Susurros en zapoteco, trozos de la poesía de Irma Pineda

Desinformémonos

México. Irma Pineda es poeta, ensayista y traductora binnizá, originaria de Juchitán, Oaxaca, México. Empezó a escribir poesía “porque el dolor no le cabía en el alma y después se dio cuenta que también podía contar historias del pueblo binnizá”. Por eso, explica, ha escrito libros de poesía bilingüe (diidxazá/zapoteco – español),  donde habla del ciclo vital de los binnizá, de sus discursos y rituales, de la migración, de los abusos de los soldados en comunidades indígenas, del amor y la nostalgia.

Ha publicado diversos ensayos sobre literatura indígena y traducción. Su obra ha sido traducida a idiomas como el inglés, portugués, italiano, alemán  y eslavo. Ha sido artista residente en el Centro Internacional de Traducción Literaria del Banff Centre, en Canadá y de la Casa de Arte Calles y Sueños en Chicago, Estados Unidos; también ha sido becaria del Fondo Nacional de la Artes (FONCA).

Después de vivir y beber por el mundo, ahora vive otra vez en Juchitán para recuperar su ombligo en compañía de Sebastián (el hijo) además de trabajar con maestros de educación indígena y dar talleres de literatura a niños y jóvenes.

A continuación, se presenta una selección de poemas inéditos que la escritora zapoteca ofrece para su publicación en Desinformémonos.

  Somos la vida no la historia que renace porque tus anhelos no bastaron para borrar el color de mi piel en las manos del mundo Estamos aquí presentes en los sueños de pájaros y flores somos fuego y sol luz y calor que alumbra los caminos en medio del asombro luz y calor que entibia los cuerpos en las noches del amor cuando  mujer y hombre nos hacemos uno para  continuar la estirpe y ser de nuevo la vida     Soy la mujer tierra que rasgaste para depositar tu semilla Lavo mi cuerpo para ahuyentar el miedo Limpio las huellas de pétalos rojos sobre la tierna palma del petate No soy más la niña capullo que esperaba el día en que las manos de su amado la hicieran florecer Te llevaste mi flor ¡Soldado! Sin piedad la arrancaste Mis ramas no tuvieron fuerzas para detenerte La lluvia de mis ojos no será suficiente para humedecer el suelo y hacer que mi flor renazca     Cuando el mundo extendió su ropa de noche su estrellado manto el que nosotros solíamos mirar como luciérnagas pendiendo del  frondoso tamarindo vinieron ellos con sus  brazos de metal y fuego incendiaron la noche despertaron a la tierra con sus gritos de fieras y los gemidos de animal herido que  escapaban de la nariz y la garganta de mis hermanos       Sálvate mientras puedas             madre que la memoria cuando duele tanto nos mata Márchate lejos sin llevar a cuestas más que la mirada tierna de tus hombres enterrados bajo el guanacaste Al sitio que llegues instala un altar para velar por tus muertos en la distancia ya tendrás tiempo de recoger sus pasos de recordarlos con aullidos que asustarían al coyote frente a la luna llena Pero ahora vete que los hombres de verde vienen por ti

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