“Si hay necesidad de luchar y posibilidad de participar, hay que hacerlo, cueste lo que cueste”: Félix Serdán

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Yo conocí a algunas personas valiosas hasta el último momento de su vida. Una de ellas fue un hombre llamado Rubén Jaramillo. Rubén fue un hombre luchador, participó en una organización de carácter estatal para representar a los campesinos y encabezarlos en caso de lucha. Rubén tenía estas características.

Cuando fue necesario, yo participé o apoyé a Rubén con todo mi corazón, porque sabía que era un hombre que no iba a cambiar de por sí, y nunca cambió. Fue siempre honesto y en favor de la gente humilde.

Quise incorporarme al grupo levantado en armas, que encabeza Rubén. Mi papá me dijo: hijo, si es tu decisión, así sea.

No era una lucha violenta, no era -en la primera etapa- una lucha guerrillera; más bien era política. Después sí fue necesario levantarse en armas porque la vida estaba dura, y de que me mataran tranquilo en mi casa, pues mejor que me mataran defendiendo a mi familia. Yo andaba cargando esa máquina de escribir que pedí prestada. La persona que me la prestó me dijo: puedes hacer de ella lo que tú quieras. Llegó un momento en que la tuve que abandonar. Andaba con el fusil y la máquina.

Para el ser humano, no siempre la tranquilidad es satisfactoria. Puede haber tranquilidad pero no satisfacción, y si hay lucha puede haber peligro, pero también mucha satisfacción. Si hay necesidad de luchar y hay posibilidad de participar, pues hay que hacerlo, cueste lo que cueste. Yo tengo por aquí un rozoncito de una bala, un hoyito. Una caricia. No tuve más, pero me siento contento.

Cuando zumban las balas de muy cerquita no se siente nada agradable, pero en las luchas que valen la vida realmente se siente uno contento de correr el peligro de perder la vida. Si sale uno adelante, qué bueno. Si cayó uno, si me tocó, pues ¿ya qué hago?

Publicado el 20 de Enero de 2014