Discriminadas entre las discriminadas, las personas trans en México

Brisa Araujo

México, DF. Entre el abanico de la diversidad sexual existente, las personas que se definen como trangénero, transexual o travesti son las más discriminadas, tanto en la “progresista” Ciudad de México, como en otros estados de la república. “Luchar contra la corriente y demostrar que somos, que valemos, es diario y constante. Necesitamos reivindicarnos en primer lugar como personas”, defiende Krizna, trabajadora sexual transgénero.

Sylvia López, transexual de 33 años, cuenta a Desinformémonos como vivía cuando era adolescente en Monterrey: “las chicas como yo no obteníamos nada, éramos perseguidas como en una cacería de brujas, no podíamos ni siquiera salir a dos cuadras de nuestras casas, cuando ya estaba la policía deteniéndonos por ‘faltas a la moral y las buenas costumbres’”, recuerda. En la actualidad, aunque estos episodios ya no pasan mucho en la capital del estado, continúan existiendo en muchas ciudades de Nuevo León. “Estuve en el municipio de Montemorelos. En este pueblo se les prohíbe a las chicas trans vivir como mujeres, entrar a lugares públicos. Si entran, se les destina un rincón. Me recuerda la lucha de los negros en Estados Unidos a mediados del siglo pasado. Es inaudito que en pleno Siglo XXI se sigan dando este tipo de actos”, denuncia.

El prejuicio laboral es uno de los más importantes denunciados por las personas trans. Para Sylvia, todavía falta mucho para llegar a la inclusión en materia laboral. “A muchas empresas que se dicen ser ‘amistosas con la diversidgay friendly) se les olvida que la población de hombres y mujeres trans también pertenecemos a la diversidad sexual”, subraya.

Krizna considera que la única alternativa para la persona transgénero es el trabajo sexual. “Infelizmente, el tener una orientación sexual diferente nos ha orillado a tomar como única alternativa el trabajo sexual, cuando hemos demostrado que somos personas capaces, que estudiamos, pero por el simple hecho de ser diferente a los demás se nos excluye, se nos discrimina”. Tesoro, mujer transexual y también trabajadora sexual, está de acuerdo y denuncia la hipocresía de las políticas de diversidad sexual. “Antes de luchar por los papeles de transgénero, yo tengo otras necesidades. Hay quienes pelean por que puedan tener hijos, o por el matrimonio gay, pero ¿dónde chingados voy a meter al hijo y al marido? Una casa, una vivienda, un techo digno es lo que necesitamos. Todas vivimos en hotel, todas rentamos y la que no renta es la que abusa de nosotras”, denuncia.

Una reforma del Código Civil del Distrito Federal del 2008 buscó cambiar la situación de la población trans, haciendo legal la rectificación del acta de nacimiento. Para Víctor Hugo Flores Ramírez, de la organización Transexualegal, aunque con sus bemoles, la reforma trajo sus beneficios. “No los esperados, no lo necesario en términos de la demanda del colectivo trans, pero trajo un beneficio en términos cuantitativos. Varias personas pueden acceder a la obtención de su documento de identidad, bajo un procedimiento que hoy toma máximo seis meses, en comparación con los varios años que se tardaba anteriormente”, declaró.

Para López, estos beneficios son discutibles: “El protocolo es por demás discriminatorio y sobre todo tiene un costo inaccesible. Hay que tomar en cuenta que muchas  personas trans no tienen un trabajo estable y muchas mujeres trans se dedican al trabajo informal, gran parte de ellas al trabajo sexual”, pondera.

Aunque es posible que personas nacidas en otros estados busquen el cambio de sus actas de nacimiento – procedimiento que toma el doble de tiempo y requiere que el demandante compruebe residencia en el Distrito Federal -, no hay legislación correspondiente en otros Estados. “No hay legislación federal al respecto, sólo hubo iniciativas que quedaron en la congeladora. El trabajo que se hizo fue principalmente en el DF y algunos estados de la república quieren replicar, como es el caso de Yucatán. Tal vez, de entrada, lo único que va a generar es la visibilidad, será una iniciativa puesta en una bancada y tal vez no pase de ahí, pero que posiblemente el día de mañana permita a otro grupo social impulsar esta iniciativa en otro escenario político”, pondera el especialista.

Para Krizna, las políticas que vienen desde el gobierno, como los tratamientos hormonales, sólo hacen ocultar un problema más profundo: “Esto lo hacen nada más para evidenciar que está haciendo algo el gobierno, pero lo hacen a nivel de medios electrónicos. La realidad es que al transgénero, al transexual y al travesti se le denigra, se le castiga y todavía se le criminaliza”, denuncia.

Sylvia milita en el movimiento trans desde hace 14 años y cuenta que uno de los principales obstáculos de la lucha trans es la discriminación en el propio movimiento LGBT: “está tan arraigado el movimiento ‘gay’ y lo tenemos tan interiorizado, que muchas de las mujeres trans no se dan cuenta de la gran falta que hace que tomemos la lucha para poder avanzar y obtener nuestro lugar y nuestros derechos en esta tan mencionada diversidad sexual”, afirma. Y sigue: “Es irónico, pues la lucha de la diversidad sexual está en contra del patriarcado cis-sexista heteronormativo y sin embargo repite estos mismos patrones. Vivimos bajo la sombra y el tutelaje de los gay, nuestras necesidades como mujeres y como trans son muy distintas a la de ellos, y por esta razón en ocasiones no las ven como prioridad”, denuncia.

Topacio, travesti y trabajador sexual del Distrito Federal, está de acuerdo: “Nos ponen más abajo que los que andan vestidos de hombre. Porque son los que nos han desplazado. Hay lugares no quieren la entrada de travestis y de operadas, porque es lugar de ellos nada más, de los que van vestidos de hombre. Esto es lo malo”, reclama.

La publicidad de las políticas públicas y el carnaval de las marchas sólo ocultan, dice Krizna, un problema anterior: la desigualdad de las condiciones de vida. “Cuando empezaron a organizar la marcha gay había mucha unidad, porque lo que nos unía era la discriminación. Pero siento que estas políticas neoliberales, capitalistas, que nos invitan al consumo, hacen que entre nosotras mismas nos dividamos. Tienes, vales. No tienes, no vales. Tengo un trabajo, pero a ver qué trabajo. Desde ahí empieza la diferencia y la discriminación entre nosotras. Quién tiene y quién no tiene”, analiza.

A pesar de la marginación y la división, las trans muestran que hay un camino de lucha. “Queremos todos los derechos, por ejemplo, el decir: qué bonitos tacones vi en el aparador y salir de mi casa en tacones, y que al vecino no le importe. No tiene por qué decir nada”, defiende Topacio. “La lucha apenas comienza, sin nosotras no hay diversidad, sin nosotras no existe la lucha de los derechos de todas y todos”, finaliza Sylvia López.

Publicado el 1 de julio de 2013

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