Cuando los zapatistas tomaron Juxtlahuaca

Francisco López Bárcenas

El 26 de febrero de 1912 como a las siete de la mañana, un jinete bajó a todo galope del cerro que cubre el lado poniente de la población de Santiago Juxtlahuaca, por el rumbo de San Juan Mixtepec, y se introdujo en ella; las pocas personas que a esa hora caminaban por las calles lo vieron dirigirse directamente hacia el palacio municipal y otras notaron su presencia cuando se apeó de su caballo, lo amarró a uno de los árboles del parque y después se apersonó en esas oficinas públicas. Tocó la puerta de la oficina principal y pareció alegrarse cuando le abrieron y preguntó por el señor Manuel Acevedo Guzmán, presidente municipal, la persona que le abrió le comunicó que no se encontraba pero que ella lo podía atender. En efecto, hacía días que el presidente municipal no atendía sus funciones porque se había separado alegando una inflamación en la pierna derecha, ocasionada por un clavillo que lo tenía inmovilizado y le impedía trasladarse a sus labores.

En esa condiciones las riendas del Ayuntamiento las llevaba el señor Librado Guzmán, Regidor Primero del cabildo. Fue él quien abrió la puerta al forastero que acababa de llegar, quien se identificó como mensajero zapatista y sin más le entregó un documento que el funcionario municipal comenzó a leer sin mucho interés, en silencio, para sí mismo.

El que suscribe, haciéndose eco del grupo de CC. democráticos que lo acompañan y alentados por los principios de concesiones que encarna el “Plan de San Luis Potosí”, hacia el pueblo, y que ya sea por maliciosa inercia, o ya por traidora alianza, con el partido llamado sarcásticamente Científico, el Presidente Madero no ha hecho efectivo; tratando yo y mis congéneres en ideas, de hacer que se cumplan las promesas libertadoras, espíritu del citado Plan, nos hemos congregado levantados en armas, y de común acuerdo, solicitamos la plaza que es a su mando, para ocuparla en nombre de las ideas secundadas por el ejército libertador.

No omito indicarle que las garantías de los habitantes de esa población están aseguradas por las ideas de patriotismo que profesamos y que están incluidas en las cláusulas redentoras del Plan de San Luis Potosí y sus similares reformados.

Libertad, Justicia y Ley

San Juan Mixtepec, febrero 26 de 1912

El Teniente Coronel

Guadalupe Gómez.

 

Cuando terminó de leer, el señor Librado Guzmán se quedó viendo a su interlocutor como queriendo reconocerlo, igual que se mira a quien se espera impacientemente pero se desconoce su fisonomía. Porque esa era la situación, la autoridad municipal y la misma población esperaban que de un momento a otro los zapatistas ocuparan la población, lo que no sabía era cuantos serían ni como se presentarían. Era público que los rebeldes mixtecos andaban con los zapatistas,  pues el 27 de noviembre  del año pasado cuatro jefes militares -el general Jesús Morales, originario del municipio de Petlalcingo, conocido entre su gente como “El Tuerto” Morales, por la falta de un ojo, que había perdido de niño en una riña callejera; el capitán Francisco Mendoza, del pueblo Organal, Chietla y Catarino Mendoza y Amador Acevedo, del Huauchinantla- habían acudido a Ayoxustla  a la firma del Plan de Ayala y ahora andaban luchando por su cumplimiento, levantando a la región mixteca.

El gobierno del estado y el ejército federal estaban enterados de esa acción inminente pues conocían de la presencia de los zapatistas en la región, tanto en la mixteca Alta de Oaxaca, donde operaban el capitán Antonio Martínez y el general Ramón Cruz; por la parte del estado de Guerrero andaba la gente de Julio Tapia y Crispín Galeana; por Puebla -además de los firmantes del Plan de Ayala- la gente de Magdaleno Herrera. Por la mixteca costeña también comenzaba a prender la mecha, aunque en pequeños grupos y sin un líder visible. Pero eso no los hacía menos peligrosos, tan no lo eran que unas horas antes que los zapatistas entraron a Juxtlahuaca, el jefe político del Distrito de Putla comunicó al gobernador del Estado que era muy probable que ese mismo día lo hicieran. El gobernador remitió esa información al Jefe de la Octava Zona militar quien recomendó a la autoridad civil que se dirigieran al Teniente Coronel Carlos M. Peña, “quien ya tiene instrucciones para obrar de acuerdo con dichas autoridades y según las circunstancias”.

Tanto el mensaje del jefe político de Putla como la recomendación del militar no hacían más que confirmar los rumores que corrían hacía meses en la región de que los zapatistas se habían levantado contra el gobierno de Francisco I. Madero y andaban merodeando en la región. Además, en el mismo municipio de Juxtlahuaca existía un grupo de ciudadanos, entre los que figuraban los señores Félix Hernández, Ignacio Payán y José Pimentel, que habían mostrado simpatías con la candidatura de Emilio Vásquez Gómez a la Presidencia de la República, el Secretario de Gobernación interino al renunciar Porfirio Díaz y su gabinete, y esto los acercaba al zapatismo, pues ambos se habían separado de Francisco I. Madero y su grupo y para él eran lo mismo.

Para enfrentar la incertidumbre, en días pasados el ayuntamiento –que formalmente abrazaba la causa maderista- había reunido a los comerciantes y algunos otros ciudadanos de abolengo para proponerles la formación de un grupo de veinte personas que se dedicaran a vigilar la población con la finalidad de evitar posibles asaltos o robos a los ciudadanos y brindarles auxilio en caso necesario. Todos los convocados estuvieron de acuerdo en la propuesta y se mostraron dispuestos a colaborar, algunos incorporándose a las rondas nocturnas por los alrededor del pueblo y otros facilitando las armas con que contaban; pero cuando los rumores de que iban a tomar Juxtlahuaca aumentaran decidieron mejor desbaratar el grupo y devolver las armas a sus dueños.

De todo esto se acordó el señor Librado Guzmán cuando leyó el mensaje zapatista, y aunque ya sabía que algo como lo que estaba viviendo podía suceder de alguna manera, deseaba que no sucediera, por eso lo único que atinó a decir fue:

-Esta plaza estaba desguarnecida y si ustedes la van a ocupar, pido que se den garantías para las personas e intereses de la población.

 

Si el Presidente esperaba alguna respuesta a una petición que ya no estaba en posibilidades de formular se quedó con las ganas de tenerla. En ese momento el reloj marcaba las ocho de la mañana. La fecha y la hora bastante gente las recordaría por mucho tiempo porque en ese momento los zapatistas comenzaron a aparecer por el lugar denominado “La Fábrica”, como seis cuadras del centro de la población, por el mismo rumbo que el mensajero había llegado. Su presencia en ese lugar formaba parte de su plan de acumular fueras y unir a todos los grupos rebeldes de la región. El día 21 de ese mes habían pasado por Tlaxiaco, donde exigieron préstamos forzosos al comercio y para el día 25 por la mañana arribaron a San Juan Mixtepec, donde exigieron comida para la tropa, pastura para los caballos y dinero para financiar la lucha. Los revolucionarios duraron poco en ese municipio, pues no era su objetivo ocuparlo permanentemente sino sólo para pasar de Tlaxiaco a Juxtlahuaca, hacia donde ahora se dirigían. Con paso firme, los jinetes siguieron avanzando rumbo al centro de la población, en un número aproximado de ciento cincuenta hombres armados de rifles y escopetas; al frente de ellos venía el Teniente Coronel Guadalupe Gómez, cargo que le había otorgado el Cuerpo Revolucionario Libertador, órgano de dirección del Ejército Libertador del Sur cuyo comandante general era el general Emiliano Zapata Salazar.

Lo primero que hicieron al entrar fue tomar posesión de la plaza pública, sin ninguna resistencia porque militares no había y el grupo de autodefensa que los habitantes del centro habían formado se había disuelto. Después de cerciorarse de que la plaza era suya destruyeron las líneas telegráfica y telefónica para que nadie pudiera comunicar al gobierno lo que ahí estaba sucediendo y los fueran a sorprender.  Minutos después la tropa rebelde comenzó a instalarse en el patio del palacio municipal recién construido y mientras lo hacían el Teniente Coronel Guadalupe Gómez se dirigió al señor Librado Guzmán, el Regidor Primero en funciones de presidente municipal y le ordenó que convocara inmediatamente a todo el pueblo a una junta general.

Como a las 11 de la mañana ya muchos ciudadanos se había congregado alrededor de la plaza municipal, unos acudiendo al llamado del presidente municipal para la junta con los zapatistas, otros por curiosidad, para ver qué era lo que estaba sucediendo. Cuando el jefe zapatista consideró que ya había suficiente gente se dirigió a ellos para explicarles las causas del movimiento revolucionario, los contenidos del Plan de Mapaxtlán, como también nombraban al Plan de Ayala, el de San Luis y el de Tacubaya que, como el mismo aclaró a los presentes, eran los documentos que regían sus actos; también se ocupó de dar a conocer su nombramiento de Teniente Coronel por la Junta Central Revolucionaria, facultándolo para establecer gobierno revolucionarios en los lugares que fueran ocupando.

Todos escuchaban en silencio al jefe rebelde, quien acto seguido invitó al pueblo para que nombrara sus nuevas autoridades y después de una breve discusión entre ellos tuvo lugar la elección por voto secreto, tanto para el cabildo municipal como para alcaldes, resultando electos por mayoría de votos las siguientes personas: Porfirio Rodríguez, presidente; Manuel Acevedo Guzmán, suplente; Antonio Pérez, regidor primero; Jacinto Orduña, suplente; Paulino Hernández, regidor segundo; José Estrada, suplente; Gregorio Manzano, regidor tercero; Antonio Chávez, suplente; Eulogio Guzmán, regidor cuarto; Felipe Ramos, suplente; Felipe González, regidor quinto; Daniel Pérez, suplente; Fiacro Daza, síndico; Inés Maldonado, alcalde primero; José María Pérez, suplente; Emeterio Guzmán, alcalde segundo y suplente, Mónico Mendoza. Concluida la elección, el comandante zapatista volvió a dirigirse a los presentes.

-Por el mismo plan que proclamamos quedan suprimidas las jefaturas políticas de los distritos y libres los ciudadanos del pago de capitación y demás gabelas, así como sus terrenos si hubiesen sido despojados por el gobierno.

 

Cuando terminó de hablar los soldados de la tropa lanzaron vivas a Emilio Vásquez Gómez y al general Emiliano Zapata, muestras de entusiasmo a las que los presentes contestaron de la misma manera. Ese día no se pudo tomar la protesta a las autoridades recién nombradas porque muchos de ellos no se encontraban presentes, por lo que se tuvo que hacer hasta el día siguiente. Cuando las nuevas autoridades municipales tomaron posesión de su cargo los zapatistas se dirigieron a las oficinas de correos, timbre y telégrafos y les exigieron los fondos económicos que estaban en su poder; la primera entregó 37.21 pesos, la segunda 32 pesos y la última 25.80; también a las autoridades municipales destituidas les exigieron el importe de la capitación y los fondos municipales, pero estas alegaron que dichos fondos estaban vacíos.

Mientras esto sucedía, los zapatistas se enteraron que a iniciativa de las autoridades maderistas en el municipio se había formado un grupo de personas para combatirlos, y como pudieron elaboraron la lista de los ciudadanos que habían proporcionado las armas para ese grupo y las citaron para exigirles su entrega. Dada la situación en que se encontraban los ciudadanos descubiertos no tuvieron más opción que entregar las armas: el señor Crispín Tello, Antonio Gutiérrez y José Estrada entregaron un rifle cada uno, Ursulino González y Manuel Acevedo Marín un rémington también cada uno y Miguel Cruz una carabina. Otros ciudadanos que habían proporcionado armas para el grupo antizapatista no las entregaron, bien porque no estaban en su domicilio, o porque se entendieron directamente con el comandante rebelde y llegaron a otro tipo de arreglos.

Las personas que evadieron la orden de entregar las armas dieron pie a que los zapatistas se organizaran en pequeños grupos de tres o cuatro rebeldes y recorrieran la población y los ranchos cateando las casas en busca de armas; algunos tuvieron suerte y recogieron rifles rémington, carabinas y pistolas, los que no encontraron nada recogieron machetes, cuchillos o zarapes y ropa de uso para la tropa; algunos grupos decomisaron caballos y monturas: de la cuadra del señor Porfirio Rodríguez sacaron dos caballos, uno de la de David Martínez, un extranjero que pudo recuperarlo entregando dinero a cambio; lo mismo pasó con Ursulino González a quien le habían decomisado un caballo pero lo canjeó por un rifle y una escopeta; mientras a Tereso Chávez le decomisaron un caballo ensillado y una escopeta.

Finalmente el comandante zapatista impuso una cuota por la cantidad de mil pesos para la revolución que debían pagar los comerciantes y ciudadanos acomodados del municipio, pero al final solo se pudo reunir la cantidad de 362.96 pesos; como en el caso anterior, las personas que no quisieron cooperar se entendieron directamente con los zapatistas para llegar a un arreglo.

Durante tres días los zapatistas se dedicaron a recorrer los pueblos circunvecinos para propagar su causa. Algunos se fueron por la cañada, rumbo al sur y pasaron por Santa Rosa Caxtlahuaca y llegaron hasta Santiago Naranjas. Desde este pueblo alguien avisó al señor Isidro Montesinos, jefe político de Putla, de los acontecimientos, y alarmado porque pensaba que pronto llegarían a su territorio escribió al jefe político de Tlaxiaco:

Acábame participar Santiago Naranjas, tomaron Juxtlahuaca los revolucionarios, noticianme se viene esta, favor comunicarlo C. Gobernador, si puede Ud. darme auxilio sería mejor, para reforzar la resistencia que dispongo hacer con pequeños elementos.

Lo que no sabía era que los zapatistas no tenían ninguna intención de avanzar hasta ese Distrito. El día 27 el comandante zapatista escribió al Agente Municipal de Santa Catarina Noltepec, por el poniente del centro, citándolo a la cabecera municipal.

El suscrito -escribió-, en nombre de la causa democrática sostenida por los Jefes que exigen de común acuerdo, el cumplimiento del Plan de San Luis Potosí y sus congéneres, invita a Usted para que con su Ayuntamiento comparezca hoy en la tarde, en esta población, sin excusa ni pretexto alguno, y bajo su más estricta responsabilidad.

Las autoridades citadas acudieron esa misma tarde a las cita con los zapatistas y cuando les informaron de los fines de la rebelión, estos los invitaron al pueblo para que explicaron directamente a los ciudadanos lo que a ellos ya les habían explicado. Los zapatistas aceptaron y el 28 de febrero como a las tres de la tarde el Teniente Coronel Guadalupe Gómez y su Estado Mayor se reunió con las autoridades y el  pueblo de Santa Catarina Noltepec y les explicaron el Plan de Mapaxtlán, Ayala y Tacubaya.

[…] proclamados para al elevar con miras, pues son del todo improcedentes los actos públicos de la administración de Madero. Que dicho Presidente no ha sabido cumplir lo preceptuado en el referido Plan de San Luis y demás, y que el pueblo se ve gravado con imposiciones que han conmovido al país. Por estos hechos se desconoce al gobierno del señor Madero, según prevención del artículo segundo del Plan de Mapaxtlán de Ayala, de veinticinco de noviembre de mil novecientos once, y se reconoce como Jefe Supremo de la Revolución al ilustre General Pascual Orozco y en caso de no aceptar este delicado puesto, se reconocerá con igual carácter al C. General Emiliano Zapata.

 

Eso dijeron. Después levantaron un acta en donde además asentaron:

 

Se hace constar que en la toma de esta plaza, que desde luego queda adherida al Plan de Tacubaya, de trece de octubre de mil novecientos once, no hubo resistencia alguna, al contrario, el pueblo aclamó el Plan referido y a Generales de referencia; que el suscrito Jefe se constituye responsable del movimiento y con él tratará cualquier fuerza que maderista que intente recuperarla. Se aprueba la supresión de las Jefaturas políticas, hasta nueva orden del gobierno que se establezca.

 

Los zapatistas interrogaron al pueblo acerca de su conformidad o inconformidad con sus autoridades y la mayoría mostró beneplácito con ellas por lo cual se les ratificó en el puesto; al final la gente les entregó 20 pesos “para sueldos de la tropa”, un rifle, una escopeta y una pistola. Así anduvieron por otros pueblos. El día 29 abandonaron la plaza de Juxtlahuaca y marcharon con rumbo a Putla pero en la madrugada del día 4 de marzo regresaron y tomaron rumbo a San Miguel Tlacotepec. Se trató de un movimiento táctico para evitar encontrarse con el ejército federal que como a las once horas de ese mismo día llegó a Juxtlahuaca al mando del Teniente Coronel Carlos Peña.

Tan luego como ocuparon la plaza, los federales dispusieron que se convocara a todos los ciudadanos a una junta para hacerles saber que venían en persecución de los zapatistas, con el objeto de restablecer el antiguo orden y poner en su cargo a las autoridades destituidas por los revolucionarios. Inmediatamente destituyeron a las autoridades nombradas por los zapatistas y dieron posesión a las que aquellos habían destituidos. Los mismos que habían vitoreado a los zapatistas una semana antes, ahora hacían lo mismo con sus enemigos del supremo gobierno. Al parecer ahí terminaba el sueño zapatista pero no, porque ya nada volvería a ser como antes.

El Teniente Coronel Carlos Peña ocupó varios días la plaza de Juxtlahuaca, quería restablecer el orden roto por los zapatistas, brindar seguridad a la población y enterarse por los propios ciudadanos cómo habían sido los sucesos. Después de dos semanas en la cabecera municipal y de una investigación entre la propia ciudadanía, se enteró de que varias personas simpatizantes del licenciado Emilio Vásquez Gómez habían apoyado a los zapatistas, inclusive hubo quien aseguró que fueron ellos quienes destruyeron las vías telegráfica y telefónica del municipio. Con esta información, el ejército federal comenzó a perseguirlos. Los que no pudieron huir fueron detenidos y remitidos a la ciudad de Oaxaca, en donde se les sometió a proceso judicial. Los que lograron escapar momentáneamente fueron perseguidos hasta donde se encontraban: al señor Ignacio Payán lo detuvieron en San Juan Copala, territorio triqui perteneciente al municipio; al señor José Pimentel lo atraparon en Distrito de Coixtlahuaca; y Félix Hernández fue hecho prisionero cerca de Putla y conducido al estado de Guerrero, en donde fue fusilado. Días después también detuvieron a los señores Vicente Calderón y José Pérez Acevedo, quienes fueron remitidos a la cabecera del Distrito de Tlaxiaco, en donde se les recluyó en la cárcel pública de ese lugar, a disposición de la autoridad judicial federal.

Esta situación dividió a la ciudadanía de Juxtlahuaca con graves consecuencias. El día 18 de mayo de ese mismo año el señor Manuel Acevedo, presidente municipal de Juxtlahuaca, electo apenas en enero pasado, presentó su renuncia ante el jefe político de Tlaxiaco, aduciendo su avanzada edad y su precaria salud, producto de lo anterior; el Jefe Político no la aceptó y entonces un grupo de ciudadanos se dirigió a él denunciando que el Presidente municipal había dejado todos los asuntos público en manos de su regidor primero, señor Librado Guzmán, el mismo que durante la incursión zapatista estaba al frente del Ayuntamiento.

Dirigidos por Simón Septien, el grupo integrado por José Guzmán, Matías Guzmán, Francisco G. López, Rutilio Méndez, Pedro R. Marín, Aurelio López, Jesús González, Manuel P. Rivas, Francisco S. Guzmán, Aurelio Gómez, Simón Ramos, Lucas Gómez, Melesio Carrasco, Manuel A. González, Emeterio Guzmán, Hilario Vega, Joaquín Gómez, Juan Carrasco, Mariano González y Gregorio Manzano, el día 22 de mayo se dirigió al gobernador del estado y le expusieron lo siguiente:

 

[…] que los disturbios que viene sufriendo con grave perjuicio nuestra población desde febrero último con grave perjuicio de sus intereses y bienestar, tiene por causa eficiente el espíritu turbulento del Regidor Pimero del Ayuntamiento, Don Librado Guzmán que virtualmente ejerce las funciones de Presidente Municipal por la avanzada salud del Presidente efectivo a quien por causas que ignoramos la Jefatura Política del Distrito no le ha admitido su renuncia. Abusando pues dicho Regidor de su autoridad y abrogándose facultades que no le pertenecen, ha tomado por exclusiva labor la persecución sistemática de aquellos que fueron sus antagonistas en las alecciones municipales pasadas para lo cual no le han faltado ardides que inventar y debido a los cuales se encuentran actualmente presos en Tlaxiaco los señores Vicente Calderón y José Pérez Acevedo, sus principales antagonistas. De todo esto viene resultando no solo el perjuicio de las personas e intereses de los perseguidos sino la formación de partidos que dividen a la población y trastornan el orden público. Como pruebas del espíritu inquieto del señor Guzmán podemos aducir dos que son suficientes en nuestro concepto para poner de manifiesto su negra conducta pública. Estas son: su complicidad en los acontecimientos verificados el 1° de mayo de 1902 y su participación en el asesinato del C. Lic. Don Tomás Bravo perpetrado en la entonces cabecera de Juxtlahuaca causando con este hecho la irreparable pérdida de su entidad en nuestro estado oaxaqueño. Estas dos pruebas evidentes, puesto que constan en los procesos respectivos, claman elocuentemente, Sr. Gobernador, pidiendo la destitución del Regidor cuya elección para ese cargo obedece a una anomalía punible en las elecciones que ahora no sería oportuno exponer. En virtud de estos razonamientos expuestos, a Ud. Sr. Gobernador, pedimos atenta y respetuosamente primero: garantías para los presos Vicente Calderón y José Pérez Acevedo, víctimas de una injustificada persecución: segundo, su influjo legal para la destitución por quien corresponda del Regidor 1° Librado Guzmán, y tercero: el nombramiento interino de Presidente Municipal en la persona de esta localidad que ese gobierno designe recomendándole ricamente que sea neutral absolutamente y ajena a todo partido pues así tenemos garantizada la paz y el orden en nuestra población.

 

En lugar de responder a su petición, el gobernador la turnó el día 30 de mayo al jefe político de Tlaxiaco, solicitándole información sobre el caso. En un informe presentado al gobierno el 3 de junio, el jefe político desmintió las aseveraciones de los peticionarios, defendió al regidor primero, señor Librado Guzmán, se refirió a los intereses de los peticionarios y negó la procedencia de su petición al gobierno. Relacionado con el desmentido a los peticionarios, el informe asentaba:

[…] que por la circunstancia de que el C. Librado Guzmán, Regidor 1° propietario del Ayuntamiento de Juxtlahuaca, de acuerdo con esta Jefatura de mi cargo y el Jefe de la fuerza federal que guarnece esta plaza, se procedió con toda energía a la persecución y aprehensión de José Pérez Acevedo y socios, denunciados de haberse levantado en armas en la citada Villa a fines de febrero último y uniéndose al cabecilla Guadalupe Gómez, destruyendo la línea telegráfica federal y la telefónica de este Distrito, y habiendo logrado la captura de cuatro de estos individuos, contra quienes existen documentos agregados en el proceso respectivo, relacionados  con el Plan de su frustrada revolución, los simpatizadores de estos o sean los ocursantes que llegaron a esta cabecera con el objeto de buscar la manera de salvar a los acusados de las responsabilidades que tienen contraídas, han tratado de malinformar ante esa superioridad al Regidor Guzmán, señalándolo como turbulento y pidiendo su destitución, así como garantías para los señores Vicente Calderón y José Pérez Acevedo, que por los delitos antes expresados, se encuentran presos en esta ciudad, a disposición de las autoridades federales.

 

Al referirse a los peticionarios expresa:

 

El primero de los que suscriben el referido escrito, Simón Septien, es un señor de origen español que hace poco se avecindó en Juxtlahuaca, por lo que en concepto de esta Jefatura como extranjero no debe mezclarse en asuntos políticos de la localidad. Otro de los que calzan el memorial de referencia, lo es el señor Aurelio López Payán, que maliciosamente, al firmar, no asentó su segundo apellido, que siempre usa y está también complicado en el proceso que se instruye a José Pérez Acevedo y socios, sin que contra aquel se hayan librado órdenes de aprehensión por la autoridad respectiva. El hermano de López Payán, Ignacio, de los mismos apellidos, en la persecución fue capturado en Copala, del Distrito de Putla, juntamente con otros, por la fuerza federal y conducidos prisioneros a esa capital.

 

Finalmente asentaba:

En concepto de esta Jefatura, no es accesible la petición del señor Septien y socios de que se destituya de su cargo al C. Librado Guzmán como Regidor 1° propietario de Juxtlahuaca, como lo desean, porque además de que es una garantía para aquella Villa, cuida de que no se altere el orden.

El zapatismo no sentó sus reales en el municipio de Santiago Juxtlahuaca porque no era ese su objetivo, sino dar a conocer los motivos de su lucha, cosa que con su incursión lograron con creces. Otra cosa que sin proponérselo lograron fue la fractura de la clase política local. Cuando abandonaron la cabecera municipal, su situación política era otra y ya no volvería a ser lo que fue por muchos años.

 

Fuentes

Archivo Histórico Municipal de la Ciudad de Tlaxiaco, Sección: Jefatura Política, Subsección: Gobierno, Serie: Correspondencia, Año: 1912, Caja: 240, Expediente: 174.

Cayetano Esteva, Nociones elementales de geografía histórica del Estado de Oaxaca, Tipografía San Germán Hermanos, Oaxaca, 1913.

 “Informe que da el ciudadano Presidente Municipal de Juxtlahuaca de la enfermedad del señor Manuel Acevedo Guzmán de la misma población” 11 de febrero de 1912, Archivo Histórico Municipal de la Ciudad de Tlaxiaco, Sección: Jefatura Política, Subsección: Gobierno, Serie: Correspondencia, Año: 1912, Caja: 239, Expediente: 171.

“Informe que rindió el Presidente Municipal de Juxtlahuaca, de cuando ocupó la plaza el Coronel Guadalupe Gómez, Jefe revolucionario, 2 de marzo de 1912”, Archivo Histórico Municipal de la Ciudad de Tlaxiaco, Sección: Jefatura Política, Subsección: Gobierno, Serie: Correspondencia, Año: 1912, Caja: 239, Expediente: 167.

“Informe que rindió el Presidente Municipal de Juxtlahuaca, de cuando ocupó la plaza el Coronel Guadalupe Gómez, Jefe revolucionario, 2 de marzo de 1912”, Archivo Histórico Municipal de la Ciudad de Tlaxiaco, Sección: Jefatura Política, Subsección: Gobierno, Serie: Correspondencia, Año: 1912, Caja: 239, Expediente: 169.

“Informe sobre la queja expuesta ante la superioridad por los CC. Simón Septien y socios, contra el Regidor 1° propietario de Juxtlahuaca, Librado Guzmán,” 3 de junio de 1912, Archivo Histórico Municipal de la Ciudad de Tlaxiaco, Sección: Jefatura Política, Subsección: Gobierno, Serie: Correspondencia, Año: 1912, Caja: 239, Expediente: 171.

Méndez, Aquino Alejandro, Historia de Tlaxiaco (Mixteca), Instituto Oaxaqueño de las Culturas, Fondo Estatal para la Cultura y las Artes; 2ª edición 1996.

“Mensaje del Teniente Coronel Guadalupe Gómez al Presidente Municipal de Juxtlahuaca, febrero 26 de 1912”, Archivo Histórico Municipal de la Ciudad de Tlaxiaco, Sección: Jefatura Política, Subsección: Gobierno, Serie: Correspondencia, Año: 1912, Caja: 239, Expediente: 169.

“Ocurso de Simón Septien y Socios en que se quejan contra actos del Regidor 1° Librado Guzmán, de Juxtlahuaca” 30 de mayo de 1912, Archivo Histórico Municipal de la Ciudad de Tlaxiaco, Sección: Jefatura Política, Subsección: Gobierno, Serie: Correspondencia, Año: 1912, Caja: 239, Expediente: 171.

“Relativo a que el Ciudadano Presidente de Juxtlahuaca da aviso de lo dispuesto por el acuerdo del Plan de Ayala”, Archivo Histórico Municipal de la Ciudad de Tlaxiaco, Sección: Jefatura Política, Subsección: Gobierno, Serie: Correspondencia, Año: 1912, Caja: 239, Expediente: 169.

“Recibo Provisional, Teniente Coronel Guadalupe Gómez”, Archivo Histórico Municipal de la Ciudad de Tlaxiaco, Sección: Jefatura Política, Subsección: Gobierno, Serie: Correspondencia, Año: 1912, Caja: 239, Expediente: 169.

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