Ante la crisis, una fábrica de esperanza y materiales para construcción

Laura Spont Traducción: Amaranta Cornejo Hernández.

“Somos aquellos que amasan, y no tenemos pan.

Somos quienes sacan el carbón, y tenemos frío.

Somos quienes no tienen nada, y venimos a tomar el mundo”

Tassos Livaditis (poeta griego, 1922-1988)

Salonnico, Grecia. El inicio de actividades de la fábrica recuperada VIOME representa, dentro de la multitud de formas cooperativas de subsistencia y solidaridad en la Grecia de la crisis, el primer proyecto europeo de producción autogestionada por los trabajadores.

12 de febrero 2013, siete de la mañana: Una marcha de miles de personas llega frente a la fábrica ocupada VIOME de Salonicco, una ciudad industrial del norte de Grecia. Adentro hay 40 trabajadores que desde la mañana comenzaron una nueva forma de producción y de auto-organización. Esta fábrica produce material para la construcción después de que Philkeram-Johnson, empresa líder en el ramo de la cerámica, decidiera cerrar la planta Viomihaniki Metalleytiki en Salonicco en mayo del 2011. Con esta acción dejó sin trabajo a más de 80 obreros.

Comenzaron así días de lucha y de huelga por parte de los trabajadores, que se vieron obligados a vivir con poco más de 300 euros al mes, correspondientes al subsidio social. Los trabajadores, reunidos en una asamblea, decidieron ocupar la fábrica, formar una cooperativa y administrarla bajo el control democrático de los obreros. Los pilares son la justicia social, la solidaridad y la auto-organización

Con esta iniciativa no sólo han encontrado la posibilidad de escapar al chantaje que significan las medidas de austeridad impuestas a Grecia; también mandan una señal de esperanza, de unión y de posibilidad en un país que tiene más de dos millones de personas desempleadas -y la cifra va en aumento- y donde las condiciones de vida y de trabajo rayan en la desesperación.

De hecho, no sólo ponen de nuevo en funcionamiento una fábrica, sino que envían el mensaje con un ejemplo que quisiera ser repetido en todas las realidades de Grecia que hoy se encuentran en una situación parecida. La idea es que se generalice y difunda en todas las fábricas y en todos los lugares de trabajo. Como afirman en su comunicado, “sólo a través de una red de fábricas autogestionadas la VIOME será capaz de iniciar y señalar el camino hacia una organización diferente en la organización y en la economía” (1).

Para hacer posible este reto, los trabajadores inicialmente formaron una cooperativa de trabajo. Luego, para obtener los fondos necesarios y comprar la materia prima, lanzaron una Open Initiative of Solidarity, es decir, una red de eventos en varias ciudades griegas, así como una campaña internacional dirigida principalmente a las realidades auto-organizadas, sindicatos de base, y a todos los espacios de auto-organización. Esto les permitió recuperar las finanzas básicas para afrontar los costos de producción que implican el inicio de la producción en sí misma.

Los obreros saben que esto no será suficiente para pagar los salarios ni para comenzar un plan de producción que vaya más allá de la posibilidad de garantizar la paga diaria. Sin embargo, la solidaridad, la construcción de una red con otras experiencias de cooperativismo nacidas en los últimos años y la multiplicación reciente en Grecia son el único modo de iniciar un nuevo modelo de desarrollo. Este es el reto que tiene hoy en día la VIOME.

Además de todo lo anterior, Makis Anagnostou, portavoz de la asamblea de trabajadores, indica que como primer movimiento han subastado toda la base del material que había en las bodegas. También hace unos meses presentaron al ministro del trabajo, Nikos Panayotopoulus, una propuesta para solicitar el anticipo de los subsidios por desocupación de los trabajadores, así como un proyecto de financiamiento a la Unión Europea para desempleados, el cual plantea 23 mil euros para cada desempleado que abra una empresa. A partir de este plan, podrían llegar a juntar 1.9 millones de euros.

Por otro lado, los trabajadores de la VIOME ya comenzaron a fabricar productos limpios, basados en ingredientes no tóxicos y ecológicos, aptos para el uso doméstico. La fábrica produce materiales de construcción de calidad, como mortero, yeso, pegamento para azulejos, material para soldar y mortero líquido. Los trabajadores saben cómo mejorar la calidad y bajar los costos de producción, lo cual implica una reducción en el costo del producto.

El reto al que se enfrentan es encontrar un mercado para estos materiales, que son demasiado voluminosos como para ser transportados lejos, por lo que se venderán en Grecia y en los vecinos países balcánicos. Sin embargo, con el apoyo de los movimientos sociales, muchos productos serán distribuidos a través de redes de economía social y solidaria.

De hecho, en el norte de Grecia se desarrolla un fuerte movimiento que promueve la venta directa de víveres, evitando así cualquier tipo de intermediación. Investigaciones recientes afirman que el 22 por ciento de la población actualmente compra de forma directa a los productores. En este sentido, los detergentes biológicos de VIOME constituirían un enorme valor agregado.

La experiencia de autogestión más allá del Estado y de la crisis capitalista, tiene que ver con la producción en el caso de la VIOME. Si hasta ahora las instituciones autónomas de la mutualidad y de la solidaridad tenían que ver con la distribución de bienes de primera necesidad, así como con la reproducción social golpeada al final del Estado de bienestar, finalmente la Grecia de la dignidad y de la justicia social experimenta la posibilidad del control directo y de la autogestión de los medios de producción. La VIOME es la primera experiencia en su tipo, sin embargo, podría haber efectos virales, como en el caso de los consultorios populares o de los comités de lucha.

De hecho las asambleas de barrios se forman para afrontar las necesidades de la ciudadanía y para construir una colectividad con la cual luchar. Incluso en los barrios de Palaio Feliro y Nea Smirni (residenciales y turísticos), el asociacionismo y las asambleas populares, dos formas de autogestión nacidas y crecidas en las luchas de la plaza Syntagma, han desplazado a los grandes distribuidores transformando a los mercados, que ahora ya no tienen intermediarios y son formas verdaderas de aprovisionamiento alimentario. En Nea Smirni, la asamblea popular aprovisionó a más de 3 mil personas, comprando directamente a los productores y sin intermediarios más de 45 toneladas de comida de óptima calidad y a un bajísimo precio. De esta forma derribaron cualquier previsión o record.

Cuando comenzaron los primeros procesos contra los activistas del movimiento “No pago”, responsables de alzar las plumas en las carreteras y dejar pasar gratuitamente a los automovilistas, aumentaron las protestas frente a la Secretaría de Hacienda. Los activistas pegan en las paredes invitaciones a no pagar los injustos impuestos. Stournaras, el controversial ministro de Hacienda, admitió que el 50 por ciento de la población no pagará el impuesto predial correspondiente al 2012. La campaña “Ama al fisco pero quédate con el dinero para tus necesidades”, guió a los activistas de las asambleas populares para realizar un nuevo cerco a las oficinas de Hacienda en el día de los enamorados.

Las formas de auto-organización han hecho posible que cientos de ciudadanos mantengan su conexión a la electricidad, la cual corta la “DeA”, compañía de electricidad griega, dejando sin servicio a aproximadamente 30 mil usuarios cada mes. Esto sucede luego de que el gobierno impusiera un impuesto sobre el recibo de la luz, llamado haratsi (como el viejo impuesto otomano aplicado durante la ocupación). Este impuesto es considerado anticonstitucional por parte de los tribunales y ha habido un fuerte movimiento por la reconexión a la electricidad nacido en las asambleas populares.

Por otra parte, en la península helénica ¿quién puede pensar que pagar la crisis financiera global pueda ser el preludio a un crecimiento de la economía, acompañada de un nuevo Estado de bienestar? Después de estos años en los cuales se ha probado el propio peso de los memorándums de la troika ¿en qué más se puede confiar sino en las propias manos unidas junto a otras? La VIOME responde claramente a estas preguntas y señala la dirección de la autogestión y de la solidaridad como vías para resolver el problema.

Los precedentes nos llevan sin duda alguna al pasado de los obreros italianos en los años setenta del siglo pasado, o más recientemente a Argentina. Regresando al caso argentino, vale la pena detenerse en algunos puntos, comenzando por las escenas del inicio del documental “The Take” de Naomi Klein. El argumento de este trabajo es la reocupación y el reinicio de labores en algunas fábricas de ese país.

“Bienvenidos al país fantasma globalizado. Estamos en Argentina, pero podríamos estar en cualquier lado. Fábricas abandonadas, grietas en el cemento, maquinaria oxidada. Pero entre los escombros crece algo, se regresa al trabajo. De hecho, la gente es la que lo retoma. El nuevo lema es: ocupa, resiste, produce. Somos el espejo en el cual se deben ver, el error que deben evitar. Argentina es la tierra desolada que queda de un país globalizado. Somos hacia donde va todo el mundo”.

De hecho, para el 2010 se recuperaron 205 empresas y nacieron liceos y clínicas populares que suplieron la ausencia del Estado; son empresas e instituciones que constituyen también una nueva forma de vivir en común al interno de una sociedad colectivizante. El proceso de atomización social de la época de Menem se asemeja a lo que vive ahora Europa.

La pregunta ahora es si las fábricas recuperadas podrían representar un modelo incluso en el viejo continente europeo. Las ocupaciones demuestran una vez más el impacto que tienen las acciones independientes realizadas por los trabajadores en las luchas populares.

En un análisis de Melina (3) respecto al caso de la recuperación de las empresas, se reafirmó: “Muy rápidamente, muchas fábricas ocupadas se transformaron en puntos de organización y de iniciativas populares. Además han reagrupado distintos sectores en lucha. De esta forma han extendido los espacios de militancia y de politización che se abren en Argentina desde mediados de los años noventa, y que se multiplicaron desde que terminó el gobierno de De la Rua. Gracias a esto, un grupo de fábricas ocupadas ha logrado a tejer alianzas con los piqueteros y con asambleas de barrio de forma conjunta. La unidad de distintos sectores se convierte en una demanda recurrente de las organizaciones en el campo popular. Aun de forma limitada, débil y coyuntural, esta aspiración ha crecido y ha logrado traducirse en acciones comunes.”

El dato que resulta interesante en la actual situación de Grecia es la posibilidad y reto de superar el tradicional paradigma empresarial que está en crisis. Esto transformaría el lugar de trabajo en un conjunto de prácticas de autogestión y de nuevas identidades colectivas en constante negociación y reconstrucción social; podría poner en crisis los procesos de toma de decisiones en su totalidad, pues de la lucha y de la autogestión los trabajadores de la nueva sociedad inician un proceso de adaptación en la toma de decisiones, de mando y de actuación del sistema de producción entero.

Es así que el ejemplo argentino y la autoorganización toman forma en la península helénica. En Argentina, desde 2005 está activo el fondo “La Base”. Éste es una iniciativa de microcrédito dirigido específicamente a las empresas recuperadas y administradas por los trabajadores de forma cooperativista. Son 106 realidades productivas financiadas hasta hoy en América Latina, y VIOME podría ser el primer proyecto europeo.

Se ha dado vuelta a la tuerca.

(1)http://www.viome.org/

(2) infoaut.org

(3) ¿Combatiendo el capital? El caso de la recuperación de una empresa por sus trabajadores en Argentina. Deledicque, L. Melina Moser, Juliana Féliz, Mariano.

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