Quién paga el verdadero precio de tu ropa

David Bacon Traducción: Brisa Araujo Foto: Derek Blackadder / Diagonal

Estados Unidos. Los incendios en fábricas de Bangladesh mataron a 700 trabajadores desde 2005. En noviembre de 2012, 112 víctimas se quemaron o saltaron por las ventanas del edificio de la planta de Tazreen. A finales de abril de 2013, más de 600 cuerpos son retirados de los escombros del edificio de Rana Plaza, ubicado en un distrito industrial a 18 millas de Dhaka.

En Tazreen, los dueños no construyeron salidas de incendio y cerraron con llave las puertas de los pisos superiores “para prevenir hurtos”, con lo que dejaron a los trabajadores atrapados entre las llamas. En Rana Plaza, dueños de fábricas se rehusaron a evacuar el edificio después que grandes grietas aparecieron en las paredes, aun cuando los ingenieros de seguridad ordenaron no dejar dentro a los trabajadores.

Los obreros declararon a los representantes del sindicato IndustriALL que por cada día de ausencia, las empresas les recortan tres días de sueldo. Por eso iban a trabajar, a pesar de su preocupación por el estado del edificio. Como resultado, el número de víctimas rebasó las 600 y todavía hay personas atrapadas bajo las ruinas.

Posiblemente no se aplicaron los códigos de construcción en Rana Plaza o ni siquiera se obtuvieron los permisos porque Sohel Rana, el dueño del edificio, está muy activo en el partido en el poder de Bangladesh, la Liga Awami. En Tazreen, los inspectores de incendios llamaron a comparecer a la compañía, pero nunca la forzaron a instalar equipo de seguridad.

La política de desarrollo de Bangladesh está basada en atraer producción textil con la estrategia de mantener sus costos entre los más bajos del mundo. Los edificios seguros que no se derrumban ni atrapan a los trabajadores en incendios aumentan estos costos. También lo hacen los sueldos que rebasan el promedio en Bangladesh: 21 centavos de dólar por hora, un sueldo con lo cual no se vive ni ahí ni en lugar alguno.

Los beneficiarios de esos costos son las grandes marcas cuyas ropas son cosidas por las mujeres en esas fábricas. Dan los contratos de producción a las fábricas que hacen las ofertas más bajas. Las fábricas compiten por cortar los costos como sea.

Tazreen hacía ropa para Wal-Mart, entre otras grandes marcas. El edificio Rana Plaza albergó a varias fábricas, en las que 2 mil 500 mujeres producían prendas casi mecánicamente. De acuerdo con el Foro Internacional de Derechos Laborales, “una de las fábricas en el complejo Rana, Ether-Tex, tenía a Walmart-Canadá en su lista web de compradores”. Activistas laborales encontraron otros documentos en los escombros que enlistaban órdenes de corte de Benetton y otras marcas.

Desde hace años, los trabajadores intentan organizar sindicatos militantes para aumentar sus sueldos y reforzar códigos de seguridad, pero sin éxito. La mañana siguiente al colapso de Rana, 20 mil obreros se lanzaron a las calles desde fábricas vecinas en protesta – los dueños de otras empresas ordenaron: trabajen como si nada hubiera pasado.

Mientras tanto, las gigantescas compañías que controlan la industria textil se deshacen de la responsabilidad por las condiciones que ellos crearon, y su cómplice más importante es la industria de la responsabilidad social corporativa.

Un reporte reciente de la central sindical AFL-CIO, “Responsabilidad Subcontratada”, informa que fabricantes de ropa contrataron la auditoría de Social Accountability International (SAI) para certificar que la fábrica era segura, justo antes de que un incendio en la fábrica de Ali Enterprises en Pakistán matara a 262 trabajadores en el 2012. SAI tercerizó la inspección a una empresa italiana, RINA, que subcontrató a su vez el servicio a una empresa local, RI&CA. Ali Enterprises fue certificada en agosto. “Casi 300 trabajadores murieron en un incendio dos semanas después”, acusa el reporte.

Las fábricas certificadas que matan a trabajadores crearon una industria de 80 mil millones de dólares que “ayudó a mantener bajos los salarios y precarias las condiciones de trabajo, mientras garantizaban una buena imagen en relaciones públicas para los productores”, dice el reporte. “El trabajo manufacturero dejó países en los cuales hay leyes, negociación colectiva y otros sistemas para reducir los peligros del ambiente de trabajo”, dice, mientras “los empleos se mudaron a países con leyes inadecuadas, aplicación débil y precarias relaciones de trabajo”.

Esta transferencia fue permitida por acuerdos de comercio amigables con las corporaciones que garantizan a los productos de esas empresas acceso sin restricciones a los mercados de Estados Unidos y Europa. En contrapartida, esos tratados presionan a los países en vías de desarrollo para garantizar derechos a inversionistas corporativos extranjeros y un ambiente de bajos impuestos, una laxa aplicación de protecciones a los trabajadores y ataques a los sindicatos.

En Bangladesh, después del incendio de Tazreen, IndustriALL, ILRC y otras organizaciones laborales desarrollaron un acuerdo obligatorio que busca prevenir incendios e incrementar la seguridad para garantizar a los trabajadores el derecho de organización y de exigir mejores condiciones. Algunas compañías, incluso PVH y Tchibo, lo firmaron. Wal-Mart y Sears no sólo se rehusaron a hacerlo, ni siquiera se hicieron cargo de las compensaciones a las víctimas del incendio de Tazreen.

Mientras los trabajadores de Bangladesh sacan los cuerpos de sus amigos de las ruinas de Rana Plaza, las personas del otro lado del mundo que visten las ropas que ellos cosen no deben voltearles la cara. Necesitan el verdadero conocimiento sobre cómo sus camisas y blusas se producen y quién las produce. En vez de la manipulación de imagen hecha por Social Accountability International y su competencia, Fair Labor Association, deben exigir la verdad y usar su poder como consumidores.

Los consumidores deben sacar de los mercados del mundo a las compañías culpables de homicidio industrial.

Publicado el 6 de mayo de 2013

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