Félix Serdán Nájera, continuidad y vigencia de las luchas zapatistas

Ricardo Montejano

Félix Serdán Nájera es un hombre sencillo a más no poder. Ha llegado hasta hoy a vivir 96 largos años. Su sola presencia inspira una gran confianza, no hay la menor sombra de duda sobre lo que siempre ha animado sus esfuerzos: lograr una mejor vida para los hombres y mujeres de los pueblos. Ha sido herido en combate, ha estado preso en varias ocasiones en las cárceles de los opresores, ha estado en la primera línea de fuego de luchas grandes y pequeñas; ha vivido en la clandestinidad, perseguido, en muchas ocasiones también. En los momentos más difíciles de estas luchas ha demostrado calma, decisión, entereza.

Se unió desde muy joven a las fuerzas de los zapatistas, encabezados por Rubén Jaramillo, que habían vuelto a levantar la lucha contra los poderosos que se habían encaramado en el poder después de la revolución. Jamás ha pretendido obtener un reconocimiento por sus acciones; por el contrario, ha mantenido siempre la firme convicción de que los pueblos tienen la capacidad de sobreponerse a tantas agresiones y de luchar en forma creativa para avanzar, y de que él es solo uno entre los miles y miles que se suman a este esfuerzo. Es el ejemplo vivo de la continuidad y vigencia de las luchas de los zapatistas que se alzaron en 1911, de los jaramillistas que se alzaron por vez primera en 1943, y de los zapatistas que se alzaron en Chiapas en 1994. Es el único mando honorario que ha brindado el EZLN desde el levantamiento armado, al menos públicamente, pues en 1994 en la comunidad de Prado Payacal le fue conferido el grado de Mayor Insurgente Honorario. Participó junto con la Comandancia General zapatista en la gira del Color de la Tierra en 2001. Vive para contarlo a las generaciones actuales, y la historia de su vida que se ha publicado apenas en forma de libro asegura que esa historia se seguirá contando a las generaciones que vienen. Las presentaciones de su libro, Memorias de un guerrillero jaramillista, se llenan de jóvenes que quieren aprender de su lucha.

En la Leyenda de los Soles que se conserva en muchos pueblos en forma oral y en algunos anales en forma escrita, hay de uno, entre los dioses que se reúnen para lograr una creación,  que es el más sencillito de todos: Nanahuatzin. Cuando el dios convocador, el dios del fuego les pide que se ofrezcan como voluntarios para lograrlo, Nanahuatzin, el más humilde y sencillo de todos, sin dudarlo se avienta al fuego para ser consumido y de ese sacrificio, de esa determinación, surge un sol que es el que nos alumbra ahora. Se transforma en un sol brillante, un sol con luz, un sol con calor a quien todos debemos la vida, pues por el sol existimos. Nanahuatzin encarna esa convicción profunda de los pueblos de que las mayores virtudes a que podemos  aspirar son la humildad y la sencillez. Félix Serdán es un sol que brilla para nosotros, los integrantes del pueblo mexicano. Nos alumbra y da el calor y la energía que tanto necesitamos.

 

Publicado el 21 de enero de 2013

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