Se abre una grieta en la impunidad policial en Italia

Daniele Fini

Italia. Un tribunal de Boloña condenó a Pasquale Bonifiglio a un año y cuatro meses de cárcel por el delito de lesiones graves, cometido durante una manifestación. Pasquale Bonifiglio no es un activista, sino un policía que hace dos años golpeó en la cara a una joven durante una manifestación y le rompió cuatro dientes. La sentencia de 17 de mayo de 2013 abre una grieta en la impunidad que gozan los cuerpos policiacos italianos y se inserta en un debate público, desarrollado en los últimos años, respecto a la necesidad de poner números identificativos en los uniformes de los policías antimotines.

La historia que llevó a esta sentencia empezó en el otoño de 2011 y su protagonista no es el policía Pasquale Bonifiglio, sino Martina, una joven activista del colectivo estudiantil Sadir y del Centro Social TPO de Boloña.

Martina es una entre los miles de jóvenes que en aquel otoño de 2011 se movilizaron en contra de las neoliberales reformas de austeridad, que se impulsaron en Italia con el pretexto de la crisis y bajo el chantaje de la deuda externa. En aquellos meses hubo grandes movilizaciones en todo el mundo, desde los “indignados” españoles hasta las acampadas de Occupy en Estados Unidos, pasando por los estudiantes chilenos. Luchas varias y diversas entre sí, pero convergentes en la defensa de los derechos laborales y servicios sociales amenazados por las políticas que muchos países impulsan en estos años de crisis. Esta protesta tuvo un alcance global con el día de movilización del 15 de octubre, cuando se realizaron iniciativas en decenas de países: Italia vio la más grande manifestación con 400 mil personas marchando en la capital. Pocos días antes, el 12 de octubre, fueron lanzadas varias iniciativas llamadas “Occupy Bankitalia”, frente a sedes del Banco de Italia en diversas ciudades. La gente se opuso a las políticas de austeridad que cortaban servicios sociales y derechos laborales, mientras apoyaban con dinero público a los bancos en crisis.

En Boloña hubo una convocatoria para una marcha en la ciudad. Martina relata el inicio de aquel día: “La mañana del 12 de octubre me levanté de la cama con fatiga. No recuerdo si la noche anterior llegué tarde, es probable. Nunca logro dormirme a una hora decente. Tengo que decirlo: aquella mañana, por 10 segundos, pensé en quedarme en la cama, de brincarme la acción al Banco de Italia, porque lo admito: soy una dormilona. Pero, como siempre me pasa, renuncio a mis propósitos oníricos y meto en juego a mi persona porque no logro hacer a un lado mis ganas de participar”. En la manifestación  marcharon alrededor de 200 activistas, quienes al llegar frente a la sede del Banco de Italia -defendida por policías antimotines- intentaron entrar a empujones para realizar una ocupación simbólica. Los policías respondieron con violencia, cargaron contra los manifestantes golpeando con las porras y el balance final fue de cinco heridos, entre ellos hubo Martina, quien recibió un golpe en la boca que le rompió cuatro dientes.

Los manifestantes denunciaron el comportamiento violento de los policías, desproporcionado frente a jóvenes que se manifestaron desarmados y sin disfraces. Martina, con el apoyo del Centro Social TPO, emprendió una campaña para buscar la verdad sobre la agresión sufrida y denunciar el enésimo hecho de violencia por parte de policías contra gente que se manifiesta. Entregaron una demanda en el ministerio público, difundieron una foto en la que se ve al policía en el intento de alcanzar con su porra la cara de Martina mientras ella huye de la carga policial, y lanzaron una llamada a quienes tuvieran fotos o vídeos para reconocer al policía culpable. Un mes después, Martina escribió una carta en su página de Facebook donde contó lo sucedido.

La carta pública de Martina termina con estas palabras: “Alguien, el 12 de octubre, decidió triturarme la sonrisa. Alguien que aún no tiene una identidad ni un rostro. Alguien que tal vez, regresando de la operación en la plaza, recibió felicitaciones y la solidaridad de sus colegas. Alguien que se siente protegido por el uniforme, sin ninguna forma de reconocerlo. Alguien que tal vez se jacta de haber enviado a una chica al hospital, pensando que me educó, que me dio una lección; alguien que espera que la próxima ocasión me deje vencer por el sueño y me quede en la cama.

“Qué error de evaluación, mi miedoso agresor desconocido: me levantaré más temprano los días de manifestaciones. Y siempre estaré allí. Al lado de aquellos cuerpos que, durante las cargas, se sostienen sin huir, los cuerpos de aquellas personas que este mes no dejan de expresarme cariño, comprensión, rabia, indignación, solidaridad, cercanía. Los que siempre están en primera línea, y saben que meter la cara propia puede ser doloroso y fatigoso, pero no renuncian porque es el único modo digno de vivir”.

Después de un año de investigación, los jueces reconocieron al agresor de Martina. Los materiales a través de los cuales se logró identificarlo fueron fotos y vídeos entregados por los manifestantes. Mientras, por parte de la policía, no hubo ninguna colaboración con la investigación judicial, tratando de encubrir al colega agresor. En los interrogatorios nadie recordó nada, ni reconoció a nadie en las imágenes.

Finalmente, el 17 de mayo de 2013 llegó la sentencia del tribunal, que condena a Pasquale Bonifiglio a un año y cuatro meses de prisión, así como al pago de 5 mil euros por los gastos del proceso y 20 mil por las afectaciones causadas a Martina. Los activistas del Centro Social TPO y Martina ocuparon con un plantón el patio del tribunal y contaron a través de las bocinas su verdad respecto a los hechos de octubre del 2011. En el comunicado difundido por el centro social después de la sentencia se lee: “No estuvimos allí para pedir esposas o cárcel, porque es un lenguaje y un pensamiento que no nos pertenece, sino para remarcar que no tenemos miedo ni nos dejamos intimidar por los golpes de porras o por las demandas; para denunciar el comportamiento de los policías antimotines de Boloña, que en los interrogatorios no saben, no ven o no recuerdan los nombres de sus colegas de equipo; para declarar públicamente que las investigaciones se basaron en material que recogimos nosotros, y que ya no se puede eludir la presencia de un numero identificativo en las uniformes de un cuerpo de Estado notorio por violencias similares”.

La sentencia del tribunal de Boloña abre una grieta en el clima de impunidad del que gozan los cuerpos policiacos y quizás pueda servir para frenar sus comportamientos violentos, que mucha gente sufre en las manifestaciones, calles y cárceles. Demasiadas veces sucedieron y suceden agresiones violentas y comportamientos criminales contra quien participa en marchas y protestas. Nuestro recuerdo va, por ejemplo, a julio de 2011 en Valle de Susa, donde se lucha contra una mega obra de tren de alta velocidad. Ahí, algunos manifestantes fueron detenidos por los enfrentamientos con la policía; entre ellos estuvo Fabiano, también activista del Centro Social TPO quien, herido, fue golpeado y torturado por policías por algunas horas antes de ser llevado al hospital.

En los últimos años, varios jóvenes han muerto por culpa de policías. Todos en Italia recordamos a Carlo Giuliani, quien en 2001 murió balaceado durante las movilizaciones contra la cumbre del G7. Hay otros más que han muerto no por participar en protestas, sino sólo por haberse encontrado a policías o por ser detenidos. Para citar algunos nombres, recordamos a Stefano Cucchi, joven detenido por posesión de droga que luego apareció muerto; o Federico Aldrovandi, de 18 años,  asesinado por golpes de porras que cuatro policías le estrellaron hasta que se rompieron.

Al final del comunicado del Centro Social TPO comentando la condena al policía agresor de Martina, se lee: “La sentencia de hoy es una pequeña victoria – no sólo por Martina – sino por todos los que siguen luchando y poniendo la cara sin rendirse. Es también la victoria de quien ha sido víctima de violencia y abusos y que, por culpa de los silencios y coberturas, nunca podrá ver reconocida la verdad judicial. A ustedes queremos dedicarles esta pequeña victoria”.

<p style=»text-align: justify;»><em>Publicado el 06 de Enero de 2014</em></p>

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