El cuerpo de una mujer contra el muro que divide a los kurdos

Zeynep Gambetti Traducción: Lindsey Hoemann

Turquía. La alcaldesa de una localidad kurda, fronteriza entre Turquía y Siria, inició una protesta contra la construcción de un muro que, denuncia el Congreso Nacional Kurdo, “victimizará aún más a los habitantes, interrumpiendo la provisión de medicamentos y apoyo humanitario. Es un ataque abierto en contra de la voluntad del pueblo kurdo, que se encuentra en una lucha para obtener más derechos y libertades”.[1]

Las fronteras entre Estados son mecanismos de poder que interrumpen continuidades naturales y obligan a la gente a “pertenecer” a una entidad ajena a sus condiciones de vida.

Las fronteras de Turquía con sus vecinos al sur –Irak y Siria– se dibujaron por medio de guerras coloniales y anticoloniales a principios del siglo XX.  Las líneas que se dibujaron a través de montañas, ríos y llanuras atraparon a los habitantes locales en territorios fuertemente vigilados, anunciando que ahora eran turcos, iraquíes o sirios.  Por consiguiente, no solo se dividieron huertos y campos, sino familias también.

La construcción de fronteras y territorios nacionales fue una estratagema que procuró esconder el hecho de que habitantes de los dos lados hablan el mismo idioma – el kurdo – y que pertenecen al mismo grupo étnico.  La división forzosa de la población kurda en múltiples Estado-nación, sin embargo, no destruyó los flujos políticos, económicos y afectivos por la frontera.  Por años, las vidas de los habitantes de pueblos fronterizos se marcan con el movimiento de un lado para otro entre los múltiples Estados-nación.  Algunos cruzan la frontera para visitar familia, negociar o contrabandear.  Otros lo hacen para unirse a fuerzas guerrilleras o efectuar negociaciones políticas.

La frontera es porosa, pero a la vez peligrosa.  Uno la puede cruzar de manera legal o ilegal, pero en cada cruce se siente la presencia del Estado, en forma de agentes de aduanas o de patrulla fronteriza.

La frontera siria estuvo relativamente “pacífica” en comparación con la frontera iraquí, hasta que estalló la guerra civil en Siria en contra del gobierno de Assad.  La población kurda en el norte del país en conflicto (lo que los kurdos llaman “Kurdistán Occidental” o Rojava) logró montar una administración autónoma en el 2012, controlada principalmente por los dos partidos kurdos: KNC (Congreso Nacional Kurdo) y PYD (Partido de la Unión Democrática).

Los kurdos de Turquía e Irak estaban comprensiblemente entusiasmados con esta experiencia de autonomía, y voluntariamente dieron su apoyo a Rojava.  El gobierno turco, por otra parte, se alarmó con la posibilidad de tener otra región kurda autónoma en sus fronteras, pues el norte de Irak está bajo control kurdo desde la caída de Saddam Hussein. Además, Ankara es hostil con Bashar Al-Assad y hay sospechas de que proporcionó armas y apoyo material a facciones islamistas sunitas que luchan contra el gobierno sirio.

Con este fondo, las autoridades turcas empezaron a construir cercas alrededor de un puesto fronterizo cerca del pueblo de Nusaybin, en la frontera entre Turquía y Siria, en septiembre de 2013.  Nadie en realidad se dio cuenta, ya que se considera “normal” que las autoridades quieran proteger un puesto fronterizo en el centro de una zona de peligro. La guerra en curso en Siria convirtió a la frontera más larga de Turquía en un problema de seguridad, pero los pobladores pronto se dieron cuenta de que las cercas se extendieron más allá del puesto fronterizo.

Un mes después de iniciada su construcción, la longitud del muro alcanzó varios kilómetros, desde Nusaybin hasta Ceylanpinar.  Se construyó en un lugar en donde dos ciudades, Qamislo -en Siria- y Nusaybin -en Turquía-, se encuentran muy cerca.

El muro no es la única barrera física que separa a los kurdos que viven en Turquía de sus familiares al otro lado de la frontera con Siria.  Aunque Turquía firmó acuerdos internacionales que prohíben el uso de minas terrestres, un tramo de la frontera sigue sin estar despejado de las minas que fueron colocadas ahí por sucesivos gobiernos turcos.

El muro no llamó mucha atención pública ni política hasta que la alcaldesa de Nusaybin, Ayse Gokhan, decidió empezar una sentada en protesta frente al “kilómetro cero” en la frontera. Estaba sola, una mujer solitaria sentada al pie del muro, esperando que las autoridades le dieran una explicación, pero cuando la policía violentamente les prohibió a otros que se unieran con ella, Gokhan convirtió su plantón en una huelga de hambre en contra de lo que ella llama un “muro de vergüenza.”

El asesor mediático de Gokhan informó que la alcaldesa fue “cercada por fuerzas policiacas y gendarmería, que rompieron su contacto con el público. Se le permitió tener visitas sólo por medio de un proceso formal; esto también incluyó su familia. Por nueve días estuvo aislada, sola, debajo del sol en la mañana y el frío en la noche. No nos permitieron construir un inodoro ni instalar una tienda de campaña al principio”.

Las propias palabras de Gokhan para explicar los motivos de su protesta son impactantes: “Al construir este muro de vergüenza, Turquía no cumple con el Acuerdo de Ottawa, que firmó. El muro se está levantando para preservar el campo de minas. Su construcción es un crimen. A pesar de que yo soy la alcaldesa local, no me informaron sobre esta edificación.  La decisión de construir este muro es una decisión política”.[2]

Que la decisión es “política” quiere decir que no se construyó para aumentar la seguridad de los kurdos que viven cerca de la frontera.  Al contrario, ellos sienten que se construyó en contra de ellos, que son amenazas a la seguridad que el gobierno turco quiere vigilar y controlar.  Gokhan subraya que la construcción del muro entre Nusaybin y Qamislo está directamente vinculada a la Rojava, pues el Estado turco la considera una amenaza y trata de destruir la revolución que los kurdos sirios están logrando ahí.  “El muro de vergüenza busca aislar a la gente de Rojava e impedir a que los kurdos se reúnan,” alega la alcaldesa.[3]

El Congreso Nacional Kurdo, por otra parte, emitió una declaración: “por si fuera poco que el gobierno AKP ponga un embargo en contra de la gente de Rojava, la construcción de este muro victimizará aún más a los habitantes, interrumpiendo la provisión de medicamentos y apoyo humanitario. Ésta es una vulneración de derechos humanos. Es un ataque abierto en contra de la voluntad del pueblo kurdo, que se encuentra en una lucha para obtener más derechos y libertades”.[4]

Al exponer su cuerpo (femenino) al hambre, Gokhan en realidad hizo un gesto hacia otros cuerpos que fallecieron a causa de la frontera: “Los kurdos despejan la zona fronteriza de las minas con sus propios cuerpos”, acusa. “Rechazando las fronteras interpuestas entre ellos, la gente la cruza ya por casi medio siglo. Esta es una situación inhumana que el pueblo kurdo nunca aceptará”.

A pesar de la indiferencia por parte del público turco -en general- hacia el sufrimiento de los kurdos, este acto de resistencia de Ayse Gokhan creó pequeñas redes de solidaridad. Varios científicos sociales que hacen investigaciones en la zona fronteriza publicaron una declaración de apoyo: “El Estado turco, por desgracia, lleva a cabo una estrategia eugenésica que reduce las fronteras a cuestiones de seguridad y que ve a los que viven cerca de la frontera como enemigos o agentes de Estados ajenos. El muro en Nusaybin es un ejemplo claro de esto”.  Grupos de mujeres tambien apoyaron a la alcaldesa. Gokhan ha sido alcaldesa de Nusaybin por cuatro años, y primueve políticas urbanas en pro de las mujeres.

Cuando más y más grupos se unieron a la protesta en contra del muro, el Ministro de Relaciones Exteriores de Turquía, Muammer Guler, al principio negó la construcción, pero luego dijo que el muro se edificó para la seguridad fronteriza. El 7 de noviembre, una reunión grande se llevó a cabo en Nusaybin -por parte del partido kurdo BDP- en protesta contra el muro. Gokhan terminó su huelga de hambre ese mismo día, cuando las autoridades de Turquía prometieron detener la obra. Pero la hipocresía del gobierno se reveló inmediatamente, cuando reanudó la construcción del muro un día después.

Esto básicamente significa que la lucha seguirá, y que más cuerpos se enfrentarán con los aparatos mortales del Estado que buscan contenerlos, inmovilizarlos y subyugarlos.

Publicado el 18 de noviembre del 2013



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                        [1]                                            http://www.kurdishinfo.com/one-womans-revolt-wall-shame
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                        [2]                                            http://www.kurdishinfo.com/one-womans-revolt-wall-shame
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                        [3]                                            http://www.kurdishinfo.com/nusaybin-mayor-deathfast
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                        [4]                                            http://www.kurdishinfo.com/one-womans-revolt-wall-shame

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