La izquierda sin solidaridad no existe: Dagmar Enkelmann

Brisa Araujo

México, DF. Dagmar Enkelmann es historiadora y actualmente diputada del Parlamento federal alemán por el partido de izquierda Die Linke. Ecologista, Enkelmann defiende que la izquierda debe ser capaz de formar redes con el fin de hacer un contrapunto al dominio de las empresas en un mundo globalizado. Desinformémonos la entrevistó en la oficina regional de la Fundación Rosa Luxemburgo, de la cual Enkelmann es la actual presidenta. La conversación abordó, además del papel actual de la izquierda, el significado de los nuevos movimientos como Blockupy y las recientes demostraciones de Turquía y Brasil, y en ella también estuvo presente Torge Löding, director de la oficina regional de la Fundación en México.

-¿Qué empresas alemanas están activas en América Latina, en qué sectores y qué regiones afectan?

Dagmar Enkelmann: Es muy difícil distinguir la nacionalidad de empresas transnacionales. Seguramente hay financiamiento por parte de bancos alemanes, pero es muy difícil ver qué empresa es alemana. Lo que hay seguramente son consorcios internacionales que actúan a nivel global. Hay empresas que construyen maquinaria para construcción como Lipper; Hay Siemens, que está presente en diferentes lados, bajo diferentes formas jurídicas también. Y otras empresas energéticas que actúan en todo el mundo, incluyendo América Latina. Pero es importante decir que son empresas que actúan a nivel global y es muy difícil definir exactamente la porción alemana.

Torge Löding: Quería agregar un ejemplo, que no es de extractivismo, pero también entra. Es el tema de Belo Monte en Brasil. Allá había esa inversión de Thyssenkrupp que enfrentó una gran resistencia de los pescadores porque iban a destruir todo su hábitat. Y en base también del trabajo de la Fundación Rosa Luxemburg, que tiene una oficina en Sao Paulo, se hizo público en Alemania y por la intervención de diputados del mismo partido de la izquierda, se paró este proyecto.

-¿Cómo se debe posicionar la izquierda con relación a estas empresas?

Dagmar Enkelmann: También la izquierda debe actuar globalmente, y también la izquierda europea, que ya actúa en parte conjuntamente. No son solamente los partidos de izquierda representados en el Parlamento europeo, también otras organizaciones. Hay un intercambio de experiencias, sobre todo en cuanto a temas que tienen en común, como la crisis financiera o europea.

Todavía tenemos como izquierda un déficit de organizarnos mundialmente, mientras las empresas ya están organizadas a nivel mundial. Tenemos que tomar el siguiente paso, a través de redes, para poder abordar también estas empresas que actúan globalmente.

Con el creciente entrelazamiento de las economías internacionales hemos visto que empeoran las condiciones de trabajo en las empresas. Tanto los estándares o normas como los ingresos, la protección laboral, todos los estándares van para abajo. En el caso de Unión Europea podemos decir que las condiciones de trabajo en las empresas empeoraron.

Hay trabajo en el nivel sindical para luchar en contra de estas condiciones, pero también hay nuevas formas de cooperación internacional, como se ve en grupos como Attack y Blockupy, que se organizan a nivel internacional. Para los poderosos estos grupos son una espina que se quieren quitar, y se la quitan, como se ha visto en las protestas de Frankfurt, de forma violenta.

-Pensando en el movimiento Blockupy y no sólo en la represión: ¿qué novedades traen para la unión de las izquierdas en la lucha tanto en Europa como en otras partes del mundo?

Dagmar Enkelmann: Podría mover mucho si de veras hubiera esta unión de la izquierda. Están mucho más avanzadas las empresas, lo que también sirve para los sindicatos.

-¿Qué tipo de solidaridad ya se puede ver entre movimientos del norte y sur y qué podemos esperar para un futuro de la lucha?

Dagmar Enkelmann: La izquierda sin solidaridad no existe. Decir izquierda también significa la solidaridad con movimientos sociales, con movimientos obreros. En nuestro mundo actual también la solidaridad entre los países desarrollados, en relación a los países en diferentes etapas de desarrollo, por decirlo de alguna forma. Se necesita trabajar cada vez más conjuntamente. Tenemos temas como el medio ambiente, protección de recursos naturales, estos ya no son temas que se pueden abordar solamente a nivel nacional, todo esto tiene que ver con aspectos económicos, de política de empleo, con puestos de trabajo. ¿Cuáles son los efectos de una política equivocada? Por ejemplo, los contaminantes que genera la minería, el efecto sobre la atmósfera… Hay una amplia gama de temas globales y la única respuesta posible es también a nivel global.

Si tenemos las empresas entrelazadas alrededor de todo el globo, hay que ver que el primer lugar para ellos es el afán de ganancias. Si nosotros queremos retomar estos temas de protección al medio ambiente, de las condiciones de trabajo, también nos tenemos que unir con otras organizaciones ambientales y de izquierda para actuar de manera global.

Yo tuve la oportunidad de estar en la Cumbre de la Tierra en 1992, en Rio de Janeiro, en calidad de diputada y ahí había muchas reuniones con otras organizaciones no gubernamentales de todo el mundo. Y surgían muchas preguntas: ¿Cómo podemos trabajar en red? ¿Cómo podemos trabajar con base en acuerdos comunes? Tengo la impresión que desde entonces no hemos avanzado mucho. Yo misma viví el 1992 como parteaguas, como un paso adelante, pero ya vimos todas las conferencias subsiguientes en Río y realmente no se ha llegado a mucho más. Necesitamos buscar un nuevo arranque pero desacoplado de los gobiernos y, sobre todo, de las empresas.

-En los últimos días hemos presenciado manifestaciones masivas de indignados primero en Turquía y luego en Brasil. ¿Cuál es su análisis?

Dagmar Enkelmann: Lo que causa impresión es que son movilizaciones que empezaron con una pauta específica, como un parque en Turquía. En un segundo momento se unen multitudes, mezclando solidaridad e indignación. Es como si el motivo inicial fuera un pretexto que hace explotar cosas que estaban detrás, encubiertas en medio a la población. Y de repente grupos muy distintos, como los Kurdos, se unen con el punto común de la indignación. Pero hay que tener cuidado, es necesario pasar de la indignación al proyecto político, para que los movimientos de hecho traigan el cambio.

Publicado el 1 de julio de 2013

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