Tras una pista que las conduzca a sus hijos, madres centroamericanas recorren México

Marcela Salas Cassani Fotografía: Moysés Zúñiga

México. La caravana de madres centroamericanas Liberando la esperanza, que tiene previsto visitar 15 estados de la República Mexicana en 20 días para localizar a migrantes desaparecidos en el camino hacia Estados Unidos,  ha comenzado a rendir frutos. Hasta el momento, son cuatro las personas que han logrado reencontrarse con sus familiares: Max Funes, Marvin Celaya, Gabriel Salmerón y Silverio Mateo.

Rubén Figueroa, activista y defensor de derechos humanos del Movimiento Migrante Mesoamericano (MMM), organización que promueve y acompaña la caravana, aclaró en entrevista con Desinformémonos que “estos encuentros son producto de arduos trabajos de búsqueda que realiza el MMM y otras organizaciones civiles durante el año, y que van dando resultado durante la caravana, cuando las madres pueden reunirse con sus hijos”.  Esto, sin perder de vista que Liberando la esperanza también tiene la intención de localizar a otros migrantes durante el recorrido.

El activista señala además que los reencuentros se deben totalmente a la perseverancia de las madres y al apoyo de organizaciones no gubernamentales, pues “no ha habido ninguna ayuda del gobierno, en lo más mínimo. No están capacitados, ni los gobiernos locales ni el gobierno federal para  iniciar una búsqueda”.

Provenientes de Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua, las madres de migrantes centroamericanos partieron desde el sureste del país, en El Ceibo, Tabasco, frontera con Guatemala, y hasta el momento han visitado ya Veracruz, Tamaulipas, Nuevo León y Coahuila, que son algunos de los estados donde los migrantes corren más peligro.

Liberando la esperanza, explica Rubén Figueroa, intenta, como su nombre lo indica, “liberar la esperanza que está atada por la ineficacia de los gobiernos para actuar y dar soluciones a esta problemática. Buscamos a los migrantes entre los vivos, porque vivos cruzaron las frontera para ingresar a este país, y vivos los queremos hallar”.

A su paso por México, los extranjeros indocumentados son con frecuencia víctimas de bandas criminales que, coludidas con la policía y las autoridades roban, extorsionan, violan, secuestran y matan a quienes intentan llegar a Estados Unidos en busca de mejores condiciones de vida.

Desde Saltillo, Coahuila Moysés Zúñiga, fotógrafo y activista que acompaña la caravana, dijo a Desinformémonos que uno de  los méritos más grandes del recorrido es que se logra “visibilizar los casos de ejecutados y desaparecidos; se logra darles un rostro y hacer saber a la gente que hay alguien que los está buscando, que tiene familia, papás, mamás y hermanos”.

Moysés admite que en muchos momentos el panorama es triste y  desolador para las madres “porque ya llegamos al norte, pasamos por Tampico y Monterrey,  y algunas tenían rumores de que sus familiares estarían cerca de la frontera de Mac Allen, pero no los encontraron”. Sin embargo, advierte el fotógrafo, “yo observo que cuando llegan las mujeres a las casas de migrantes y muestran las fotos  y algunos de los que están ahí dicen reconocer los rostros,  recobran la esperanza. En el albergue Belén, por ejemplo, unos migrantes se acercaron a una señora porque reconocieron a la mujer que tenía en las fotos. Dijeron que la habían conocido y que había estado allí dos días antes. Y la mujer, aunque no la encontró, recobró la esperanza de que pueda hallarla en otro albergue”.

En esta misma ciudad, el obispo Raúl Vera – quien trabaja en defensa de los migrantes y este año estuvo nominado al premio Nobel de la Paz por su abierta oposición a la guerra que libra Felipe Calderón contra el narcotráfico –  dijo durante un encuentro con las madres y familiares de desaparecidos que acciones como esta caravana  “son las que pueden llevar a una luz en el camino, pues las autoridades siguen sin mostrar el más mínimo interés”.

Aunque por momentos el ambiente es de tensión y tristeza, el  balance que el MMM hace de esta caravana –la octava  que se realiza, y apenas la segunda que llega a los estados del norte, donde hay mayores posibilidades de encontrar a las personas desaparecidas–  es  bueno.  “Se está generando la esperanza de que podamos esperar encontrar a más migrantes en el camino”, dice Rubén Figueroa, aunque lamenta que en lo que va del trayecto “las autoridades en poco se han comprometido, no están a la altura y no hay interés ni para prevenir la problemática que padecen los extranjeros indocumentados en México, ni para buscar a quienes se encuentran desaparecidos”.

La caravana continuará con su recorrido por los estados de San Luis Potosí, Guanajuato y Querétaro donde se realizarán búsquedas en hospitales y penales, mientras que en el Estado de México se planean actividades en el lugar donde problemas con los vecinos ocasionaron el cierre de un albergue de migrantes que estaba ubicado en la zona de Lechería.

En el Distrito Federal “el plan es reunirnos con organizaciones no gubernamentales, colectivos y tener actividades para dar a conocer la problemática”.  Los integrantes de la caravana están aún valorando aceptar la invitación que se les ha hecho para reunirse con legisladores en el Senado de la República, pues, aseguran “no queremos ir nada más a tomarnos una foto. Iremos siempre y cuando existan garantías de que los senadores están abiertos a legislar para que se conforme una ley de búsqueda de los migrantes desaparecidos”.

En Oaxaca y en Chiapas, continuará la  búsqueda de desaparecidos en albergues y “en todos los rincones a donde nos lleve la información que tenemos. Hay muchas pistas y se están investigando a fondo todos los casos de las madres que integran la caravana,  y conforme se van generando pistas,  nosotros vamos agotándolas. Por ejemplo, nos acaban de decir que hay un migrante en el penal de Tapachula y ya se habló con el personal de Derechos Humanos de esa zona para que podamos visitarlo”, finaliza Figueroa.

Publicado el 22 de Octubre de 2012

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