Médicos y pacientes defienden la misión del Hospital Borda

Victoria García Astelarra

Buenos Aires, Argentina. Pacientes y personal del Hospital Borda, hogar de enfermos neurosiquiátricos abandonados por la sociedad y donde transmite la simbólica radio La Colifata, fueron violentamente atacados por la Policía Metropolitana para imponer la construcción de un centro cívico en sus terrenos.

El gobierno de la ciudad no escuchó los argumentos del personal del nosocomio, abandonado presupuestalmente por las administraciones de la capital argentina. En vez de eso, se empleó una fuerza represiva que obligó a que varios policías fueran apartados de sus funciones.

Estos hechos instalan finalmente a una fuerza policial, la Policía Metropolitana, en el centro de las miradas. Esto suma al “prontuario” (por usar una jerga judicial) de dicha fuerza acciones de represión como las ya demostradas en operativos anteriores, como el desalojo del Parque Indoamericano en diciembre de 2010 o el de la Sala Alberdi del Centro Cultural San Martín, en marzo de 2013.

   La Policía Metropolitana fue creada en el marco de la ley 2.894 de Seguridad Pública en 2008. Dentro de su misión y acciones está desarrollar acciones de prevención, protección y seguridad de las personas y sus bienes; ser auxiliar de la justicia en el ámbito de la Ciudad; mantener una política de proximidad hacia el vecino sumando sus opiniones y aportes, y consolidar una fuerza de seguridad de altos estándares profesionales, que actúe de manera eficiente en la defensa de los intereses de todos los ciudadanos y que logre que el vecino se identifique y se sienta protegido. Los efectivos deben demostrar  compromiso con la tarea de brindar seguridad, estar bien remunerados, contar con capacitación permanente y beneficios sociales de excelencia.1

   El Hospital Borda, psiquiátrico creado en 1865, tiene como objetivo principal “la asistencia del enfermo mental,  el brillo de su espíritu, constituido por el esfuerzo de todos los individuos que han contribuido a darle la personalidad de la que hoy goza”, señala en su página2

El hospital Borda es una institución municipal (de la antes denominada Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, actual Ciudad Autónoma de Buenos Aires), con todo lo que una gestión municipal implica. En su predio se encuentran distintos edificios que en los últimos años han padecido, junto con los trabajadores, pacientes y talleristas de diferentes disciplinas, distintos recortes presupuestarios que precarizan el servicio. El gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires planea construir en el predio un Centro Cívico, es decir, un espacio en el que funcionarían diferentes dependencias municipales, descentralizándolas así del microcentro porteño.

   Desde un primer momento, la comunidad del hospital se negó rotundamente al avance de este proyecto. El hospital es una institución con objetivos y necesidades determinadas, señalan, y de ninguna forma puede convivir con los negocios inmobiliarios que promueve en distintas zonas de la capital el gobierno de Mauricio Macri. Pero esta postura no fue escuchada.

Hay muchos antecedentes de esta situación: vaciamiento de inversión en los edificios históricos de la Ciudad y del Borda, específicamente; además, personal y pacientes descuidados y maltratados en varias situaciones (no olvidemos que es un hospital municipal y que existe una población estable en la institución, sistemáticamente  marginada por la sociedad  y que vive en este predio desde hace años). La empresa constructora contratada por el gobierno comenzó las tareas, con lo que se ignoraron los reclamos de ciudadanos, internos, vecinos, y trabajadores (al igual que se ignoran los pedidos de inversión en educación y obras públicas, entre otras áreas).

 Un testigo relata a Tiempo Argentino lo ocurrido el 26 de abril de 2013: “Alrededor de las cinco y media de la mañana, el predio estaba vacío. Un grupo de médicos y pacientes se aproximó al lugar. La Metropolitana conformó un cordón de seguridad ante la llegada de medios de comunicación. Un reportero de la agencia Télam (Agencia Nacional de Noticias) que logró ingresar por detrás del cordón para registrar lo que allí sucedía fue el primero en ser reprimido y echado del lugar. Frente al cordón la resistencia fue mayor y comenzaron los forcejeos, que rompieron la primera barrera de contención. La orden que emanó entonces de Giménez (de las fuerzas de seguridad) y de su segundo, Ricardo Pedace –registrada en las modulaciones– fue: ‘Dispersen’. El problema fue que esa directiva no se modificó durante toda la jornada. No hubo contraorden pese a la represión y a las detenciones contra médicos, pacientes, enfermeras, periodistas y hasta legisladores. El protocolo que se aplicó –el cual Montenegro (ministro de seguridad porteño) afirmó que se cumplió a rajatabla– fue el de la dispersión de manifestantes, no el de contención. Sin embargo, nunca se movilizó el camión hidrante, que la misma policía aplicó en el desalojo de la Sala Alberdi”.

El diario señala que la cúpula de la fuerza sugirió a Montenegro que el operativo no se llevara  a cabo esa semana, ya que esperaban resistencia por parte de sectores que desde hace tiempo se oponen a la construcción del Centro Cívico en terrenos del neuropsiquiátrico. Tiempo Argentino señala que las máximas jerarquías de la fuerza comandaron el operativo directamente desde el lugar: Giménez, Pedace y el superintendente de Investigaciones, Carlos Kevorkian, y que todo empezó con una resistencia mínima que terminó siendo una locura.

También se señala que, por la violencia empleada, varios policías serán apartados de sus labores, entre ellos “la mujer policía que aparece desbocada, el que rompe la formación y comienza a tirar a mansalva, y el ex Federal que aparece, a cara descubierta, amenazando a periodistas con que los va a ir a busca”, ejemplifica el diario.

El relato periodístico señala algunas de las irregularidades en el operativo: la detención de periodistas en medio de los choques, que las balas de goma no se dispararon contra las piernas en corta distancia, que las cámaras de exteriores dispuestas por la propia policía para filmar el operativo llegaron mucho después de que se desencadenara el grueso de los hechos, y que tampoco se dio participación inmediata a la fiscalía de turno, procedimiento habitual para este tipo de hechos.3

Se suma el testimonio de Cristian, paciente del hospital e integrante de la radio del nosocomio, La Colifata4, quien aseguró: «Esto fue un desastre, es muy pesado para nosotros, hay gente que hoy no quiere levantarse de la cama. Muchos están desganados, sin voluntad, con miedo por lo que pasó y por lo que pueda pasar». Añadió: «Lo que pasó ayer fue una brutalidad contra nuestros derechos humanos».5

Cristian relató que el viernes estaba en el hospital, y cuando fue a almorzar escuchó los tiros. “No entendía nada, yo estoy internado, estresado”, acusó, mientras encendía su cigarrillo. “Un grupo del Frente de Artistas del Borda realizaba un taller de mimo con pacientes, en el mismo lugar en que se desató la represión de la Metropolitana”.

La Colifata es un símbolo de resistencia y de demostración de que otro mundo es posible, de que otra realidad puede existir para los internos y ex internos de un hospital neuropsiquiátrico. Esta experiencia es considerada por muchas personas un faro para otras experiencias en el mundo entero. Desde allí se escuchan palabras iluminadoras y de constante cuestionamiento como que  “lo normal no existe” o “generar puentes donde hay muros”.

   La Colifata se vio involucrada en estos hechos de violencia porque es parte del hospital, que para muchos internos es su casa. La radio sigue como expresión artística, como medio de comunicación, buscando ayuda para varias actividades que tiene que realizar y siempre en pie, transmitiendo.

Un primer paso para ayudar y para entender este universo es visitar su página y desde allí acompañar los sucesos del Hospital Borda, donde funciona desde hace más de diez años y por qué no, en este primer paso acompañarnos y acompañarlos en el repudio hacia una fuerza de seguridad –como lo es la Policía- que en cualquier lugar del mundo tiene una misión muy clara y precisa,  especialmente en democracia: la de defender los intereses de todos los ciudadanos.

Publicado el 6 de mayo de 2013

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