Rescatar las tradiciones para enfrentar a la agroindustria

Brisa Araujo

México. Los campesinos de Guanajuato comenzaron el rescate de los modos de vida comunitarios olvidados para frenar los efectos de la agricultura industrial, como la pérdida de tierras y la contaminación de sus fuentes de agua.

En entrevista con Desinformémonos, representantes de la Unión de Comunidades Campesinas del Norte de Guanajuato (UCCANG) y de la Coalición en Defensa de la Cuenca del Independencia (CODECIN) relatan que a partir de 1958, la agroindustria se extendió masivamente en su región y saqueó su acuífero. En poco más de 60 años, más de la mitad de la cuenca fue saqueada. “Esto nos deja agua contaminada, principalmente con fluoruro y arsénico, muy por encima de lo que marca la norma oficial”, denunció Benigno Calzonzin. La cuenca tiene alrededor de 7 mil kilómetros cuadrados y abarca siete municipios de la zona más árida del estado.

Un grupo de investigadores del Centro de Geociencias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), coordinados por el doctor Marcos Adrián Ortega, realizó estudios sobre la situación del agua en la Cuenca de la Independencia. Además del fluoruro y arsénico, sus resultados arrojaron concentraciones de aluminio, magnesio, selenio, plomo, sodio y hierro en niveles nocivos para la salud humana. “Ya vemos graves daños en la salud de las comunidades, como dolores de huesos, dientes amarillos y que se caen a pedacitos, niños con retraso en el aprendizaje y muchos otros síntomas. Los expertos nos confirman que es resultado del consumo de agua contaminada”, informó el miembro de la CODECIN.

La contaminación del agua también trae graves consecuencias para los suelos. En casos críticos de contaminación, el suelo se vuelve improductivo para la agricultura, lo que ya afecta a por lo menos 15 por ciento de las tierras de la región, señala un reporte del Centro de Geociencias.

A la contaminación se añade la sobreexplotación del acuífero. Desde el inicio de agroindustria en la región, hubo intentos de limitar la apertura de pozos en el estado. Sin embargo, el número de pozos se incrementó de 800 en la década de los setenta a más de dos mil 500 en 2013. La Asamblea Nacional de Afectados Ambientales señala que esto tiene dos efectos principales: el primero, un aumento de 300 por ciento en la explotación, con la consecuente incapacidad del acuífero de reponer el agua extraída; y el segundo, la disminución de los niveles de los ríos que por ahí corren.

Los responsables por el daño, señalan los integrantes de la CODECIN, son empresas agroindustriales nacionales y extranjeras. Entre los mexicanos que explotan la región se encuentran el ex presidente Vicente Fox y Javier Usabiaga Arroyo, secretario de agricultura en el primero sexenio panista y diputado federal presidente de la Comisión de Desarrollo Rural en el actual periodo. Tan sólo Usabiaga tiene 314 pozos para extracción de agua en la Cuenca de la Independencia.

Los campesinos señalan que la reforma del artículo 27 constitucional fue el principio del fin. Con la privatización del ejido vino el asedio de las empresas, que trajeron propuestas de compra y de arrendamiento de las parcelas ejidales. “Algunas empresas ya traían concesiones por la CONAGUA (Comisión Nacional del Agua), y algunas otras, clandestinamente, empezaron la perforación y el saqueo de agua para sembrar cultivos de exportación, que ni siquiera son alimento para el mismo pueblo”, denunció Abel Suaste García, representante de la UCCANG. En los últimos años, la estrategia más usada para ocupar las tierras es la del arrendamiento, que los campesinos identifican como la más perversa. Como ya es público el problema del agua, las empresas no encuentran conveniente comprar las tierras: “Las arriendan, las explotan, se terminan el agua y después se van a otro lado”, denunció Suaste.

Ante los problemas de salud, las amenazas a la soberanía alimentaria y a la agricultura tradicional, comunidades campesinas de los municipios de Dolores Hidalgo, San Felipe, San Diego de la Unión, San Luis de la Paz y San Miguel Allende fundaron la CODECI, con el objetivo de defender y preservar los recursos naturales de la Cuenca. Cuando nació, en 2010, sus principales tareas fueron informar a la población e investigar, junto a instancias del gobierno, medidas para contener los daños al ambiente. Con gran adhesión de las comunidades, la organización pasó a una fase de trabajo directo con las poblaciones. Para 2013, realizan trabajos de educación sobre el cuidado del agua, así como la restauración y conservación de los suelos.

Bajo el dominio de la agroindustria y la dependencia de programas de asistencia estatal, señalan los campesinos, las comunidades de Guanajuato lidian con un problema más: el ataque a su modo tradicional de vida. “Nos dimos cuenta de que en muchas regiones veneran el maíz, lo tratan con mucho respeto, le hacen su fiesta, y aquí no pasa nada de eso. El maíz es como un alimento más. Haya o no haya cosecha, todos comen tortillas, aunque sean de otro lado. Están las tiendas de Diconsa y las tortillerías. No le dan mucha importancia, lo que es muy triste”, lamenta Abel Suaste. En este escenario, indicó Suaste, pensar y organizarse como comunidad entorno al rescate de las tradiciones y rituales relacionados con la siembra y cosecha de los cultivos ancestrales de la milpa se hizo fundamental para rescatar el agua, pero principalmente para rehacer los lazos comunitarios.

Si los problemas abundan, también lo hace la esperanza de fortalecerse como pueblo y rescatar agua, suelo y semillas. Benigno Calzonzin apuesta a la comunidad como la única salida: “En mi familia, desde mi bisabuelo tenemos la semilla que ellos sembraban y nos heredaron, y hay familias que siguen con este ritmo. Queremos juntar a esas familias para venerarlas, hacer ofrenda y rescatar la fuerza de los cultivos tradicionales”.

Publicado el 03 de junio de 2013

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