Indígenas colombianos: entre el conflicto armado y la voracidad de las transnacionales

Carolina Bedoya

Colombia. Durante las últimas semanas, las comunidades indígenas y campesinas que viven en territorio colombiano enfrentan una agudización de las consecuencias del conflicto armado en sus territorios.

El enfrentamiento entre los diferentes actores armados que operan en el país vulnera los derechos humanos y el derecho internacional humanitario mediante la ocupación de fincas, desplazamiento, destierro, represión, uso de minas antipersona, señalamiento y asesinato.

Para visibilizar esta situación, arrancó la Misión Internacional de Verificación de Derechos Humanos en el Cauca, con el objetivo de analizar las problemáticas sociales, políticas y ambientales de los proyectos minero-energéticos por parte de las trasnacionales, especialmente la Anglo Gold Ashanti). Esta misión se trasladará a diferentes lugares del territorio indígena; también analizará la propuesta de paz que trabajan las comunidades indígenas y campesinas, además de las diferentes problemáticas por las que atraviesa este territorio colombiano.

Una de las caras del conflicto que afecta especialmente a los pueblos indígenas es su exterminio al intentar defender su territorio y ejercer su autodeterminación, reconocida por la Constitución política colombiana.

        La venganza contra el pueblo nasa

El pasado 5 de agosto, después de haberles dado un plazo para abandonar sus territorios, indígenas nasa expulsaron al ejército colombiano y a guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Los nasa no desean a ningún actor armado en su territorio porque “es un territorio de paz”, y de esta manera reivindican también su derecho a la autonomía y la autodeterminación dentro de sus tierras.

En respuesta, el pasado 12 de agosto las FARC asesinaron al médico tradicional o tewala y guía espiritual nasa, Lisandro Duque Trochez; este hecho ocurrió cuando las comunidades indígenas se encontraban reunidas en la María, Piendamó, en el Encuentro Nacional de Pueblos indígenas por la Defensa de la Madre Tierra – 520 años de resistencia, donde más de 12 mil indígenas discutieron y analizaron la situación de sus comunidades a partir de un documento político que construyó la Comisión Política del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC) y que fue entregado al gobierno colombiano.

Para la comunidad indígena, el asesinato pretendía “herir el alma y la resistencia digna de su pueblo nasa”. En un comunicado posterior al asesinato, el CRIC explica que: “En el pueblo nasa los the wala (médicos tradicionales) son los guías, los que abren y muestran el camino; protegen, aconsejan y orientan”. Por ello, señalan, “asesinar a un the wala, a un sabio, es un desafío cobarde a la dignidad y a la vida. Es ensañarse contra un anciano, un mayor indefenso imponiendo la fuerza de las armas ante la sabiduría y la conciencia. Es un claro acto de incapacidad y cobardía”.

El asesinato del sabio de 74 años fue perpetrado dentro de su casa. Sin importar la presencia de la esposa, hijas y nieta del indígena –a quienes incluso saludaron-acabaron con su vida dándole tres balazos en la cabeza. El cuerpo quedó en el piso de tierra de la vivienda de no más de 20 metros cuadrados.

El CRIC detalla que “Lisandro había recibido amenazas desde el año pasado” por parte las FARC debido a “su trabajo en la protección espiritual y de armonización de la comunidad, la guardia indígena y su territorio”.

Los pueblos indígenas del Cauca recibieron este hecho “como un claro mensaje por parte de la guerrilla”. Su temor es que esto le llegue a pasar a todos los líderes que se oponen a la continuidad del conflicto y a la presencia de actores armados en su territorio.

Con la muerte de Lisandro Tenorio, ya son más de 22 indígenas asesinados a manos de actores armados en un periodo no mayor a 10 meses. Históricamente el Cauca ha sido territorio de disputas de poderes tanto de la extrema derecha como de la extrema izquierda y como bien dicen los indígenas “es importante observar nuestro entorno, nuestra madre naturaleza, acompañada de los espíritus del agua, los minerales, la fauna y las semillas tradicionales”. Lo que ocurre en el Cauca es el reflejo de la situación que acontece en todo el territorio colombiano; además del enfrentamiento armado, la invasión de capital trasnacional le inyecta más al conflicto con la extracción de minerales como el oro, la plata, el agua y quizá, muy pronto, hasta el aire.

El comunicado recuerda también que “hace 25 años, en Medellín (Antioquia), la extrema derecha asesinaba al médico, humanista y defensor de derechos humanos, Héctor Abad Gómez. Hoy, la extrema izquierda asesina en el Cauca al médico tradicional y guía espiritual Lisandro Tenorio Trochez”.

La extensión a más territorios

No sólo en el Cauca la fuerza pública está violentando y reprimiendo a los indígenas; en otros territorios colombianos el panorama pinta igual. El pasado 13 de agosto en el departamento del Huila, al suroccidente del país, más de 2 mil 500 manifestantes -entre campesinos e indígenas- bloquearon una de las vías principales de este departamento para exigir al gobierno nacional la defensa del territorio, el rio Magdalena, el macizo colombiano, el páramo de Miraflores, además del retiro de las transnacionales y de los megaproyectos minero-energéticos. De igual forma, exigieron el respeto a la soberanía y autodeterminación de las comunidades. La reacción del gobierno ante estas manifestaciones dejó como resultado 25 personas heridas y la militarización del territorio, como respuesta a supuestas alteraciones del orden público y a bloqueos en las vías.

Teniendo en cuenta el contexto de conflicto armado en que se encuentran las comunidades, y aun con la amenaza de más y más presencia militar en el territorio, los indígenas se declararon en asamblea permanente hasta que el gobierno dé señales de querer sentarse a dialogar con los indígenas y escuchar sus peticiones.

Las exigencias de los indígenas son la desmilitarización inmediata y la retirada de cualquier actor armado dentro de sus territorios; la salida política al conflicto armado; respeto de la soberanía y autodeterminación de sus territorios; una verdadera reforma agraria; anulación de todas las concesiones y títulos minero-energéticos; reconocimiento y respeto de los derechos de la madre tierra; la salud de los pueblos indígenas como un derecho fundamental; además de temas como educación y comunicaciones.

Los pueblos indígenas colombianos (como los nasa, los misak, los yanakona y los coconuco) llevan a cabo diversas iniciativas en defensa de su territorio y su forma de vida. También intentan tender puentes y llamados al resto de la sociedad colombiana, como en el comunicado del pueblo yanakona, publicado el 15 de agosto de 2012, que Desinformémonos reproduce a continuación.

Comunicado del Pueblo Yanakona

Porque todos somos pueblos. Porque la guerra no es el camino. Porque la guerra es un negocio.

Si nuestras palabras, pasos, voces y alegría le molestan pedimos sinceras disculpas. Nosotros somos una cultura de vida y no de muerte. Somos agua, tierra, fuego, aire. Somos comunidades con espíritu de servicio. Somos Autoridad Tradicional Especial de carácter nacional. Somos el Pueblo Yanakona con territorio originario en el Macizo Andino Colombiano, hoy redistribuidos en 18 municipios y cinco departamentos del país.

Son 520 años de aniquilación, reducción, asimilación y cooptación. Son 520 años de exclusión, usurpación, abandono y desconocimiento y seguimos resistiendo.

Todo lo poco que hemos ganado lo hemos luchado con sangre, muertos, violencia y perseverancia y así no debe ser. No somos comunidades privilegiadas, somos pueblos que se unen para exigir lo mínimo que nos corresponde, para vivir dignamente.

Hoy volvemos a caminar la palabra desde nuestros territorios sudando y pensando. Caminamos mostrando la cultura y la identidad, la que nos arraiga a la tierra, al territorio y la territorialidad.

Venimos sumando con todos aquellos que despiertan del gran letargo de las mentiras, de las ilusiones, de la gran mentira de un país mejor, de una sociedad que convive en la miseria material y espiritual, de una mayoría desempleada, pobre e ignorante, de una sociedad facilista, sumida en la televisión, en el internet, en las bandas criminales, en el ladronismo (sic) financiero, en la corrupción oficial, apegada a algunos medios de comunicación sesgados.

A quienes venimos movilizándonos, a quienes venimos construyendo sabiduría, nos siguen señalando, estigmatizando, nos siguen dividiendo, nos siguen confrontando en una guerra que no es nuestra, que no nos pertenece, que no la queremos.

Nosotros y ustedes somos pueblos. Nosotros y ustedes construiremos nuevos caminos, por eso insistiremos en la defensa de nuestros territorios; en una salud que nos posibiliten vivir más y mejor; en una educación que nos permita construir conocimiento propio e intercultural y en el reconocimiento de nuestros derechos de vida.

Insistiremos en el reconocimiento pleno de la autonomía y la autodeterminación como pueblos, la que nos otorga las normas supranacionales: convenio 169 de 1991, la declaratoria de los pueblos indígenas por la ONU; la Constitución Política de Colombia de 1991; las normas y leyes vigentes que nos han reconocido como pueblos originarios; la jurisprudencia que siembra una luz de justicia; y la ley de origen la que nos asiste en la vida cotidiana.

Entendemos que la prisa no los deja pensar. Entendemos que muchos politiqueros cada cuatro años lo viven engañando. Entendemos que no se atrevan a construir desde su familia, su barrio, su comuna, desde su ciudad. Entendemos que vivan presos del miedo, del temor y el terror, pero lo que no podremos entender y comprender es que usted siga sumiso, pasivo e indiferente pagando el despilfarro, acolitando la corrupción, fortaleciendo la mentira y postergando la guerra.

Por la defensa del territorio y el pueblo Yanakona. Seguimos movilizándonos y caminando la palabra.

Publicado el 20 de agosto 2012

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