Con el reto de superar viejos vicios sindicales, nace una nueva central de trabajadores en México

Adazahira Chávez

México. La Nueva Central de Trabajadores (NCT) puede ser una gran oportunidad de conjuntar luchas pero también enfrentará riesgos, coinciden el laboralista Héctor de la Cueva y el sindicalista Jorge Salinas. Mientras De la Cueva apunta que el mayor riesgo es la inestabilidad derivada de que la Central está fundada en movimientos y sindicatos en conflicto, así como las “corrientes sectarias que paralicen la organización”, Salinas señala hacia el aprovechamiento de la nueva central para llevarla a la lucha electoral, “lo que es un error mortal, como ya se demostró en Oaxaca con la APPO (Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca)”.

La organización, fundada a finales de febrero de 2014, pretende ser un referente de unidad para el sindicalismo independiente y los trabajadores no organizados en México, de acuerdo con su propuesta de estatutos. Para el momento de su primer congreso, en ella se agrupan más de 60 organizaciones sindicales de 20 estados de la república. Destacan algunos sindicatos en proceso de resistencia, como el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME).

Entre otras experiencias, la NCT se inspira en la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA), en la cual a partir de una organización de trabajadores que no es la clásica, se hace política social más amplia. Además, insiste De la Cueva, coordinador general del Centro de Investigación Laboral y Asesoría Sindical (CILAS), la organización será totalmente independiente de los partidos políticos.

La Central es un intento “válido” por agrupar a los contingentes que luchan, señala Salinas, “porque otras veces son acuerdos de cúpulas, como sucedió con el Foro El Sindicalismo Frente a la Nación y la UNT (Unión Nacional de los Trabajadores”. El telefonista asegura que hay muchas expectativas sobre esta nueva organización, “y ya veremos en qué se traduce en los hechos”.

Los lastres del sindicalismo

En México, de acuerdo con una investigación del doctor Alfonso Bouzas, nueve de cada 10 contratos colectivos de trabajo son contratos de protección patronal; es decir, se firman entre el patrón y un sindicato a modo, al que a menudo los trabajadores no conocen. Los falsos líderes cuentan con decenas de registros sindicales que venden al mejor postor. De la Cueva, coordinador general del Centro de Investigación Laboral y Asesoría Sindical (CILAS), una de las organizaciones impulsoras del proyecto de la nueva central, agrega otros problemas: el sindicalismo corporativo y la fragmentación de las organizaciones sindicales independientes. En lo externo, la amenaza viene de la reducción de la plantilla sindical a causa del aumento del trabajo precario e informal.

Salinas, quien es parte del Colectivo de Telefonistas Zapatistas, agrega otro punto al diagnóstico: que hay un enorme conformismo y fatalismo entre la clase trabajadora, además de que los sindicatos renunciaron a su función principal: defender los derechos laborales adquiridos. Detrás de esto se encuentra la actuación de las cúpulas que controlan los sindicatos en México, “charros y neocharros”, que por una parte lanzan a los trabajadores de base el mensaje de que no tienen que ocuparse del trabajo sindical, pues ellos lo harán; y por otra, reprimen a quienes intentan organizarse o reclamar.

Ante este panorama, señala De la Cueva, la Nueva Central busca reagrupar a las fuerzas sindicales independientes para detener la ofensiva gubernamental y patronal, “pero no como objetivo, sino como condición para sumar fuerzas y organizar a los no organizados, que son la mayoría de los trabajadores mexicanos. Es la única forma de rescatar derechos y de enfrentar a las políticas neoliberales”.

La Central se propone no sólo afiliar a sindicatos, sino a corrientes sindicales, a organizaciones no gubernamentales y a individuos, en una organización que combine lo sectorial con lo territorial.

Una de las principales características de la Nueva Central, asegura su promotor De La Cueva, será su completa independencia de los partidos políticos, “en particular, desconfía de los actuales partidos políticos institucionales, incluso los llamados de izquierda. Confía en una política directa de los trabajadores, sin intermediarios”. En el terreno social, la Central se plantea una política de “amplias alianzas” para enfrentar al neoliberalismo.

La acción de la Central se alejará del gremialismo, y será activo socialmente dentro de un movimiento social más amplio, explica De la Cueva. Uno de los ejes, agrega, será la democratización de los sindicatos ya existentes, la organización de más sindicatos independientes, pero también la renovación interna de los que ya funcionan para ser más democráticos, horizontales y activos.

Salinas señala que a su colectivo de trabajadores, que acudió como observador al Congreso Fundacional, le resultó interesante el diálogo entre los participantes y escuchar que todos coinciden en el mismo diagnóstico: el golpeteo, despojo y represión a los trabajadores, además de la falta de unidad entre las organizaciones.

Ante el cuestionamiento sobre la desconfianza de la población hacia los sindicatos, De La Cueva adelanta que se enfrentará tanto con la práctica de la Central, como con una campaña que recupere la imagen del movimiento sindical y demuestre su independencia respecto del gobierno y de las prácticas corruptas y corporativas del sindicalismo en México.

Riesgos

El principal riesgo que afrontará la nueva organización es que la ofensiva gubernamental contra los sindicatos y movimientos que la conforman traiga inestabilidad que “dé al traste con el esfuerzo unitario”, valora De la Cueva. Además, se suma la historia de discrepancias y de prácticas en la historia de los sindicatos mexicanos, que hacen poner los intereses particulares por encima de los generales, reconoce. “Un proceso de unidad es complejo y difícil, y la propia inercia de diferentes corrientes de la izquierda pueden abortar la unidad”, remata.

El trabajador telefonista agrega un elemento: asegura que entre algunos de los asistentes con los que platicó, existe cautela ante la posibilidad de que se vincule o “contamine” la NCT con el proceso de la Organización Política de los Trabajadores (que busca su registro como partido político y en la que participan algunos de los sindicatos de la Nueva Central). “No se nombró a la OPT, pero está como omnipresente”, destaca. E insiste en que la APPO se “desfondó” cuando algunos de sus sectores entraron al apoyo electoral al hoy gobernador de Oaxaca, Gabino Cué.
Salinas identifica cómo el mayor problema que “caigamos a lo mismo que otras veces: que sean los dirigentes quienes decidan todo y las bases nada más vean”. Problematiza que, aunque se pueda declarar que la organización no será corporativa de algún partido y el voto quede en la decisión individual, “cuando las cúpulas se comprometen, saben cómo jugar políticamente”.

El riesgo de que grupos o corrientes quieran utilizar el trabajo de la central para atraerla a grupos en el poder siempre existirá pues se plantea que sea plural, afirma de la Cueva. “No estamos queriendo hacer una central roja o brazo de una corriente determinada”, explica, “pero en los estatutos mismos estará establecido claramente que la Central no puede sumarse o subordinarse a ninguna fuerza política de ningún signo. El principio de la autonomía es fundamental, y ahí estarán las garantías por si una corriente quiere llevar agua al molino de las organizaciones funcionales al sistema. En todo caso el riesgo es otro, que puedan existir quienes puedan paralizar la organización con una política sectaria”.

El telefonista señala una característica que vio desde el congreso fundacional de la NCT: “El 90 por ciento de los asistentes éramos gente mayor. Algo estamos haciendo mal, pues no logramos incorporar sangre nueva y los jóvenes no ven al sindicalismo como una herramienta para solucionar sus necesidades. Si viene alguien inexperto, los viejos lo borran. Sigue imperando, hasta en las organizaciones que se dicen independientes, la política de Fidel Velázquez: de la cúpula sólo me sacarán muerto”.

De “cuajar” la apuesta de los sindicatos independientes, los trabajadores contarán con “una nueva forma de central más militante, más comprometida, más en movimiento y más democrática, que se convierta en un polo de atracción para sindicatos independientes, y para trabajadores desorganizados que están buscando una alternativa para defender sus derechos, en particular para jóvenes”, finaliza De la Cueva.

02 de marzo 2014

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