La música es una cuestión de vida

Jaime Quintana Guerrero

México, DF.  “Entendí que la música es el contexto”, dice Laura Murcia, cantautora de 22 años, en entrevista con Desinformémonos. “Si tú quieres ser un músico tradicional o de la tradición, tienes que ir a los lugares, a los fandangos. Si quieres tocar un son que dice cosas comunitarias, tienes que estar ahí, y ver cómo se toca y se canta, como se aprende en las comunidades”.

Música y compositora, relata: “por ejemplo, una canción que tengo habla de Pablo Neruda, se llama América no invoco tu nombre en vano, es latinoamericanista; otra es una cumbia que se llama Para Bailar sola, que es una alegoría entre una pista de baile y una persona que sola hace cumbia; otra se llama La Prisión y alude a las historias de José Revueltas. Y hace dos años conocí la historia de Alberto Patishtán y de los muertos de nosotros, muchas voces, desaparecidos, de presos, voces mías de cuando era niña, y les doy un significado histórico y social”.

Laura Murcia nació y creció en el barrio de Iztapalapa, en la Ciudad de México, estudió composición musical en el Centro Morelense de las Artes y en la Escuela del Rock (en el DF) y cursó estudios en el programa de seminarios de Estudios Culturales del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales. “Mis intereses –dice- se vinculan con el arte, los procesos altermundistas y de lucha social, la marginación urbana y sus estampas”.

“Mi barrio es como un pueblito en la ciudad”, relata la joven música, “se encuentra en el oriente de la ciudad de México, en la frontera entre Iztapalapa y  Tláhuac, cerca del Reclusorio Oriente. Aquí la urbanización es reciente, las construcciones son irregulares, existe mucha pobreza, casas de cartón, por eso hay un lugar al que le llaman Cartolandia. Mi colonia es una fusión de gente de pueblo y urbana, unos vienen de Tepito, también existen muchos migrantes de Oaxaca, Guanajuato de Veracruz. Se combina la  cultura de Tepito, la banda reguetonera y sanjudera. Hay muchos jóvenes y mucha deserción escolar”.

“Fue el 28 de marzo siguiente…”, esboza Murcia en un texto escrito por ella llamado Testimonios musicales y aportes breves sobre el arte en el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, cuando “…a través de redes sociales e informaciones en medios de comunicación se supo que otro capítulo lamentable de violencia perpetrada por el crimen organizado había acontecido en Morelos. Se trataba del asesinato de siete personas cuyos cadáveres yacían en el interior de un vehículo estacionado desde esa madrugada en Temixco”. Se trataba del asesinato que incluyó a Juan Francisco Sicilia Ortega, hijo de 24 años del poeta y periodista Javier Sicilia, iniciador, a partir de ese acontecimiento, del Movimiento por la Paz en México.

“Yo estoy convencida que un artista debe ser militante en la consigna de la congruencia. Un artista, un periodista, tiene que tener una conciencia”, afirma Murcia. Por eso “formé parte del movimiento juvenil Yo Soy 132, ingresé de parte de las escuelas de arte, y conformamos los artistas aliados por iniciativa de jovenes del  Centro Nacional de Artes. Formaba parte de la asamblea de la Escuela de Rock. Cada vez fuimos menos hasta que dejó de participar la escuela. Este movimiento sirvió para generar una conciencia en los que éramos más jóvenes, y nos metió más a la lucha social”.

La mañana del jueves 5 de mayo de ese 2011, Laura partió de  la Paloma de la Paz, en Cuernavaca, a la ciudad de México, pues se asume como parte de la lucha que exige la presentación con vida de los desaparecidos. “Me sume al eco del pronunciamiento de ‘Estamos hasta la madre’ que emitió Sicilia. Ese  viernes 6 de mayo fue mi  último día en Morelos como habitante irregular, y atestigüé uno de los momentos del recorrido de la marcha por la autopista con rumbo a la Ciudad de México y escribí una canción que se llama Fragmento de la Guerra, que tiene que ver con esta farsa de la guerra de Felipe Calderón y las desapariciones, que me movió mucho”.

La incipiente caravana contaba con decenas de personas y algunos automóviles particulares. “Yo iba en autobús”, cuenta, “viendo y emocionándome, como si con mi asomo pudiera decirles ¡allá nos encontramos! Sí, desde mi asiento me sentía parte del grupo de andantes que por la tarde llegó a Topilejo, donde fue nuevamente recibido por la calidez y la solidaridad de la comunidad de quienes decidieron encontrarse con esa llegada”.

“Algunos piensan que una carrera empieza cuando uno comienza a estudiar de manera formal, en un ámbito del ejercicio de la técnica. En mi caso, la música es una cuestión de vida. Para mí desde niña la visión del mundo tenía mucho que ver con la música. Y a partir de ahí desarrollé la conciencia de que el arte que es para todos”.

Otro de lo recuerdos que comparte Laura Murcia es “el 28 de noviembre. Miércoles. 2012. Yo estaba sobre un templete instalado frente a la Estela de Luz. Ese día se conmemoraba a don Nepomuceno Moreno, que un año atrás había sido asesinado en Sonora. Ese día estábamos reunidos en torno al evento Recuento de daños: sexenio de muerte. Decenas de madres daban su testimonio de dolor. Ese día Trinidad Ramírez, de Atenco, manifestó, su solidaridad con las víctimas de la guerra de Calderón, llamado insistentemente traidor y asesino a quien desde una manta lucía con sonrisa discreta su banda presidencial y un montón de manchas rojas, rodeado por cruces de muerte pintadas en el suelo”.

Estudiante autodidacta en sus primero años, relata, “en las escuelas se nos dice tienes que ser crítico, y en el mejor de los casos te conviertes en crítico de arte. Un artista tiene que trabajar, estudiar y organizarse y tiene que expandir esa conciencia. Crear un instrumento sin que sea el panfleto”.

Para la joven cantante, solidaria con luchas sociales en las que regala su canto, “la conciencia de clase no necesariamente se da en donde naces, es con el transcurso de la vida, es como la línea que ha seguido el cantante León Chávez Texeiro, que no utiliza el panfleto, sino que habla de la vida cotidiana de la gente que esté en su problemática. Él dice ‘en una fábrica machacas tus miles de años de sudor’, lo que significa, no que sea un viejo, yo soy una joven de 22 años, son los miles de años de trabajo de mis antepasados y yo sigo en la fábrica, para mí es un compromiso con la música”.

La música es un arma

“Yo crecí con el rock urbano, con los rupestres, con la trova, con la música de la academia, y por otro lado, con la música tradicional, pero no estaba en ninguna. Después salí del bachillerato y entré a la licenciatura a la carrera de composición clásica y fue otra trinchera. Aprendí jazz, un poco sobre improvisación, a los 20 años tenía un poco de todo, pero a la vez no estaba en nada y entendí que esto nos pasa a muchos de los que no nos especializamos en algún género”.

Autodidacta e improvisadora, explica: “en la adolescencia aprendí a tocar la guitarra, a los 14 o 15 años. Tenía la idea de componer canciones. Tenía la espinita de aprender música de manera teórica, de entrar al mundo de la música de concierto, de las orquestas”.

También estudiante del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), cuenta que aprendió a “a tocar guitarra clásica y saxofón en un sentido clásico. Y también mediante un taller de música mexicana, que para fue la experiencia más formativa”.

¿A quién se canta? Murcia responde: “A a lo que me mueve, conmueve y a lo que creo que es parte de mi historia. Una vez me preguntaron, por qué no escribía canciones de amor. Y respondí que se puede hacer canciones de amor por la justicia, por la libertad y eso para mí es el eje. Hice una canción que tiene un reclamo a un hombre y esa canción tiene que ver con mi conciencia como mujer. Yo le canto a lo que veo y siento”.

Publicado el 30 de septiembre de 2013

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