Madre y trabajadora sexual, para sacar a sus hijos adelante

Beatriz Herrea Huarte, ex trabajadora sexual integrante del Taller de Periodismo Aquiles Baeza

México, DF. “Para mí ser madre es algo muy significativo y bonito. Yo trabajo para sacar adelante a mis hijos y darles lo que pueda”, señala Vanesa, trabajadora sexual de la Merced de 28 años de edad. Anahí, otra trabajadora, pero ella de 22 años, dice que para ella ser madre es una responsabilidad muy grande que le exige cuidado y amor y menciona que el trabajo en las calles le quita mucho tiempo para estar con sus hijos, a los que quisiera disfrutar más.

La maternidad en el trabajo sexual tiene muchas particularidades: uno de ellas es que las mujeres no cuentan con guarderías para sus hijos, motivo por el que se ven obligadas a recurrir a otro tipo de cosas para poder cuidarlos, como pagar a otras de sus compañeras para que se los cuiden con el riesgo de que se los lleguen a robar; o llevar a sus hijos al lado de ellas sin importar que tengan que esperarlas afuera del hotel, en lo que ellas se “ocupan”; o el hecho de que hay “padrotes” que les quitan a sus hijos para obligarlas a hacer todo lo que ellos quieren.

Para Rosa María, de 55 años de edad, “ser trabajadora sexual fue y es sacar la lucha para mantener a mi hijo, ya que quedé viuda con el bebé de un mes y 21 días de nacido y así lo saqué adelante.” La entrevistada explica que mantuvo a su hijo con el trabajo sexual y que ahora él tiene 32 años y estudió hasta la secundaria. A su edad, Rosa todavía sigue trabajando por necesidad.

Por otro lado, Gloria, de 62 años de edad, y más de 45 ejerciendo este oficio en las calles del centro histórico de la Ciudad de México, comenta que para ella es un “orgullo ganarse la vida de esa manera,”, y que  se siente “muy alagada y feliz de salir adelante”. Gloria tiene 10 hijos.

El diez de mayo no siempre es motivo de celebración para las trabajadoras sexuales. Hay muchas que este día lo festejan con sus hijos en los reclusorios; otras van a los albergues del DIF a visitar a los hijos que les han quitado por dedicarse al servicio sexual; otras, la mayoría, trabajan como en cualquier otro día, pues de lo contrario los “padrotes” no les permiten ver a sus hijos.

Verónica tiene 32 años y para ella “el día de la madre es un día muy especial”, aunque, dice “se siente triste” por no estar con su mamá, ya que vive en otro estado. “Es muy difícil de olvidar porque hace 9 años mi hija tuvo un accidente y eso le trajo una parálisis cerebral. A  raíz de esta situación, empecé a trabajar en el sexo, para poder llevarles algo a mis hijos”.

Rosa Isela Madrid, fundadora de Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer “Elisa Martínez”, organización dedicada a la lucha contra la trata de personas, “el 10 de mayo debería ser algo significativo, ya que a la mujer se le rechaza por su maternidad, y no como en otros tiempos que se respetaba por esa capacidad de procreación que hoy se ve como un estorbo y no como antes, que se tenía respeto a la madre”.

Rosa Icela añadió que en Brigada Callejera se busca la fraternidad entre las mujeres y se abre un espacio donde se puede hablar de igual a igual. “Aquí se siente el dolor de todas las que vienen por un aliento, por las ganas de decir que no hay pedo, que la vida sigue, pero tenemos que vivirla con dignidad y buscar la igualdad para vivir un mundo mejor, donde el pobre tenga cabida, viva de pie y no espere un bienestar de rodillas”.

Finalmente Vanesa, adolescente de 15 años que estudia la preparatoria, hija de una trabajadora sexual, afirma que se siente orgullosa porque sabe que madre “arriesga su vida y su tiempo por darme todo lo que necesito. Aparte que me da mucha atención y cariño”. Refirió que para ella el día de la madre es muy distinto que para el resto de hijas que conoce.

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