Un Tren que transporta desigualdad a alta velocidad

AHT Gelditu Elkarlana

País Vasco. El Tren de Alta Velocidad (TAV) representa la mayor obra jamás planteada en Euskal Herria, con 440 kilómetros de infraestructuras que arrasarían el corazón de estas tierras y poco beneficiarían a los habitantes. Para contestar a un proyecto de esta envergadura, organizaciones e individuos se vuelcan en la desobediencia aún a riesgo de la criminalización de su lucha.

Los proyectos de la “Y Vasca”, el “Corredor Navarro” del TAV y la nueva línea del Tren de Gran Velocidad (TGV) Dax-Behobia –ésta última afecta al País Vasco Norte, en el Estado francés—, promovidos por los gobiernos desde 1988, prevén en su conjunto la construcción de alrededor de 440 kilómetros de líneas de Alta Velocidad en el pequeño y castigado territorio que habitamos.

¿Qué es el TAV?

El Tren de Alta Velocidad (TAV) es un medio de transporte ideado para unir grandes ciudades en tiempos competitivos con el avión. Originario de Japón, fue bautizado como “tren obús” y su implantación exige la construcción de costosas infraestructuras que conllevan graves impactos medioambientales y elevados costes de construcción. En la Unión Europea, el TAV forma parte de un vasto plan de infraestructuras, las Redes Transeuropeas de Transporte, que, con un presupuesto de 600 mil millones de euros hasta el año 2020, es impulsado por diversas multinacionales y partidos políticos en una estrategia de ampliación de mercados y globalización económica.

Por lo que respecta a Euskal Herria, denominación que agrupa al territorio formado por la Comunidad Autónoma Vasca, la Comunidad Foral de Navarra y parte del territorio Sur de Francia, el TAV supone el más escalofriante plan de infraestructuras jamás proyectado, en el que las diferentes administraciones contemplan la construcción de nada menos que 460 kilómetros de líneas de alta velocidad: 194 correspondientes al trazado conocido por su forma como la “Y Vasca”; 200 al “Corredor Navarro de Alta Velocidad” y su conexión con la “Y Vasca” en el valle del Oria (convirtiendo la “Y” en “H”); y 70 a la nueva línea de Alta Velocidad entre Dax y Behobia, que transcurriría por Lapurdi, es decir al Sur de Francia.

Presentado oficialmente como un “gran salto al progreso”, existen sin embargo buenas razones para cuestionarlo, tanto más cuanto que el TAV conlleva un elevado coste económico, ecológico y social y ha sido desarrollado en ausencia total de información y de participación popular en la toma de decisiones.

Razones contra el TAV

El TAV ocasionará daños irreparables al medio ambiente. Efecto barrera, brutal impacto sonoro, brutal impacto visual, ocupación de tierras, destrucción de acuíferos, aumento del consumo energético, infinidad de escombreras, afección a ecosistemas de alto valor ecológico…

El TAV acentuará el desequilibrio territorial. Contempla únicamente la conexión rápida entre capitales, incrementará la aglomeración de población en grandes zonas macro-urbanas y ocasionará graves perjuicios a la agricultura y al modo y calidad de vida de los municipios y comarcas intermedias, que le servirán de mero soporte físico.

El TAV acaba con el concepto de transporte ferroviario como servicio público y universal. Lo pagaremos entre todos pero, en función de los recorridos y el precio del billete previstos, tan sólo podrán utilizarlo unos pocos.

El TAV tendrá un efecto regresivo en la distribución de la renta y el gasto social. Y es que se trata de la mayor y más cara infraestructura jamás proyectada en este país. El gasto final de la “Y vasca” rondará los 6 mil millones de euros, es decir; el presupuesto del departamento de Vivienda del Gobierno Vasco para 24 años; el de Cultura para 25; el de Agricultura, Pesca y Alimentación para 40… Con ese dineral podría financiarse un transporte público de calidad para el conjunto de la población, así como responder a muchas otras necesidades sociales que, de llevarse a cabo este proyecto, continuarán desatendidas.

El TAV no solucionará los graves problemas de tráfico y transporte existentes. Por una parte, desatiende los desplazamientos intracomarcales, que son el 97 por ciento de los desplazamientos diarios motorizados, y por otra, ni siquiera hace frente al crecimiento anual del número de camiones que circulan diariamente por nuestras carreteras. Más bien al contrario, el TAV forma parte de un gigantesco plan de infraestructuras de transporte que incluye autopistas, superpuertos, plataformas logísticas y un largo etcétera cuyo objetivo no es otro que el aumento del transporte de mercancías como negocio, por lo que el TAV no sólo no contribuirá a descongestionar las carreteras, sino que contribuirá a agravarlo.

El TAV fomentará la precariedad laboral y facilitará la deslocalización industrial. Tanto el TAV como el conjunto de grandes infraestructuras de transporte están directamente relacionados con la internacionalización y la globalización de los mercados y la economía, así como con el incremento de la precariedad laboral y la deslocalización industrial derivada de las mismas. El TAV contribuirá a apuntalar la hegemonía del sector servicios en detrimento del primer y segundo sector, y convertirá a nuestro país en zona de paso de mercancías. Con ello acentuará la situación de dependencia estructural que padece Euskal Herria y alejará la posibilidad de un desarrollo auto-centrado.

El TAV es el más claro exponente del neoliberalismo. El TAV viene a reforzar un modelo social y económico que genera un creciente desequilibrio ecológico y cada vez mayores desigualdades sociales y de género.

El TAV es sinónimo de imposición. Están desarrollando el proyecto del TAV sin transparencia informativa alguna y a espaldas de los intereses, los deseos y la voluntad de los municipios y la ciudadanía. Una vez más, han sustituido la información por la propaganda, y limitado la participación y capacidad de decisión de la ciudadanía a la posibilidad de presentar alegaciones que son automáticamente rechazadas.

La mayoría social y sindical exige la paralización del TAV, pero las administraciones gestionadas por el Partido Nacionalista Vasco (PNV), Unión del Pueblo Navarro (UPN), Unión por un Movimiento Popular (UMP, francés) y Partido Socialista Obrero Español (PSOE) continúan haciendo oídos sordos. Con el comienzo de las obras de la “Y Vasca”, el relanzamiento del proyecto de nueva línea en Lapurdi y la apuesta ciega por el Corredor Navarro de Alta Velocidad, tanto los Estados español y francés, como los gobiernos de Gasteiz e Iruñea, han optado, una vez más, por la prueba de fuerza, la política de hechos consumados y la imposición.

Impactos medioambientales del TAV

El impacto de la excavación de los 105 kilómetros de túneles de la “Y vasca”, junto con los túneles de grandes dimensiones previstos en el tramo Nafarroa-Gipuzkoa del Corredor Navarro, resulta un factor crítico tanto desde el punto de vista ambiental como de los costes de construcción. En particular, dada la importancia de la excavación a practicar en los túneles, se auguran graves impactos sobre la hidrología subterránea.

El TAV es una infraestructura gran consumidora de suelo: se anuncia una ocupación de 9 hectáreas por kilómetro en Lapurdi, lo que conllevará, entre otras cosas, la destrucción de una gran cantidad de tierras de cultivo. Así, el medio agrario es el más castigado. Sólo el trazado de la “Y Vasca” supone, según el Gobierno Vasco, la destrucción de 440 hectáreas de tierras agrarias y forestales, tratándose además en algunos casos de áreas de mayor vocación agraria que deberían ser preservadas estrictamente (tan solo en Gipuzkoa afecta a ocho zonas agrarias declaradas de Interés). Otra vez más, habrá agricultores que perderán tierras y modo de vida, culminando, en suma, el prolongado ataque que sufre la comunidad rural.

También resaltan los graves impactos paisajísticos que el TAV ocasionaría en numerosos puntos de la geografía y su afección en entornos de singular belleza y con un valor naturalístico indiscutible, como el monte Udalaitz y el valle de Aramaio, los espacios naturales colindantes con el Parque Natural de Urkiola (en Durangaldea) y con la sierra de Aralar, los bosques existentes en el área de la divisoria de aguas cantábrico-mediterránea, los hábitat de aves esteparias en la zona Sur de Navarra, ectétera.

En particular, debido a la enorme magnitud de la obra y a la gran cantidad de hormigones necesarios en los túneles, es de prever un aumento significativo en el ritmo de explotación y la apertura de nuevas canteras. A este respecto, los proyectos constructivos de la “Y Vasca” cuantifican la necesidad de áridos para hormigones en túnel en 39 mil toneladas por kilómetro (4.1 millones de toneladas para los 105 túneles de la “Y vasca”).

Asimismo, cabe destacar el impacto en los cursos de agua que producirán los encauzamientos, los desvíos de cauces y los vertidos de contaminantes sobre arroyos y barrancos. Igual mención merece la construcción de galerías de emergencia: por razones de seguridad, los túneles con una longitud superior a mil 500 metros exigen la construcción de una galería de emergencia en paralelo al túnel del TAV, o bien la excavación de galerías de emergencia independientes conectadas al túnel desde el exterior. También el funcionamiento del TAV conllevaría graves efectos ecológicos, destacando el importante impacto sonoro y el elevado consumo de energía del TAV.

Respecto al impacto sonoro, el estudio informativo de la “Y vasca” calcula que a una distancia de hasta 250 metros a cada lado de la vía pueden sobrepasarse los niveles de ruido que fija como aceptables. Es más, el estudio de impactos promovido por el ayuntamiento de Atxondo advierte que a 200 metros del paso del TAV se pueden alcanzar “niveles de ruido del todo insalubres, que no sólo ocasionen una disminución de la calidad de vida de la población, sino que incluso puedan provocar afecciones a la salud humana (desde sordera hasta diferentes grados de molestia)”.

El consumo de energía del TAV es hasta seis veces superior al de un tren convencional, por lo que producirá enormes costes de contaminación derivados de la producción de electricidad en centrales térmicas y nucleares, provocando la emisión de sustancias nocivas a escala global e incidiendo gravemente en el cambio climático.

Impactos sociales del TAV

El TAV supone la quiebra de una ordenación territorial equilibrada y descentralizada. El TAV es un medio de comunicación entre grandes aglomeraciones urbanas a nivel estatal y europeo que margina y utiliza como mero soporte físico los pueblos y comarcas que atraviesa a su paso. El propio Plan de Infraestructuras (PEIT) del Gobierno español señala que “la alta velocidad facilita la concentración y centralización de la actividad económica en un número reducido de grandes núcleos, con un debilitamiento de las áreas de menor potencia en beneficio de las áreas dominantes”.

El TAV carece de justificación alguna desde el punto de vista de la resolución de los problemas de transporte. Y es que según los datos de movilidad aportados por el Gobierno Vasco, la “Y Vasca” apenas absorbería un 0.15 por ciento de los desplazamientos motorizados que se realizan diariamente en la CAV; por el contrario, dejaría fuera los desplazamientos intra-comarcales, que representan el 97 por ciento de los movimientos motorizados diarios de la población. A su vez, tampoco contribuiría a reducir el tránsito de camiones, puesto que las previsiones del Gobierno Vasco apuntan al transporte de mil camiones diarios sobre trenes a través de la “Y Vasca”, cuando actualmente son más de 10 mil los camiones que cruzan diariamente la frontera de Irun y con el ritmo actual de crecimiento (13 por ciento anual) el tráfico alcanzará los 20 mil camiones dentro de siete años.

El TAV es la más cara infraestructura jamás proyectada en nuestro país. Supondría un gasto de dinero público que rondaría los 9 mil millones de euros, lo que le convierte en un claro exponente de las políticas neoliberales: los recursos públicos se despilfarran en gigantescas y costosísimas infraestructuras mientras se recortan más y más los gastos de carácter social, que en Hego Euskal Herria se sitúan en uno de los niveles más bajos de toda Europa.

Otro aspecto a subrayar es la marginación de un sector mayoritario de la población, ya que el TAV es un sistema de transporte caro por naturaleza y dirigido claramente al segmento de la población con mayor poder adquisitivo. Aunque el Gobierno Vasco afirma públicamente que desconoce cual será el precio del billete, lo cierto es que se basa en una hipótesis de ingresos por tráfico de viajeros que cifra entre 18 y 24 euros para el viaje Donostia-Bilbao. Nos encontramos frente a una apuesta fuerte por un cambio radical del modelo ferroviario que, de esta forma, deja de ser un servicio público para convertirse en un negocio privado.

Además, a pesar de que los precios serán elevados, el TAV presenta una rentabilidad económica negativa. A este respecto, el propio Ministerio de Fomento señala que “los resultados financieros son negativos para todos los escenarios y todas las hipótesis de explotación”. Es decir, no sólo sería incapaz de amortizar los elevados costes de construcción, sino que tendría una explotación comercial deficitaria, por lo que requeriría financiación pública permanente para su funcionamiento.

No obstante, el TAV tiene sus beneficiarios. El Gobierno Vasco estima que la obra de la “Y Vasca” conllevaría a lo largo de varios años un incremento total de la producción de 970 millones de euros anuales, que beneficiaría en un 83 por ciento al sector de la construcción. De ahí que las empresas constructoras y del hormigón están interesadas sobre todo en la obra en sí. A su vez, las zonas donde se ubican las paradas se convierten en pasto de especuladores del suelo y la vivienda: la llegada del TAV a ciudades francesas provocó un aumento del 300 por ciento en el precio de las viviendas. En ellas, los ayuntamientos promueven grandes operaciones urbanísticas, mejoran su oferta de servicios a las multinacionales y ofertan infraestructuras “culturales” con fines espectaculares orientadas al turismo.

La lucha contra el TAV en Euskal Herria.

El primer actor de esta lucha en el País Vasco Sur fue la AHTren Aurkako Asanblada (Asamblea contra el TAV), que desde 1993 comenzó a informar y a impulsar la oposición al TAV y al desarrollismo, con lo que consiguió socializar una sensibilidad contraria a lo que ya empezaba a entreverse como una infraestructura de una escala no conocida hasta el momento, tanto por sus costes económicos como por las afecciones ambientales y sociales que conlleva.

En la medida en que el proyecto avanzaba, cada vez más grupos y organizaciones se posicionaron contra el TAV, hasta que en 2001 crearon la coordinadora unitaria llamada AHT Gelditu! Elkarlana para aunar fuerzas en la lucha por su paralización en base a un acuerdo sobre el rechazo rotundo del TAV debido a su carácter anti-ecológico y anti-social, la denuncia de la imposición y la exigencia del reconocimiento de la capacidad de decisión para las poblaciones afectadas, así como el acuerdo sobre la necesidad de cuestionar, más allá del TAV, el modelo de transportes, de ordenación del territorio y de sociedad que se está imponiendo desde las instituciones.

AHT Gelditu! Elkarlana agrupa a infinidad de sindicatos, movimientos sociales, grupos ecologistas, partidos políticos, ayuntamientos, grupos de afectados y personas de Euskal Herria bajo las siguientes premisas:

Rechazo total al proyecto del TAV. El TAV es un proyecto antiecológico, antisocial, despilfarrador de recursos y totalmente inapropiado para Euskal Herria. Es inadmisible debido a sus graves impactos ecológicos, sociales, económicos, agrarios y territoriales.

Firme denuncia del procedimiento seguido para elaborar el proyecto del TAV. Están desarrollando el proyecto en ausencia total de transparencia informativa y participación social. En ese sentido, exigimos que se respete el amplio rechazo social al proyecto y que se reconozca el derecho a veto a los municipios gravemente afectados por el mismo.

El cuestionamiento, más allá del proyecto del TAV, y la reivindicación de un profundo cambio de los modelos de transporte, de ordenación del territorio y de sociedad que están imponiendo desde las instituciones.

Sobre la base de estos planteamientos de lucha se han llevado a cabo durante muchos años un sinfín de movilizaciones y acciones informativas contra el TAV; poco a poco se ha extendido un movimiento de oposición que ha adoptado como principales métodos de lucha la movilización, la lucha informativa frente al continuo bombardeo de la propaganda oficial, la organización de consultas populares y la realización de acciones de desobediencia y resistencia civil.

Esta lucha se intensificó de manera muy fuerte entre 2006 y2008, frente al comienzo de las obras de la “Y Vasca”, hasta el punto de que la problemática del TAV impregnó la atmósfera social y se convirtió en una cuestión central de las luchas populares. En aquel intenso período de lucha se desarrollaron múltiples iniciativas, como la realización de consultas populares en más de 10 localidades afectadas -que pusieron de manifiesto el rechazo de los habitantes al TAV y su voluntad de decidir-, las protestas boicoteando la firma de las actas de expropiaciones forzosas en los ayuntamientos –algunos de los cuales mantuvieron una postura activa de no colaboración con el proyecto-, una manifestación de 15 mil personas en Arrasate (Mondragón) y numerosas  acciones de resistencia en las obras, al tiempo que la conflictividad adoptó también formas anónimas.

Sin embargo, los gobiernos e instituciones promotoras del TAV forzaron la situación para imponer las obras de la “Y Vasca” y extendieron la criminalización del movimiento opositor al TAV. A este respecto, cabe resaltar cómo en 2008 una circular interna de la policía autonómica vasca ordenaba enviar los expedientes de cualquier acción de protesta relacionada con el TAV, independientemente de que fuera de carácter pacífico, a la Audiencia Nacional de Madrid (tribunal de excepción).

Y es que la apuesta por el TAV, además de que en el Estado español es una operación político-empresarial de primer orden (su plan de infraestructuras es el mayor de la Unión Europea y prevé la construcción de 10 mil kilómetros de líneas TAV, de modo que un 64 por ciento de las obras de alta velocidad en ejecución en Europa se concentraban efectivamente en el año 2008 en la península), en el caso de Euskal Herria se ha convertido en una auténtica cuestión de razón de Estado, al haberse proyectado en este problema el conflicto político que sacude nuestro pueblo.

A partir del año 2009, el desarrollo de las obras de la “Y Vasca” comenzó a superar la capacidad de respuesta del movimiento popular y la oposición tuvo dificultades para afrontar el tamaño del ataque,  por lo que progresivamente entró en un impasse.

Aun así, la fuerza del movimiento quedaba de patente al llevar a cabo una serie de acciones desobedientes. Como ejemplo, se realizó una manifestación en la zona de obras, protagonizada por varios miles de personas en enero de aquel año, al final de la cual se intentó desarrollar una acción masiva de desobediencia (una sentada en las obras) que fue salvajemente reprimida por la policía, con un balance de decenas de personas heridas y  ocho detenidos durante tres días bajo la acusación de “terrorismo” con la intención de llevarlas a la Audiencia Nacional de Madrid. También se realizó un buzoneo de 800 mil cartas “falsas” (la población del País Vasco Sur es de cerca de 3 millones de habitantes), realizado durante una mañana por cientos de personas que buzonearon impresos parecidos a los del Gobierno Vasco y Navarro diciendo que cada persona debería abonar un impuesto de 4 mil 790 euros por el TAV.

Desde entonces, nuestros esfuerzos se han centrado en tratar de relanzar la movilización denunciando particularmente el enorme derroche de recursos públicos que los gobiernos hacen con el TAV, mientras que descargan en los sectores populares los costos de la crisis. En efecto, afrontamos una situación en la que a pesar de todos los daños causados por la obras, todavía les falta gastar alrededor del 70 por ciento del presupuesto total de este macro-proyecto impuesto a pesar de una falta total de consenso social y de legitimidad pública.

En este intento de reactivar la oposición, en el año 2010 fue creado el movimiento de desobediencia al TAV Mugitu! La lucha continúa, pues, a pesar de que cualquier debate real o contestación social sea perseguido mediante la manipulación, el silencio o la represión.

Publicado 26 de agosto de 2013

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