Cumbia y rock al son del #YoSoy132

Carlos Ascencio Gómez

Ciudad de México. Así como en la década de los sesenta los movimientos sociales, revolucionarios y estudiantiles estuvieron acompañados por la llamada “canción de protesta”, de nueva cuenta en las manifestaciones juveniles que surgieron a raíz de la coyuntura político-electoral del país, la música ha jugado un papel protagónico.

Casi de la mano y desde el nacimiento del movimiento estudiantil #YoSoy132, empezó a surgir la música que los acompañaría al movimiento. En Youtube empezaron a aparecer vi­deos en apoyo, como el que realizó el colectivo emergente de artistas independientes titulado “Cumbia 132” o el de “Son para la revo­lución”, una adaptación del son jarocho “El Colás”, que interpretaron alumnos de la Escuela Nacional de Música (ENM) en una de las marchas.

Por otra parte, surgieron piezas audiovisuales en contra del entonces candidato del PRI y ahora presidente, Enrique Peña Nieto, como la parodia de “The Lazy Song” original de Bruno Mars, que llevó el título de “La canción de Peña Nieto”, un cover de la famosa canción de Beck, “Loser” traducida al español como “Soy un copetón” (haciendo alusión a la imagen personal del candidato, la cual se ha asociado con la de un galán de telenovela) o “El corrido de Peña Nieto” creada por Tumba Burros Musical. Todas ellas compuestas e interpretadas por gente común y corriente que tuvo como única finalidad burlarse del entonces candidato y ahora presidente, que genera tanta antipatía en nuestra sociedad.

También se colgaron a la red canciones de pro­testa que no aludían directamente al movimiento #YoSoy132, pero que sin duda, guardaban estrecha relación con los sucesos coyunturales que estaban aconteciendo. “Atento (La revolución vendrá)” de Felipe y el Sonoro Rugir, o un tema de Natalia Lafour­cade en la que también participó Juan Manuel Torre­blanca y Carla Morrison con un título tentativo de: “Yo no nací sin causa” o “Derecho de nacimiento”, son claros ejemplos de que la temática social había per­meado de nueva cuenta a la música y sus autores.

Al interior del #YoSoy132 se gestó una agrupación que se denominó Artistas Aliados, la cual conjuntaba a estudiantes de distintas disciplinas artísticas que empezaron a generar una agenda de actividades común para apoyar al movimiento. Como parte de las mismas, el 8 de junio se convocó a un fandango-manifestación en la explanada del Palacio de Bellas Artes, en la que hubo sones terracalenteños, jaro­chos, tixtlecos y huastecos. Posteriormente, músi­cos, bailadores y demás artistas tomaron rumbo nuevamente a Televisa Chapultepec. También se han realizado marchas del silencio y manifestacio­nes del ruido en la que se convoca a todos los asis­tentes a llevar su instrumento musical y producir la mayor cantidad de decibeles posibles a la hora de inicio del noticiero estelar de la televisora. Los músicos aliados también dieron a conocer a través de su blog, tres temas compuestos por la Asamblea 132 de la ENM: “#YoSoy tu padre”, “Pollos con que­so” y el “Himno 132 (llegó el día)” que a ritmo de cumbia, son y reggae le dan una voz melodiosa a las justas demandas de la juventud mexicana.

Pero la presencia musical no se limitó únicamen­te a la composición de canciones que acompañan al movimiento, sino a una participación activa de músicos de la escena independiente nacional, como los ya mencionados Natalia Lafourcade, Juan Manuel Torreblanca y Carla Morrison, así como Xi­mena Sariñana, el Instituto Mexicano del Sonido, Pan­teón Rococó, entre otros, quienes hicieron una serie de videos que subieron a YouTube en los que se autodenominan como “Músicos con #YoSoy132”.

En el plano internacional, las muestras de apoyo vinieron de René Pérez, vocalista de Calle 13, quien junto a bandas como Café Tacvba y Caifanes, se pro­nunció a favor del #YoSoy132 durante el festival a favor del Wirikuta, uno de los lugares sagrados de los Wixárica, grupo indígena del occidente del país. Algo incongruente es el hecho de que estas demostraciones de apo­yo se realizaron al interior del Foro Sol, un lugar de espectáculos que está operado por OCESA, empre­sa monopólica de la industria del entretenimiento en México, en la cual el Grupo Televisa, tiene una gran participación accionaria. Es decir, se participó también en un festival organizado por la misma empresa que ataca, en gran parte, el movimiento #YoSoy132.

El 10 de junio, casi un mes después del in­cidente en la Ibero, se efectuó el segundo debate presidencial entre los candidatos a la presidencia de México. #YoSoy132, convocó a una marcha que concluiría en la plancha del Zócalo capitalino con la fina­lidad de presenciar el mismo en las panta­llas gigantes que se habían dispuesto para tal ocasión. Miembros de Café Tacvba, Li­quits, Agrupación Cariño y muchos músicos más, se unieron al contingente, haciendo que cobrara una notoriedad aún mayor entre sus seguidores y entre jóvenes que aún no se identificaban con el movimien­to estudiantil, gracias a que en todo mo­mento se documentaron sus acciones.

El sábado 16 de junio, a escasos seis días de esa marcha, se realizó un primer con­cierto en el Zócalo capitalino en nombre del #YoSoy132. Este concierto contó con la participación de la dirigente estudiantil Camila Vallejo y de artistas como Julieta Venegas, San Pascualito Rey, Real de Cator­ce y bandas legendarias de rock urba­no como Tex Tex y Liran’Roll. Uno de los momentos más emotivos del festival fue cuando Paty Peñaloza, periodista y voca­lista de una banda llamada Los Licuadoras, subió al lado de Juan Manuel Torreblanca para interpretar una versión de “Que vi­van los estudiantes” original de Violeta Pa­rra, en la cual se modificaba la letra para vitorear al movimiento #132. Muestra de que esa primera oleada de intérpretes de la canción de protesta como Silvio Rodrí­guez, Víctor Jara y la propia Violeta Parra, aún no pierden su vigencia y siguen calan­do hondo en el sentimiento revoluciona­rio de América Latina.

Una semana después, el sábado 23, el mismo es­cenario fue testigo de un segundo festival, éste sí, con la anuencia de los representantes de las más de 50 universidades que conforman la asamblea del movimiento. A diferencia del anterior, el cual no se sabe a ciencia cierta quién lo financió, éste buscó las donaciones de la sociedad civil vía inter­net, además de realizar “boteos” para cubrir úni­camente los costos de producción, ya que ninguno de los artistas involucrados cobró por su partici­pación. En el #Festival132 se congregaron 50 mil personas para presenciar los actos de Los Músicos de José, Botellita de Jeréz, los Estrambóticos, Panteón Rococó y Los de Abajo, por mencionar algunos. Ade­más, hubo talleres de poesía, de malabares, de se­rigrafía y de papalotes, así como cuentacuentos, exposiciones escultóricas y pictóricas.

Este festival, al igual que todo el movimiento, des­tacó por su horizontalidad ya que a diferencia de los festivales a los que nos tenían acostumbrados a los capitalinos, como el Vive Latino o el Corona Capital, en los que todo está fríamente calculado para generar la mayor cantidad de consumo por parte del público y por ende, la mayor cantidad de ganancias para los organizadores, el #Festi­val132 no buscó lucrar con este evento artístico. En primer lugar no cobró la entrada, ni las activi­dades ni los talleres; en segundo lugar, permitió el ingreso con bebidas y comida, algo inimagina­ble en cualquier otro evento de este tipo, lo que generó que los mismos comerciantes de la zona tuvieran mayores ganancias. Asimismo, la gente del staff, e incluso de seguridad, estaba confor­mada por los mismos jóvenes del movimiento, no te encontrabas a la entrada del recinto con un go­rila de dos metros revisando cada centímetro de tu cuerpo en busca de cualquier tipo de sustancia prohibida, desde droga hasta cualquier alimento o líquido. En términos generales, consiguió algo que hace mucho tiempo no se veía, una verda­dera comunión entre los asistentes. No resulta difícil de entender el porqué de esta unión: los jóvenes que estaban ahí, se encontraban apoyan­do una misma causa que iba más allá del color de un partido. Después de que el sistema buscara permanentemente educar personas apolíticas, los jóvenes empezaban a reconocerse en el compa­ñero de al lado, en el chavo banda, en el punk con su mohawk, en el periodista y en el artista y veían en el otro, algo que muy en el fondo sabían que existía en su ser, asistían al descubrimiento de una ontología hasta ahora desconocida, la de un ser político.

Hemos intentado mostrar un panorama general de la historia de la historia de la música que acompaña al #YoSoy132, la cual surge al calor de las marchas, de la indignación y el descontento generalizado de los jóvenes ante un sistema que no ha sabido responderles de la forma en la que esperaban. Esa opresión a veces encuentra salida de manera creativa, en forma de canción, que sin importar el ritmo, el género o el estilo, manifiesta que algo no está funcionando, que algo necesita cambiar y que sin duda, por el simple hecho de re­conocerlo, ya está transformando.

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