El Mundial de la exclusión en Brasil

Brisa Araujo Fotos: Midia Ninja, Comite Popular de la Copa-Fortaleza

Para ler o texto em português, clique aqui

Las protestas afuera de los estadios que recibieron la Copa Confederaciones, torneo organizado por la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA), muestran que la ola de protestas presente en Brasil está lejos de llegar a su fin. Los manifestantes denuncian los desalojos de numerosas comunidades; la existencia de una red internacional de trata de personas; la restricción del derecho a la ciudad y los abusos en los gastos de las obras relacionadas con los megaeventos.

“Dilma cree que la pasión del brasileño por el fútbol será más fuerte que su indignación, pero aquí en Fortaleza hubo más gente afuera del estadio protestando que adentro, viendo los partidos”, subrayó en entrevista con Desinformémonos André Lima Sousa, representante de la Articulación Nacional de los Comités de la Copa y del Comité Popular de la Copa de Fortaleza.

Los Comités de la Copa existen desde 2010, cuando se anunciaron los nombres de las 12 ciudades que alojarán el Mundial de Fútbol de 2014. Compuestos por integrantes de movimientos sociales, población afectada por los desalojos, movimientos de resistencia urbana, así como estudiantes y miembros de la sociedad civil, se articulan para mapear y hacer públicos los impactos negativos de los megaeventos deportivos. También trabajan por el fortalecimiento de la resistencia en las comunidades afectadas.

Para el movimiento, el Mundial representa el incremento de la marginación social y la subordinación del gobierno brasileño a los intereses de las grandes empresas y de la FIFA. El Laboratorio de Políticas Públicas de la Universidad Federal del Ceará calculó que el gasto total de las obras se ubicará en torno a los 70 y 100 mil millones de reales (entre 420 y 600 mil millones de pesos mexicanos), lo que representa el torneo más caro de la historia. En su declaración oficial, la presidenta Dilma Roussef  afirmó que no se gastará dinero de los  presupuestos nacionales en el Mundial. Sin embargo, el cálculo de la universidad muestra que cerca de 90 por ciento de este monto es financiado por los gobiernos estatales y el gobierno federal. “La presidenta mintió espantosamente en vivo a todos los brasileños. Decir que no hay inversiones públicas es una broma. Los estadios están en construcción con recursos públicos, una gran parte del Banco Nacional de Desarrollo Social (BNDES), la Caja Económica Federal y los gobiernos municipales y estatales”, precisó André Sousa.

El presupuesto está destinado a la construcción de estadios, de medios de transporte que llevan de las zonas de hoteles de lujo a las sedes deportivas, a la construcción y mejoría de los aeropuertos y al fomento de la actividad turística. Aunque el gobierno argumenta que las obras avivan la economía y generan puestos de trabajo, los movimientos sociales defienden que, para la gente de abajo, el Mundial representa exclusión, en lugar de esperanza.

La construcción de la exclusión

En Fortaleza, el proyecto de un Vehículo Ligero sobre Ferrocarril (Veículo Leve sobre Trilhos, o VLT) todavía no sale del papel pero ya causa problemas a los habitantes debido al desalojo y la especulación inmobiliaria creciente. Sousa explicó el problema: “Esta obra es una exigencia de la FIFA y una imposición sobre la ciudad. Conectará la zona de los hoteles de lujo a las cercanías del estadio Castelao. Fue aprobada una ley en su favor, sin que nosotros fuéramos consultados”. Para los habitantes representados por el Comité, la obra constituye un desperdicio de dinero porque no responde a sus necesidades de movilidad urbana e inclusión social. “El VLT atravesará áreas ricas de la ciudad. La presencia de las 23 comunidades populares de la región es considerada una ‘devaluación’. Existirá un proceso de expulsión de las comunidades”, evaluó Sousa. Hasta el momento, se gastaron ya 9.5 billones de reales (cerca de 57 mil millones de pesos mexicanos) en la totalidad de los proyectos de la capital del Ceará, que tiene 2 millones 500 mil habitantes.

En Brasilia está en construcción el estadio más caro del mundo, el Mané Garrincha. Tan sólo para el edificio se estiman gastos de 2 mil millones de reales (12 mil millones de pesos). “Nuestra ciudad no tiene ningún equipo de fútbol que pueda utilizar este estadio en el futuro. Será un elefante blanco”, diagnosticó Vinicius Lobão, militante del comité de la copa del Distrito Federal. Acusa que se retiró presupuesto de servicios como salud y educación para pagar el estadio, además de quwe se vendieron terrenos públicos destinados a parques y a vivienda popular para costear las obras del Mundial en el Distrito Federal. “Son áreas con capacidad para atender a miles de familias, y el gobierno las vende para pagar el estadio”, criticó el militante.

De acuerdo con un cálculo hecho por la ANCOP, en Brasil hay 250 mil personas desalojadas o amenazadas con desalojos relacionados con los proyectos del Mundial de Fútbol. “En la ciudad de Taguatinga, Distrito Federal, 400 familias fueron desalojadas de una ocupación en un centro comercial abandonado por más de 30 años. En otros casos, familias con escrituras regulares de sus casas también fueron desalojadas”, denunció Lobão.

El acercamiento de los funcionarios del gobierno a las comunidades no respeta el derecho a la consulta ni informa a los afectados sobre el futuro de sus casas, especifican los activistas. “Muchas veces los agentes del gobierno llegan a las comunidades a medir las casas y preguntar sobre las familias. Dicen que su trabajo tiene un objetivo distinto al verdadero. También se registraron amenazas a las comunidades, les dicen que si no aceptan las condiciones del gobierno, los sacarán por la fuerza”, ejemplificó Sousa.

Los activistas señalan que le toca a cada familia arreglar la situación como puede, ya que no existen políticas públicas que se responsabilicen de su situación posterior al desalojo. El monto ofrecido como auxilio financiero, llamado “renta social”, es de 400 reales (cerca de 2 mil 400 pesos mexicanos) y es considerado irrisorio ante la creciente especulación inmobiliaria. El pago es intermitente y obliga a las familias pobres a mudarse hacia zonas lejanas de la ciudad, en un proceso de gentrificación de las zonas centrales.

Raquel Rolnik, relatora especial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para la vivienda digna, reporta que la realización de los megaeventos agrava la marginación en las clases bajas de las poblaciones urbanas. Para Lobão, este diagnóstico pone en evidencia problemas como la explotación sexual y la falta de derecho a la ciudad, así como la poca iniciativa gubernamental para solucionarlos.

Los militantes tienen noticias de la existencia de una red internacional de explotación sexual y trata de personas en expansión en Brasil, como preparación para la realización de los megaeventos. Este problema afecta principalmente a niños pobres, que tienen menos acceso a la educación y a diversión. “El gobierno es quien debe proteger a estos niños, pero no hay acción de su parte y, si hay, no llega a las periferias. La única campaña que existe empezó la semana pasada, cuando inició la Copa Confederaciones. Es muy tarde, esta red ya está articulada y ya actúa en Brasil”, se indignó Vinicius.

Otro de los problemas urgentes en las 12 ciudades sede del torneo de la FIFA se relaciona con las reivindicaciones del Movimiento Pase Libre (MPL), que comenzó la ola de protestas en el país. El derecho a la ciudad y a la movilidad está, para la ANCOP, muy perjudicado por el proyecto de los megaeventos. Los planes de movilidad y de urbanismo, denuncia, fueron impuestos por la Federación de Fútbol sin tomar en consideración los contextos sociales y las necesidades reales de estas poblaciones. Hay distintos nombres para esta denuncia, como higienización social y gentrificación.

Las zonas turísticas o centrales de las ciudades sufren un proceso de elitización, narró Vinicius Lobão: “La orden del gobierno para la policía es que si encuentran mendigos en el centro, los expulsen. Ellos quieren ‘limpiar’ el centro para mostrar a los turistas que la ciudad es bonita, agradable y limpia. En su visión, estas personas son sucias y feas, y hay que sacarlas de ahí”, explicó el representante del Comité del Distrito Federal. El transporte público también es un problema que priva a la población de derechos: “Después de las 10 de la noche ya no hay transporte público del centro a la periferia del Distrito Federal. Quien no tiene dinero para vivir en la ciudad tiene que irse a su casa antes de las 10, porque luego no hay como salir. Es un sistema de transporte público completamente segregador”, diagnosticó el militante. Agregó que las obras de transporte relacionadas con el Mundial buscan conectar solamente el estadio a la zona de hoteles, sin tomar en cuenta las necesidades reales existentes.

Las protestas y el futuro

“Fue una sorpresa, pero una buena sorpresa”, confesó André Sousa sobre el inicio de las movilizaciones en Brasil. Para los activistas de la ANCOP, las centenares de miles de personas afuera de los estadios colaboraron para aumentar la visibilidad de sus reivindicaciones y agregar más personas a la lucha. “Aquí en Fortaleza no hubo tanta movilización antes. Solamente volanteábamos e íbamos a las comunidades. Fue sorprendente porque un grupo de estudiantes abrió un evento en Facebook para manifestarse fuera del estadio Castelão y 50 mil personas confirmaron su asistencia. El día del acto, aparecieron entre 80 y 100 mil personas, según cálculos de la policía militar”, celebró Sousa. En Brasilia y Belo Horizonte, después de la gran adhesión a las manifestaciones, se creó la “Gran Asamblea de los Pueblos”, con el fin de organizar las demandas y crear un calendario nacional de movilizaciones.

Para los manifestantes, sin embargo, es un error decir que las protestas son repentinas. “La gente empezó a decir ‘el gigante se despertó’, pero los movimientos sociales nunca dejaron de estar en las calles”, enfatizó Vinicius Lobão. “Sin embargo, las manifestaciones ayudaron mucho y trajeron nuevas personas realmente interesadas en debatir los problemas sociales de Brasil”, completó.

En su declaración pública, Dilma pidió a los brasileños que reciban bien a los extranjeros en los megaeventos, y mencionó que los cinco campeonatos de la selección nacional se deben en parte a la hospitalidad de los anfitriones. “Tenemos que tratar bien a los extranjeros, pero nuestros niños y la gente de la periferia son brutalmente perseguidos y maltratados, y sufren por la falta de servicios públicos. Su discurso no vale nada para nosotros, no presenta nada concreto, solamente busca calmar los ánimos e intenta controlar los índices de rechazo a su gobierno, que siguen en crecimiento”, acusó Vinicius Lobão.

En su comunicado, Dilma afirmó que se reunirá con todos los representantes de los movimientos involucrados con las protestas, lo que cumplió algunos días después cuando tuvo una reunión con representantes del MPL. Los representantes de la ANCOP, sin embargo, no creen que esta invitación se extenderá a ellos. “Para nosotros, ella quiere esperar el fin de la Copa Confederaciones e intentará esconder todo para no amenazar sus relaciones con la FIFA. La represión será mucho más fuerte y Dilma probablemente no se reunirá con los comités porque nuestras demandas son muy serias, tenemos acusaciones y datos reales de desalojos, construcción de estadios y explotación infantil. Lo que tenemos que hacer es ir a las calles y a la lucha, tenemos que hacer la revolución para poder garantizar estos derechos”, finalizó Lobão.

Publicado el 1 de julio de 2013

Este material periodístico es de libre acceso y reproducción. No está financiado por Nestlé ni por Monsanto. Desinformémonos no depende de ellas ni de otras como ellas, pero si de ti. Apoya el periodismo independiente. Es tuyo.

Otras noticias de Brasil   Geografía   Reportajes   Reportajes Internacional  

Dejar una Respuesta