De movimiento pro migrantes a movimiento de migrantes

Adazahira Chávez Fotos: Mario Marlo

México. Partieron 50 de El Naranjo, en Guatemala, para realizar el anual Viacrucis del Migrante –tradición de denuncia iniciada por el incansable fraile y defensor de migrantes Tomás González. Al llegar a la capital de México ya son más de mil 200, acompañados por religiosos y activistas. Son los migrantes centroamericanos, que protagonizan un movimiento inédito, “un parteaguas en la historia que romperá la dureza de las políticas públicas del Estado mexicano”, vaticina el sacerdote Alejandro Solalinde, que encabeza el albergue “Hermanos en el Camino” en Ixtepec, Oaxaca.

“Esto ya no es un viacrucis: se convirtió en un movimiento de migrantes”, señala la defensora Marta Sánchez. “Se está demostrando que se puede pasar así. Son más de mil que no tienen documentos, y aquí estamos”, remata Solalinde. La gente ahora está dispuesta a hacer lo impensable y ése es el cambio cualitativo, precisa la integrante del Movimiento Migrante Mesoamericano, y recuerda que la reciente caravana de migrantes mutilados (a la que el presidente Enrique Peña no recibió) se lanzó sin recursos a su recorrido. “No quisieron esperar a la próxima caravana de madres. Se aventaron sin nada. Son medidas desesperadas”.

La caravana decide día por día su siguiente paso, pero aseguran que no piensan regresar a sus países. Ya lograron hacer la mitad del camino hacia Estados Unidos, una parte (de Veracruz a la Ciudad de México) en autobuses puestos por el gobierno veracruzano. También consiguieron la promesa del gobierno federal de que les darán una especie de salvoconducto por 30 días, pero la movilización terminará “hasta que se asegure el libre tránsito”, indica Solalinde.

Solalinde, renombrado defensor de los migrantes –lo que le ha valido desde amenazas de muerte hasta confrontaciones con la iglesia- señala que este viacrucis convertido en caravana conseguirá que se la migración se piense desde la humanidad, “no desde los intereses capitalistas, y sí desde la visión histórica que México tiene con América Latina y con sus hermanos centroamericanos”. El sacerdote recuerda que el país se alejó de Latinoamérica con los gobiernos panistas, “y es momento de volver a la política preciosa de asilo y hospedaje. De ser el hermano mayor, ahora México se comporta como el verdugo de Centroamérica”.

 Una dificultad que desató un movimiento

Cuando los integrantes del albergue La 72 de Tenosique, Tabasco, decidieron iniciar el Viacrucis Migrante, “el objetivo era mostrar la tragedia humanitaria que pasa en la ruta ferroviaria de Tabasco; íbamos a llegar hasta la frontera con Veracruz por tren”, relata Fray Tomás González. Poco a poco, la gente se unió “y aquí estamos”.

El recorrido inició como los viacrucis anteriores, pero en Tenosique había 450 migrantes esperando y se unieron. Los testimonios de quienes se ven obligados a viajar en el tren La Bestia para evadir las redadas migratoria dan cuenta de la presencia cotidiana en ese medio de transporte de integrantes de células criminales; incluso, en algunos casos se ha denunciado una posible complicidad, pues los maquinistas bajan la velocidad para que los extorsionadores y asesinos lo aborden. Para la caravana de migrantes y defensores de derechos humanos la consideración fue distinta: “En Tabasco, la empresa ferroviaria decidió no transportarnos y desenganchó los vagones en los que íbamos, y ahora sí que nos dejó el tren”, recuerda con una sonrisa Fray Tomás González, fundador y director de La 72. Eso no amilanó a los migrantes.

“Ellos decidieron que no importaba que les desengancharan los vagones. Se fueron caminando. Fue una decisión de la asamblea de migrantes, a la que no entró ninguno de los organizadores para que ellos solos tomaran sus decisiones”, relata Marta Sánchez. En Palenque, Chiapas, se unieron otros 200, y a Coatzacoalcos, Veracruz, llegaron mil 200. “Es la fuerza de la migración que viene”, anuncia la activista.

El viacrucis se transformó en caravana, y su objetivo primero de denuncia regional, en una exigencia por la libertad de tránsito y protección y seguridad en las rutas migratorias. “Y queremos que Migración desparezca, por todo el daño que ha hecho y la sangre nuestra derramada en las vías”, complementa William Zepeda, parte del grupo coordinador de la Caravana. La organización de la inédita marcha es por asamblea, “y ellos son los que deciden todo”, indica Sánchez.

La decisión de llegar hasta la capital de México fue entera de los migrantes. “Hay un grupo de representantes de la caravana que, en su sencillez, consultó y decidió venir a tocar la puerta al presidente para decirle qué necesitan y qué les está pasando”, relata Fray Tomás.

El viacrucis, que define su agenda en asamblea día con día, terminará “hasta que nos aseguren el libre tránsito y que respetarán y protegerán a las personas”, lanza Solalinde. “Estamos aquí esperando que nos den el paso libre”, complemente el joven garífuna. Zepeda asegura: “La mayoría de los que estamos aquí no vamos a regresar a Honduras. Vamos para el norte. Por si se les cruza darnos transporte para regresar al país, eso no lo queremos. Queremos una vía pública para que no nos sigan violando y matando en el tren. No queremos más sangre centroamericana derramada en las vías”.

Con los anteriores viacrucis, se logró sobre todo visibilidad de la tragedia, valora el fraile González, porque en lo cotidiano siguen las agresiones y la política migratoria de exterminio.

De la desesperación a la organización

Los migrantes se unieron de forma masiva a la marcha por desesperación de conseguir “un trabajo digno y dinero para mandar a sus casas, pero también por la desesperación que implica la humillación y muerte que se les causa en este país”, considera el director de La 72. El garífuna lo ejemplifica: “Hace poquito nos mandaron a unos paisanos de la raza negra, y es feo escuchar esas noticias”.

Luis Miguel Caballero, migrante proveniente de Honduras, señala que se unió al viacrucis tanto para poder hacer el viaje en autobús, como porque ya no aguantan “que nos estén matando a la raza en el tren”. En Tenosique, el migrante sufrió “una amargura, porque nos mataron a dos. Cuando nos dimos cuenta, nos quedamos esperando a la caravana”, a la que se unieron en la casa del migrante de Coatzacoalcos, Veracruz.

Brandon David Alas Francis, joven garífuna de Honduras, esperó en Palenque a la caravana para unirse, “porque era la única opción; tenemos que unirnos toda Centroamérica para que esto pare. Es demasiada muerte, demasiado de todo en las vías. Ya no queremos utilizar el tren”. El joven insiste en que los migrantes no son delincuentes, y que si están en México es sólo para ir de paso a Estados Unidos “porque en nuestro país, está bien dura la economía”.

“No se ha rajado nadie”, informa la defensora de migrantes Marta Sánchez. “Hay familias enteras, hay un grupo de 40 garífunas, que casi no migraban antes. Esto te dice algo de lo que sucede en sus países, y algo que México tiene que considerar y hemos repetido: la migración no va a parar, hagan lo que hagan, asesinen, maten, secuestren, violen o extorsionen, la migración va a seguir por el nivel de desesperación de la gente”.

Yamileth, de 19 años, señala que salió de Honduras porque la situación económica es muy difícil. Ella es madre soltera de un niño de cuatro años, e insiste en que “los emigrantes no hacemos daños, no somos malos, simplemente necesitamos trabajar para sacar adelante a nuestros hijos y darles mejor vida”.

Política migratoria y compromisos gubernamentales

El director del albergue “Hermanos en el Camino” señala que el compromiso del gobierno mexicano con cualquier persona, mexicana o extranjera, regular o irregular, debe ser el mismo. “Hay una mandato de la Constitución. Antes eran garantías individuales, y ese concepto se cambió por uno más fuerte, que es el de los derechos humanos. En la Ley Migratoria, artículo 2, se reconoce la dignidad de los migrantes, así como el derecho a ejercer todos sus derechos dentro de la República Mexicana. El mandato es muy claro: el gobierno mexicano debe velar por la integridad de las personas, de todas, independientemente de su estado migratorio”, detalla.

Actualmente, la política migratoria mexicana ayuda a la seguridad nacional, pero no protege a las personas, razona Solalinde. “Nosotros proponemos el principio de protección continua, es decir, dentro del albergue y fuera de él. Dentro son vulnerables, pero también afuera y con mayor razón”, define. “El Estado tiene compromisos constitucionales e internacionales que no cumple”, acusa el sacerdote.

El también historiador y sicólogo señala que los integrantes de la caravana “estamos haciendo historia, porque los más de mil migrantes que están son indocumentados, son irregulares administrativos, y están pasando. Se está demostrando que se puede pasar así”.

El mensaje, para el gobierno y la sociedad

El hondureño Caballero le envía un mensaje al presidente de México, Enrique Peña: “que se toque el corazón. Somos seres humanos y no queremos más violencia ni que los policías nos extorsionen”. Solalinde complementa: “Hay que decirle al gobierno que este viacrucis es una gran oportunidad para abrir los ojos, cambiar la historia, dejar de ser un Estado ojete con Centroamérica, y ser un estado que cumpla compromiso de hermano histórico”.

El gobierno de Veracruz, “el estado que está más en deuda con los migrantes”, hizo un compromiso “muy grande, de libre tránsito y protección”, informa Solalinde. “Vamos a ver si lo cumple y cómo”. En Puebla no se logró contactar al gobierno “quizá porque fue muy rápido el tránsito por ahí”, complementa.

Para la sociedad mexicana, el llamado es a la solidaridad, “a volver a ser anfitriones como lo fuimos con los refugiados guatemaltecos y europeos”, indica Fray Tomás González.

Ante el tema migrante, la sociedad está paralizada, expone el padre Solalinde. “Por un lado tiene miedo, porque por mucho tiempo los medios y el gobierno han criminalizado la migración, y hay todavía muchos prejuicios y xenofobia, pero por otro lado mucha gente se está solidarizando y entendiendo que lo que le pasa a los migrantes también nos pasa a nosotros, y que lo que no se hizo con los migrantes para protegerlos, tampoco se hace con este México preso de la violencia”.

“Hay mucha gente buena en México, en Veracruz nos apoyaron mucho”, contrasta Brandon David. “Los de Villahermosa, los de Puebla, todos nos han apoyado bastante. Que dios me los bendiga a todos”, finaliza el joven.

Publicado el 28 de abril 2014

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