son niños. Cuentan con sus Principales, gente mayor que da opiniones a la comunidad. Su manera de tomar decisiones es en la reunión que se convoca en el pórtico que representa al poder, esta es la edificación que alberga la comisaría, a la policía comunitaria y  la bodega de abasto; ahí se reúne la comunidad para recibir informes y discutir  acerca de los temas pendientes.

San Marcos se encuentra enclavado en la Sierra del Aguililla, una cordillera montañosa de aproximadamente 2 mil 550 metros de altura sobre el nivel del mar, muy cercana al río Piedra Parada. En su centro hay una cancha de baloncesto, una comisaría, dos escuelas, una primaria y un preescolar,  y la comandancia de su policía comunitaria, perteneciente a la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC-PC).

Después de los anuncios gubernamentales de reconstrucción y una  campaña mediática para legitimar la actuación de las instituciones, en La Montaña de Guerrero sólo quedan promesas incumplidas para los damnificados, quienes, cansados de la espera, con sus propias fuerzas y recursos decidieron procurarse la alimentación y reiniciar la vida.

A las entrañas de la montaña de Guerrero han llegado pocos, funcionarios algunos y gobernadores nunca.

Después de los huracanes, a la región primero fueron el gobernador y las autoridades locales a prometer inversión; después llegó la secretaria federal de Desarrollo Social, Rosario Robles.  En abril de 2014 llegó el gobernador Ángel Aguirre y el presidente Enrique Peña Nieto, quien en dos ocasiones, después del huracán Manuel, anunció inversiones multimillonarias para Guerrero que no se han visto en estas comunidades, mientras las manifestaciones siguen.

Mientras tanto, no paran las movilizaciones de los grupos de damnificados en Tlapa, Tixtla y Acapulco, ya que se acerca el tiempo de lluvias y los indígenas temen nuevamente por sus comunidades. Estos damnificados exigen justicia para sus viviendas, alimento para sus hijos y salud para la comunidad; hasta el momento, lo que han obtenido son comisiones que van, fotos y declaraciones.

El municipio de Metlatónoc es considerado entre los más pobres de México; cuenta con los niveles de desnutrición más altos de la República, sin embargo, en los días de mayor contingencia, políticos locales y estatales lucraron con la solidaridad de la sociedad civil, escondiendo los alimentos para hacer proselitismo partidista en tiempos posteriores.

Los habitantes cuentan que los funcionarios pasaron a los pueblos para hacer el conteo de viviendas, cultivos y parcelas afectadas, pero no hicieron su trabajo correctamente. Algunas brigadas nunca llegaron a las casas, denunció Edith Na Savi; la joven explicó que estos promotores de la Cruzada Nacional Contra el Hambre, al no tener trabajo durante el periodo de la contingencia, fueron obligados a recorrer los pueblos para realizar el registro de las afectaciones, pero se trata de personas que no comprenden  la situación de los pueblos y hacen un trabajo burocrático, además de que utilizaron al ejército para estos fines.

La comunidad de San Marcos se encuentra nerviosa a causa de la proximidad de la temporada de lluvias. El terreno para el reacomodo está preparado, y el avance en la construcción de nuevas viviendas corresponderá a su capacidad de organización. Se trata de todo un reto en la Montaña de Guerrero, un enorme laboratorio para ver lo que sucede cuando una pequeña comunidad decide tomar las riendas de su destino.

Publicado 21 de abril 2014

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