Mujeres en marcha para cambiar el mundo

Carmen Díaz Alba

São Paulo, Brasil.  Durante seis días esta ciudad fue el epicentro de debates, acciones y muestras de solidaridad feminista a través de las fronteras. La Marcha Mundial de las Mujeres llevó a cabo su noveno encuentro internacional, del 26 de agosto al 1 de septiembre, con la participación de más de mil 500 mujeres brasileñas de diversas regiones y delegaciones provenientes de 49 países.

La Marcha es un movimiento de mujeres que reivindica el feminismo popular, anticapitalista y antiracista, enraizado en contextos locales de los cinco continentes. En el año 2000 se realizó una primera acción internacional para exigir el fin de la pobreza y la violencia contra las mujeres. En el 2005, una marcha de relevos recorrió 53 países y territorios, portando una gran colcha de la solidaridad con retazos bordados por cada país que reflejaban las aspiraciones y luchas de las mujeres del mundo.

La tercera acción internacional, en 2010, movilizó nuevamente a las mujeres  bajo el slogan “Mujeres en marcha hasta que todas seamos libres” y culminó con un acto de solidaridad en Bukavu, en la República Democrática del Congo, donde la ONU calcula que 200 mil mujeres sufrieron violaciones sexuales como una táctica del conflicto armado. La próxima acción internacional se llevará a cabo en 2015 y este noveno encuentro permitió crear los primeros consensos en torno a ésta: que sea un proceso formativo que fortalezca a las distintas regiones; y que visibilice las luchas de las mujeres por la autonomía de sus cuerpos y en la defensa de la tierra y los territorios. Frente a las opresiones raciales, clasistas, patriarcales y lesbofóbicas, que pretenden controlar los cuerpos de las mujeres y despojarlas de sus tierras y  territorios, las mujeres plantearon nuevas cartografías feministas que muestren las resistencias y alternativas que se están construyendo en todo el mundo. Las movilizaciones incluirán caravanas, acciones y encuentros regionales, acciones internacionales arrancando el 8 de marzo y culminando el 17 de octubre. Además, se realizarán 24 horas de solidaridad feminista el 24 de abril, en conmemoración de las trabajadoras de Bangladesh que murieron en el  incendio de una fábrica.

Las jornadas del encuentro arrancaron con dos días de conferencias con el objetivo de desarrollar la formación feminista de las integrantes del movimiento. La primera sesión abordó la trayectoria del feminismo en América Latina. Nalu Faria y Sandra Morán, de la MMM de Brasil y Guatemala, respectivamente, compartieron la mesa con la investigadora Sonia Álvarez. Sandra destacó que hay distintas corrientes feministas, se van construyendo desde la cotidianidad, desde mujeres concretas. En un contexto de megaproyectos mineros que están arrasando los territorios de los pueblos afirmó “hoy las feministas somos parte de las grandes movilizaciones de resistencia de las comunidades, donde las mujeres con sus cuerpos resisten para que las maquinarias no entren a la tierra. Saludamos ese feminismo de las comunidades en resistencia, junto con otros compañeros. El feminismo se construye desde nosotras, construimos un feminismo propio, que dé cuenta de nuestra diversidad pero con el horizonte del cambio del mundo, una propuesta feminista que salva la vida del planeta, de hombres, mujeres, de la naturaleza”.

La sesión vespertina, titulada acumulación por desposesión: trabajo, naturaleza y cuerpo de las mujeres  estuvo integrada por Helena Hirata de Francia, Ariel Salleh de Australia, Malalai Joya de Afganistán y Jean Enríquez de Filipinas. Para Jean, el territorio comienza desde nuestros propios cuerpos. Relató que cuando era joven pensaba que su cuerpo era su territorio “pero eso no sucede en la vida real; de joven, estuve expuesta a la violencia sexual, sufrí un intento de violación y en mi país es tabú hablar del aborto. Sufrí la presión de estar disponible para los hombres, nos dicen que debemos guardar nuestra virginidad para nuestros esposos, y al mismo tiempo nos presionan a ser hipersexualizadas, a cambiar nuestros cuerpos para los gustos de los hombres. ¿Qué pasa con nuestros cuerpos? Están ocupados por hombres, por los corporativos, por la iglesia. Así sufrimos la desposesión. Hay que visibilizar quiénes se están beneficiando de la mercantilización de los cuerpos de las mujeres y nos imponen un modelo de belleza colonial. Nuestra etnicidad está siendo borrada por el capitalismo, el  racismo, el militarismo y el patriarcado”.

El segundo día giró en torno a los feminismos y la construcción de alternativas, con los aportes de Gina Alfonso de Cuba, Francisca Rodríguez, integrante de la Vía Campesina de Chile, Graça Samo, de Mozambique y Souad Mahamud, sindicalista de la MMM en Túnez, ambas parte del comité internacional de la Marcha. Gina señaló la importancia de no olvidar que la felicidad es parte de las luchas: “No hay feminismo y socialismo revolucionario sin felicidad. Esa felicidad pasa porque construyamos otro poder, compartido, humano, donde nadie quiera decidir y controlar al otro. La libertad es poder de decidir, hacer y desear el mundo que queremos”.

Francisca, como parte de la articulación mundial de mujeres del campo, resaltó la importancia de las alianzas entre la Marcha y otros movimientos. Afirmó que las mujeres “vamos afianzando autonomía, decidimos nuestros programas y a donde caminar y vamos incorporando el compromiso de los compañeros, por ejemplo como la campaña contra la violencia hacia las mujeres del campo. Ha sido este encuentro, esta alianza estratégica con la MMM, con Amigos de la Tierra, lo que permite que caminemos al unísono para enfrentar el saqueo a los bienes naturales, es innegable que las mujeres hemos elevado el nivel de postura y reconocimiento de la Via campesina”.

Por la tarde, el debate se centró en un balance sobre la Marcha Mundial de las Mujeres, donde compartieron sus análisis las compañeras Miriam Nobre, de Brasil, Nana Aicha Cissé de Mali, Emilia Castro de Quebec y Judite Fernández de Brasil. Emilia recordó que la Carta de las Mujeres para la Humanidad “expresa el mundo que queremos construir, este mundo donde la explotación, las exclusiones, la intolerancia serán abolidas y los derechos y libertades serán respetados,  con los principios de igualdad, libertad, solidaridad, justicia y paz. La elaboración de la carta fue un proceso muy democráctico que ilustra el esfuerzo de la marcha para reflejar la diversidad de los grupos participantes. Fue un proceso con mucho intercambio, y fue la ocasión de movilizar a las mujeres y crear alianzas”. Para Miriam, la construcción de la Marcha como movimiento social se ha fortalecido: “hemos denunciado que lo que ha organizado nuestra vida es el mercado, más que las instituciones, cuestionamos el mercado con sus personificaciones, las corporaciones, pero buscamos otras formas de convivencia colectiva para fortalecernos y seguir en marcha, más cada día”.

A partir del tercer día, las delegadas internacionales se reunieron en asamblea para discutir el rumbo de la Marcha en los próximos años, especialmente en relación a la transferencia del secretariado internacional de Brasil a Mozambique y la planeación de la cuarta acción internacional. Esto no hubiera sido posible sin el valioso trabajo de un equipo de intérpretes voluntarias que traducían al francés, español, inglés y portugués. Paralelamente, las brasileñas se organizaron en talleres simultáneos donde discutieron temas como la mercantilización, control del cuerpo y sexualidad; por qué el feminismo tiene que ser antiracista; las mujeres en la lucha contra la mercantilización de la naturaleza; la autonomía económica; estrategias feministas para enfrentar la violencia; la ofensiva del capital sobre las ciudades y la construcción de una cultura feminista contra-hegemónica.

Las discusiones fueron sumamente ricas, y reflejaron también la diversidad que existe al interior de este movimiento. Se abordó la lucha por la democratización de la comunicación,  los sentidos políticos de la ocupación feminista del espacio público y las prácticas de comunicación feminista. También se discutió sobre la prostitución, los desafíos para la despatriarcalización del estado, el derecho al aborto y la visibilidad lésbica al interior del movimiento.  Otro eje fue la soberanía alimentaria, el feminismo y la agroecología, las resistencias de las mujeres en los territorios, las estrategias de las mujeres para transformar el modelo de (re) producción y consumo, la economía solidaria y feminista. Además, había talleres prácticos donde las activistas compartían sus experiencias y habilidades para hacer stencil y graffiti, batucada, panfletos feministas, herramientas para posicionar el feminismo en internet, talleres de radio, producción de mantas y muralismo.

El 29 de agosto se celebró también el día de la visibilidad lésbica con debates al interior del encuentro y una acción festiva en una de las principales plazas de Sao Paulo. La lesbofobia se planteó como un sistema más de opresión que se articula con el capitalismo y el patriarcado y es preciso considerarlo tanto en los análisis como en la construcción de alternativas. Otra fuerte acción fue en contra de la transnacional brasileña Vale por su rol en la explotación del territorio en Mozambique. Además, cada día, al medio día y al final de la tarde la carpa de la solidaridad fue el espacio donde se compartieron los testimonios de mujeres de Túnez, Marruecos, Cuba, Grecia, Bangladesh, Sahara Occidental, Palestina, República Democrática del Congo y República Centro Africana, Guatemala y Haití. Toda la semana hubo una muestra de economía solidaria y feminista, donde compañeras de diversas regiones expusieron sus trabajos como alternativas de producción para su autonomía económica. Una exhibición sobre la historia y los aportes de la Marcha en Brasil y en el mundo permanecerá durante todo el mes en una de las galerías paulistas.

Un elemento a resaltar es el protagonismo que las jóvenes brasileñas tienen en el movimiento. En prácticamente todas las regiones de Brasil existen batucadas feministas que combinan los ritmos de tambores elaborados por ellas mismas con materiales reciclados con consignas como “Al ritmo del tambor, y la lucha social, somos las mujeres de la Marcha Mundial. Contra la pobreza y la opresión del capitalismo patriarcal, vamos a provocar ¡una revolución mundial! Mujeres feministas libertarias, mujeres feministas revolucionarias”. Las jóvenes estuvieron también muy presentes en la convergencia de medios, una colaboración de la MMM, Radio Mundo Real, ALBA TV, ALAI y Via Campesina. Durante toda la semana produjeron videos, entrevistas y contenidos para los blogs y las redes sociales. La comunicación al servicio de los movimientos, afirmaron, es una herramienta contra-hegemónica y fundamental para la memoria colectiva de las luchas y voces de las mujeres.

Las jornadas culminaron con una gran asamblea donde se anunció que el décimo encuentro internacional será en Mali en 2016, y una gran manifestación con más de cuatro mil mujeres de diversas regiones de Brasil por las calles de Sao Paulo, culminando en la Plaza de la República con un concierto de cierre con rock alternativo de Karina Buhr, hip hop feminista del grupo cubano las Krudas Krudas Cubensi y la música tradicional brasileña de Chinelo de Couro. En su declaración final, las mujeres de la Marcha afirmaron: “la auto-organización de las mujeres es nuestra estrategia de fortalecimiento como sujeto político, que construye una fuerza mundial, en alianza con los movimientos sociales que comparten la lucha anti-capitalista y por una sociedad basada en los valores de la libertad, la igualdad, la justicia, la paz y la solidaridad”. ¡Mujeres en marcha hasta que todas seamos libres!  

Publicado el 09 de septiembre de 2013

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