El movimiento que mató a Clément

Bastien R. Traducción: Anónima Solidaria Foto: Kunirosawa

París, Francia. El asesinato del joven libertario Clément Méric se produjo dentro de una ola de protestas fascistas contra el matrimonio homosexual, que permitió a la extrema derecha de Francia dar rienda suelta a sus ideas y acciones.

Clément Méric murió oficialmente el jueves 6 de junio de 2013. Cayó la tarde del día anterior, golpeados por neonazis cercanos a la Juventud Nacionalista Revolucionaria, grupúsculo de la extrema derecha (miembros de la Tercera Vía, organización igualmente nauseabunda pero con una vocación más amplia). La investigación está en proceso y determinará si los asesinos son miembros o no.

Sea como haya sido, la extrema derecha –residual hasta ahora- obtuvo un nuevo aire regenerador desde el otoño pasado, con el auge del movimiento que se opone a la ley que permite casarse a las parejas del mismo sexo. Este movimiento, llamado “Manifestación para todos” (no se sabe a quién representa ese “todos”, ya que al parecer los homosexuales son excluidos), permitió a todos los homofóbicos entablar contactos, tomar la calle (y esto fue para muchos una primera experiencia) y sentir una legitimidad popular gracias al gran número de manifestantes y al hecho de que los medios de comunicación lo utilizaron como tema de información principal durante muchos meses (en vez de hablar, por ejemplo, del Acuerdo Nacional Interprofesional, firmado el 11 de enero de 2013 y que limita los derechos de los trabajadores).

Miles de personas se encontraron el 17 de noviembre de 2012, el 8 de diciembre de 2012, el 13 de enero de 2013, el 24 de marzo pasado, el 21 de abril del mismo año, el 5 y el 25 de mayo y el 3 de junio de 2013. De esta manera, los católicos integristas, como el Instituto Civitas, grupos fascistas, nazis e identitarios (la “primavera francesa” que oculta sólo a disidentes radicales de la “Manifestación para todos” que experimentaron el activismo de calle, y también por supuesto la inefable derecha dura del partido Unión por un Movimiento Popular, UMP) dieron rienda suelta a todas sus ideas abyectas y reaccionarias, no solamente en materia de homofobia. Si tienen, como los medios lo dan a entender, a una buena parte de la población francesa con ellos, ¿por qué no dejar de expresar sus veleidades? Hubo desmanes, gritos a la policía (¡juzgada como “izquierdista” por los radicales de derecha, el colmo!) y al final de las manifestaciones y concentraciones, arrestos y algunas condenas. Pero también hubo agresiones homófobas, así como ataques a locales de grupos de extrema izquierda o antifascistas que quizá pudieron ocurrir sin tener nada que ver con la “Manifestación para todos”, pero hay que estar ciego para no darse cuenta de que el contexto generado permite a los fascistas librarse de complejos.

Fue en este ambiente que Clément fue asesinado. El miércoles 5 de junio, en un área muy transitada y comercial del centro de París, ocurrió un altercado entre antifascistas y fascistas. Que los fascistas puedan mostrase públicamente y que sus eslóganes en sus playeras y sus tatuajes sean considerados como algo muy normal es repulsivo e intolerable. Clément, de 18 años, no lo aceptaba. Cayó a golpes y no pudo levantarse. Era estudiante de primer año del Instituto de Ciencias Políticas, militaba en el sindicato de transformación social Solidaires Etudiants, (cuando estaba en la preparatoria, era activista en la CNT, Confederación Nacional del Trabajo), y era miembro del grupo Acción Antifascista Paris-Banlieue. También participó en las acciones de Act Up en contra de la homofobia reinante.

Entre tanta basura que los medios oficiales sacan todos los días, se nota que nadie sabe lo que significa la palabra “skinhead”: Clément era de la tendencia redskins, mientras sus asesinos eran boneheads. Decir que los skins son fascistas no tiene sentido. Algunos lo son, pero no todos, y sobre todo el movimiento skinhead original. Pero nadie hace ningún esfuerzo en investigarlo. Se expresan disparates sobre los grupos antifascistas, sobre la extrema izquierda o los libertarios. Los medios oficiales no investigaron más que unos minutos: su información es falsa o inexacta.

También podemos observar que los políticos se apoderan de esta situación: tanto de derecha como de izquierda, escupen su veneno contra estos grupos violentos de extrema derecha, pero nadie se pregunta sobre las condiciones sociales que permiten al fascismo existir, nadie señala la injusticia, la desigualdad o la inseguridad social creada por el capitalismo. Nadie denuncia  la destrucción de la decencia moral por el liberalismo, lo que permite a los neonazis mostrarse públicamente como tales en la calle. No sirve de nada debatir durante horas sobre la libertad de expresión o la disolución de estos grupúsculos; se debe buscar la manera de que sea impensable toda idea de extrema derecha, una verdadera aberración mental. ¿Por qué tienen ideas tan inmundas? ¿Cómo hacer para que no puedan existir estas ideas?  Actuar al final de la cadena no sirve de nada, hay que reaccionar más arriba si queremos ser eficaces. Pero esto no hay que esperarlo del sistema actual donde todo es mercancía, incluyendo la decencia política.

Clément, sindicalista, antifascista e intransigente, llevó acabo sus convicciones morales y políticas hasta el final.

Publicado el 17 de junio de 2013

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