En Europa, los migrantes aportan más de lo que se llevan

Ruby Russell Traducción: Clayton Conn

Después de la muerte de más de 400 inmigrantes frente a la isla italiana de Lampedusa el 3 de octubre, líderes europeos se comprometieron a poner la inmigración en su agenda, junto con discusiones regulares sobre el crecimiento, la competitividad y la lucha contra el desempleo. Esto sucedió en una reunión en Bruselas, Bélgica, el 24 de octubre. Mientras ellos se aferren a la ilusión de que los intereses de los migrantes están en contradicción con los de los trabajadores «nativos», sus políticas pondrán en riesgo vidas y no harán nada para ayudar a la economía de la Unión Europea.

Durante la última década, Europa invirtió grandes cantidades de dinero en mantener a los no europeos fuera del continente. El presupuesto de Frontex, creada en 2005 para vigilar las fronteras exteriores del continente, creció de 19 millones  de euros en 2006 a 85 millones en 2012. Los analistas objetan que este enfoque no reduce las cifras globales de inmigración y sólo ayuda a quienes explotan la inmigración irregular, los traficantes de personas y los empleadores sin escrúpulos.

“Los Estados miembros parecen decididos a hacer que el acceso a territorio de la Unión Europea se vuelva imposible, sin importar lo difícil que es alcanzar ese objetivo”, señala Nina Perkowski, doctoranda en la Universidad de Edimburgo, quien estudia los controles de las fronteras exteriores europeas. «Al mismo tiempo, la gran mayoría de los refugiados que llegaron a Europa y se les concedió el estatuto de refugiados arribaron por rutas irregulares y ocultas».

Estas rutas cobraron cerca de 20 mil vidas en el Mediterráneo durante las últimas dos décadas. Mientras que Europa ignora la mayoría de estas muertes, el número de fallecidos en un solo naufragio en octubre impulsó al Consejo Europeo para pedir un extra de 30 millones de euros en fondos para Frontex, mientras que Italia envió barcos, helicópteros y aviones a patrullar las aguas entre Sicilia y Libia.

Estas medidas pueden estar dirigidas a evitar más muertes, pero se parecen mucho a la militarización de las fronteras exteriores de Europa. Es una imagen que sirve a los políticos europeos, que compiten con los partidos de extrema derecha que utilizan el miedo a una invasión de inmigrantes para obtener ganancia social en los últimos años.

Las políticas de austeridad devastaron los Estados de bienestar. Los europeos, que luchan por mantener a sus familias, se sienten cada vez más celosos de lo poco que tienen, pero las investigaciones muestran que la inmigración hace más bien que mal a las economías de destino.

«Los inmigrantes no son una carga para el Estado de bienestar», alega Thomas Liebig, uno de los autores de un informe publicado en septiembre de 2013 por la División de Migración Internacional de la OCDE, sobre el impacto económico de la inmigración en Europa. «Ese fue un descubrimiento bastante sorprendente, dado el debate en muchos países. Los migrantes, en promedio, aportan más a las economías públicas de lo que se llevan».

Algunos trabajadores migrantes contribuyen en sectores clave como las tecnologías digitales, en los que en que Europa falta el talento local. Otros toman trabajos rechazados por la población local, como el trabajo doméstico y el cuidado de los ancianos. Eso, a su vez, puede liberar a mujeres que de otro modo harían este trabajo no remunerado, para entrar a funciones que mejoran su propia situación financiera al tiempo que contribuyen más a la economía en general. Y con el envejecimiento de la población de Europa, algunos creen que la inmigración es esencial para evitar una crisis demográfica.

«No pasará mucho tiempo para que empecemos a sentir el impacto del envejecimiento de nuestra población y la fuerza laboral que disminuye», valoró Michele Cercone, portavoz de la comisaria europea de Interior, en entrevista con Occupy.com. «La Unión Europea necesita una política fuerte y coherente de migración que responda a estas necesidades. Hoy en día, y más aún en el futuro, la migración y la movilidad son cruciales para el crecimiento y la recuperación económica de Europa».

Y a pesar del mito propagado por la prensa británica de los extranjeros que roban empleos británicos, según un estudio del Instituto Nacional de Investigación Económica y Social de 2012, los datos nacionales de seguros muestran «ninguna asociación entre los flujos migratorios y el desempleo » y que «no hay evidencia de un efecto adverso durante los períodos de bajo crecimiento o la reciente recesión».

La narrativa dominante sobre la inmigración, que evoca imágenes de hordas de extranjeros desesperados a punto de desbordar Europa, omite una fuerza importante que induce la inmigración: la oferta y la demanda de mano de obra barata y flexible. A pesar del miedo a la inmigración impulsado por crisis, la migración neta se redujo de cerca de 2 millones en 2007 a menos de 900 mil en 2011. En algunos de los países más afectados – incluyendo Irlanda, Grecia y España – el neto migratorio es negativo.

Sin embargo, la demanda de migrantes para realizar los empleos 3D de Europa (difícil [difficult], sucio [dirty] y peligroso [dangerous]) no desaparece. «En promedio, puede haber menos necesidad actual de migración laboral en muchos países que antes de la crisis», dijo Liebig. «Sin embargo, existen algunas necesidades de mano de obra en todos los niveles de los países europeos y el envejecimiento demográfico es probable que resulte en nuevas necesidades».

Hein de Haas, codirector del Instituto de Migraciones Internacionales de la Universidad de Oxford, escribe: «La única manera de reducir la inmigración es arruinar la economía». Algunos pueden argumentar que es algo que los líderes europeos hacende todos modos, a pesar de presidente del Consejo Europeo, José Manuel Barroso, refirió «claros signos de recuperación». De cualquier manera, la estrategia de la UE para la recuperación se centra en gran medida en la aplicación de un régimen económico neoliberal, que puede a su vez aumentar la demanda de mano de obra migrante.

«Los años de políticas neoliberales en forma de privatización y desregularización de los mercados de trabajo ampliaron enormemente la demanda de mano de obra inmigrante para los puestos de trabajo temporales, poco atractivos y mal remunerados en la limpieza, la restauración, la agricultura, el trabajo en la fábrica y la atención que los trabajadores nativos por lo general evitan», escribe de Haas.

Mientras tanto, las políticas de inmigración restrictivas reducen el costo de mano de obra aún más, al obligar a los migrantes a vivir en la clandestinidad. En los años previos a la crisis, los ilegales acudieron a trabajar en la inflada industria de la construcción en España y fueron de los primeros afectados cuando estalló la burbuja inmobiliaria. Muchos ahora trabajan en el sector agrícola, donde se contratan en un trabajo agotador en el que les pagan tan poco como 20 euros al día. Existen condiciones de trabajo similares en el sur de Italia.

Sin embargo, algunos incluso en estas circunstancias tristes están dispuestos a renunciar y volver a casa, teniendo en cuenta la inversión – en muchos casos, miles de euros en deudas, que la familia espera a que las remesas lleguen para pagarlos – y los riesgos que toman para llegar a Europa. Los migrantes que hacen viajes de regreso a Europa por la demanda de mano de obra son más propensos a quedarse en las buenas y en las malas – o por lo menos hasta que ganan lo suficiente para cubrir los gastos de su viaje inicial. Para los jornaleros en los campos de tomate de Calabria, eso puede ser un tiempo muy largo.

Mientras tanto, las economías clandestinas cuestan al Estado ingresos fiscales perdidos. Un informe de 2009 de la Escuela de Economía de Londres estima que la regularización de 229 mil inmigrantes irregulares puede producir 596 millones de libras.

Carnegie Endowment, economista, argumenta que la proteger a los trabajadores migrantes de la explotación puede ayudar a regular el flujo de la migración: «Si los empresarios están obligados a respetar el salario mínimo, contratar sólo a los trabajadores documentados y darles el mismo trato que a todos los demás, entonces, básicamente, eleva el costo de [emplear] un migrante a un nivel razonable y la economía hace el resto».

Si la migración se acepta como inevitable – en palabras de Perkowski, «un fenómeno humano que ha existido en toda la historia» -, entonces la gestión de su flujo a través de canales legales beneficia a todos. «Es, básicamente, crear un círculo virtuoso», explica Dadush. “Cuando el migrante es regular y contribuye a las economías públicas, se aplican las normas laborales y los derechos humanos normales en toda la economía, y se reduce la demanda de los migrantes – si eso es por lo que usted está tan preocupado».

Publicado el  4 de noviembre de 2013

Este material periodístico es de libre acceso y reproducción. No está financiado por Nestlé ni por Monsanto. Desinformémonos no depende de ellas ni de otras como ellas, pero si de ti. Apoya el periodismo independiente. Es tuyo.

Otras noticias de Geografía   Reportajes   Reportajes Internacional  

Dejar una Respuesta