“Quienes interrumpimos nuestro embarazo no le debemos explicaciones a nadie”

Valeria Moreno Aguilar

“Las mujeres que abortan no son necesariamente las más inmorales o inconscientes, son nuestras hermanas, hijas, jefas, maestras, amigas, empleadas colegas profesionistas…”  

Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE)

México, Distrito Federal. Erika, joven de 20 años, acudió a interrumpir su embarazo a una clínica de salud pública en la Ciudad de México. Estaba en la fila de espera cuando «bajó una pareja de personas ya mayores de una camioneta negra. Lo primero que hicieron fue poner un cuadro de la Virgen y dos veladoras como las que hay en las funerarias. Comenzaron a rezar y dijeron que pedían por las almas de estas pobres mujeres que no sabían lo que hacían. Me dio mucho coraje y tristeza”, recuerda Erika.

Mujeres jóvenes, con enfermedades, con parejas inestables, que no se sienten preparadas para un hijo o que viven en malas condiciones económicas y deciden interrumpir su embarazo reciben presiones de familiares, parejas o grupos religiosos en la toma de su decisión. “Tenemos derecho a decidir sobre nuestro cuerpo y si lo que hacemos está bien o está mal, nadie tiene derecho a juzgarnos”, señala Erika, que no se arrepiente de haber abortado.

El 27 de abril del 2007 la Asamblea Legislativa hizo algunas modificaciones en el Código Penal  al despenalizar el aborto en el Distrito Federal. Es el único lugar de México donde la interrupción del embarazo está permitida si se tienen menos de 12 semanas de embarazo, si hay complicaciones médicas para la madre, mal formación del producto o si éste es consecuencia de una violación. Sin embargo, mujeres del interior de la República Mexicana también pueden ser atendidas en los hospitales capitalinos que ofrecen tal servicio. Hasta marzo del 2013, se realizaron en la capital del país 97 mil 562 interrupciones legales del embarazo (ILE), de acuerdo con cifras del Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE).

Problema de las más jóvenes

Según el GIRE, se cuentan más de 98 mil abortos en el Distrito Federal desde 2007; el 5.4 por ciento corresponde a menores de edad, y el 47 por ciento de las usuarias del servicio no rebasan los 24 años. De estas jóvenes, el 39 por ciento tiene estudios de preparatoria y el 17.4 cuenta con educación superior.

Paula tiene 20 años y estudia el cuarto semestre de comunicación. Quedó embarazada en enero del 2013. A las siete semanas de gestación interrumpió su embarazo: “Yo lo hice porque en realidad mi cuerpo estaba listo para tener un bebé, pero yo, emocional y económicamente, no lo estaba. Mi bebé no iba a nacer en una casa propia, iba a tener  lo  básico y eso si nos alcanzaba”. La joven estudiante señala que la decisión la afectó “porque jamás  pensé que  iba a pasar por esto, siempre tienes una idea de que serás mamá a una edad adecuada y con una casa grande y esas cosas. Saber que tenía algo dentro de mí y tener que decidir es feo”. Paula tuvo suerte, señala, ya que contó “con el apoyo de mi mamá y de mi novio, y con mucha información que me ayudó a no creer que es un asesinato, a saber que  tomé una buena decisión, no por mí, sino por ese bebé que sólo iba a sufrir”.

No sólo la edad es el problema, se le suman las carencias económicas de estas mujeres. Ana Luisa tenía 17 años cuando decidió interrumpir su embarazo, siendo ya madre de dos niñas. Bajo una situación precaria, creyó que no era lo mejor: “Mi esposo y mi mamá me acompañaron. Mi mamá tuvo que estar ahí porque ella firmó los papeles, ya que  soy menor de edad. Ya no quiero hijos por el momento, creo que con mis dos hijas tengo. Me servirá de experiencia para no embarazarme de nuevo”.

No todas las mujeres que abortan lo hacen totalmente convencidas. Algunas  chicas, sobre todo las muy jóvenes, ceden ante la presión de sus seres queridos o parejas. Fany  tiene ahora 24 años, pero su inmadurez, reconoce, la hizo actuar de manera contraria a lo que quería: “Decidí hacerlo por decisión de mi pareja en ese momento, me manipuló porque yo estaba aún sin creerlo. Él me dijo que estábamos muy jóvenes y que no quería responsabilidades. Después de abortar me deprimí muchísimo porque me di cuenta de que en realidad sí quería tener al bebé, y más porque no le conté a nadie de mi familia. Hoy todavía caigo en el remordimiento y la culpa”.

Moral, sociedad y religión

Según el GIRE, el 83 por ciento de las mujeres que se han realizado un aborto son católicas, a pesar de que la Iglesia está en contra de esta práctica. El 13 de marzo de 2013, el Papa Francisco condeno públicamente al aborto por primera vez durante su mandato e invitó a “mantener viva la atención de todos sobre el tema tan importante del respeto por la vida humana desde el momento de su concepción». No fue la primera vez en su vida pública que condenó la interrupción del embarazo; lo hizo previamente como cardenal de Buenos Aires.

“Benedicto XVI no dijo que haya que rechazar el aborto indirecto (terapéutico), sólo se expresó contra los programas de salud reproductiva que defienden el aborto como medio de control de la natalidad”, aclaró Federico Lombardi, portavoz del Vaticano durante el mandato efectivo del Papa Emérito Benedicto XVI.

Erika tiene 20 años y se encuentra en el quinto semestre de su licenciatura. A finales del 2012 interrumpió  su embarazo en el Centro de Salud Beatriz Velasco de Alemán, ubicado en la delegación Venustiano Carranza. Esta clínica es la de mayor concurrencia para las mujeres que desean interrumpir su embarazo; hasta marzo del 2013 realizaron poco más de 37 mil abortos.

“Llegue ese día un poco antes de las seis de la mañana, porque cuando fui a pedir informes me dijeron que se saturaba. Alrededor de las 6:30 de la mañana bajó una pareja de personas ya mayores de una camioneta negra. Lo primero que hicieron fue poner un cuadro de la Virgen y dos veladoras como las que hay en las funerarias. Comenzaron a rezar y dijeron que pedían por las almas de estas pobres mujeres que no sabían lo que hacían. Me dio mucho coraje y tristeza”, recuerda Erika.

La presión de estos católicos no fue la única que recibió esta joven cuando decidió abortar: “La persona que era mi pareja y su familia ejercieron mucha presión para que no lo hiciera. Me mandaban mensajes diciéndome hasta de lo que me iba a morir, a pesar de que mi pareja no era una persona estable y no teníamos ninguno de los dos los medios económicos y la madurez suficiente”.  Erika pasó por el proceso de interrupción del embarazo sola, lo que todavía le duele, señala. Sin embargo, no se arrepiente de su decisión “porque hice lo mejor para mi futuro. Todos tenemos derecho a decidir sobre nuestro cuerpo y si lo que hacemos está bien o está mal, nadie tiene derecho a juzgarnos. Sólo deben respetar nuestras decisiones. No le debemos explicaciones a nadie”.

Publicado el 03 de junio de 2013

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