Corrupción y desprecio detrás de la explosión minera en Coahuila: Raúl Vera

Entrevista de Adazahira Chávez

México. DF. El miércoles 25 de julio, una explosión en uno de los llamados pocitos de carbón –tiros verticales de metro y medio de altura, y de hasta 150 metros de profundidad- acabó con la vida de siete mineros en La Florida, municipio de Muzquiz, en el estado de Coahuila. El pocito había sido clausurado recientemente por carecer de salida de emergencia; pese a no corregir la falla, seguía funcionando.

Como antecedente de esta tragedia, en 2006 otra explosión por acumulación de gas en una mina de Minera México, también en Coahuila,  dejó sepultados a 65 obreros que nunca fueron rescatados. La empresa responsable había recibido alertas de seguridad que ignoró.

Fray Raúl Vera, obispo de la diócesis de Saltillo, en Coahuila, ha acompañado a mineros, migrantes, prostitutas y otros sectores sociales en la defensa de sus derechos. En entrevista con Desinformémonos, habla de la situación de los mineros, de los responsables de los homicidios industriales y de la salida a la situación que provoca estas tragedias.

Los abusos de los concesionarios mineros

La situación de los mineros en Coahuila sigue siendo precaria, ahí no hay progreso, los trabajadores son pobres y las condiciones en que trabajan son muy injustas. Tenemos noticias de que hay pozos que son trabajados por personas del crimen organizado, entonces nos podemos imaginar qué derechos tiene esa gente y bajo qué condiciones trabajan. Los trabajadores viven en una casi nula supervisión por parte de las autoridades; siguen siendo personas que no gozan de derechos como debe de ser. Estos siete mineros que murieron no tenían ni siquiera seguro social.

Hubo una mina hace menos de un año que, no obstante que se lo habían prohibido, metió a trabajar a la gente hasta que murieron dos personas. Y era una mina, no un pozo, y se supone que está mejor pertrechada  y en mejores condiciones.

Los concesionarios de los pozos pasan por alto las condiciones de seguridad, como tener medidores de gas para ver en qué condiciones está la mina y el tener que esparcir el polvo inerte sobre las minas para disminuir la toxicidad. Si lo pasaban por alto los de Pasta de Conchos, imagínate los que trabajan en pozos.

Las condiciones de seguridad de la gente, está probado, son deplorables; trabajan constantemente en riesgo. Hablo de los pozos sobre todo, en los que está muriendo gente constantemente. Cuando mueren siete, ya nos damos cuenta, pero la gente nos decía que recientemente murieron otros dos. Tampoco hablan de los que quedan lisiados y pierden un miembro de su cuerpo; quedan inutilizados para toda su vida. En el caso del penúltimo pozo, era un niño el que estaba manejando el malacate y se quedó sin un brazo.

Es una situación muy inhumana la que viven los mineros del carbón. No hay supervisión de nadie ahí. ¿Cómo que ocho supervisiones? Y todavía están diciendo “es que no tenía salida de emergencia”. Ningún pozo tiene salida de emergencia, tienen sólo una entrada y una salida. El pozo es el modo más barato que tienen los concesionarios del carbón para hacer dinero a costa de vidas humanas, por supuesto, y a costa de daños mucho muy severos. El pozo es un tiro vertical en donde los frentes de trabajo son horizontales, van paralelos al suelo; para que puedan caminar sobre ellos los mineros tienen que estar inclinados, no llegan a un metro de altura, ¡si no son enanitos los que trabajan ahí! Están trabajando en cuclillas con la espalda torcida y moviendo el equipo para tumbar el carbón. Eso les causa daño en su cuerpo de manera irreversible. Es una esclavitud de la edad Media, el de los pozos es el método más prehistórico.

La tragedia de Pasta de Conchos

Pasta de Conchos permanece impune. El tamaño de la tragedia no lo hemos llegado a calcular. Hace unos tres o cuatro años que nosotros estamos convencidos, por las informaciones que hemos ido descubriendo, que la razón por la que la Minera México no ha querido entregar los cuerpos –con la complacencia, complicidad y protección del gobierno federal- es porque a los cinco días dejaron de buscar sobrevivientes. Ahora estamos entendiendo que vamos a ver que los mineros sobrevivientes quedaron esperando el rescate en el lugar más cercano al tiro vertical, que es el único por donde entra aire. Esos son los hábitos de los mineros: cuando hay una explosión de gas grisú o cuando hay un derrumbe, donde ellos tienen esperanza de que lleguen a rescatarlos, se van a la zona donde entra el aire. Entonces, en ese momento ellos empiezan a esperar a que lleguen a rescatarlos.

Después de Pasta de Conchos hubo otro percance de explosión en una mina, pero en esa mina sí pudieron entrar a rescatar a los heridos, a los que sobrevivieron. En este caso, antes de los cinco días –porque nosotros sabemos que suspendieron a la media semana- declararon que ya no se podía rescatar a las personas, que porque estaban arriesgando, que vinieron unos expertos a medir el gas e hicieron barrenos y llegaron hasta el fondo de la mina para medir el aire. ¿Cómo no hicieron esos barrenos para que cupiera un ser humano, para rescatar a los cuerpos? Tenemos el ejemplo de Chile y el reciente de Perú o Ecuador, donde después de muchos días sacaron a los mineros vivos, o como en Chile, después de tres meses. Es una muestra de que cuando se tiene voluntad y se ponen todos los medios y recursos, se puede.

Pero aquí el grupo México no quiso invertir un quinto, e hizo venir a dos empresas para que declararan eso, empresas americanas que declararon que estaban arriesgando vidas para rescatar muertos, y entonces pararon a los tres o cuatro días. De sábado a domingo fue la explosión, y el viernes declararon que ya no iban a buscar, pero la empresa llegó el miércoles. Entonces, prácticamente a los tres o cuatro días ya habían parado para que pudieran hacer los barrenos.

Si esos mineros  estaban con vida esperando a que los rescataran, esos mineros van a estar en grupo, los restos –que son cascos, huesos, los brazaletes de hierro que van a estar pegados a sus huesos, porque después de seis años ponle que la ropa ya no existe- ahí están. Eso indicaría que los dejaron morir. Hicieron este crimen. Hicieron estos barrenos para medir el gas; cuando deciden que ya no van a buscar, los cerraron y sellaron cualquier posibilidad de aire, para que se ahogaran. En otras minas, como en Utah, que no pudieron rescatar porque hubo un derrumbe tremendo, les empezaron a pasar comida a través de barrenos. Esto es una cosa terrible. ¿Por qué crees que no quieren que se descubran los huesos?

El trabajo de las minas del carbón ya lleva más de cien años en esa zona. En un primer accidente donde quedaron como trescientas personas, lograron rescatar como a las dos terceras partes de los cuerpos; desde el primer caso hasta el último, han rescatado a los cuerpos de los mineros. Hubo otro caso, por ahí del año 69, en que había más más de 160 personas trabajando, y todos fueron rescatados.

El caso de Pasta de Conchos es el único donde no se han rescatado los cuerpos, solamente dos que se encontraron porque estaban en la plancha, que es apenas el comienzo. Ya en el túnel propiamente de la mina, ninguno. Cuando estaban a punto de llegar, nos lo dijo públicamente un muchacho llamado Lázaro: “nosotros vimos que ya no había derrumbes, que ya lo que seguía era muy fácil, y ahí ya los ingenieros nos sacaron, pusieron mantas para que no viéramos nada. Entraron dos ingenieros para ver cómo estaban las cosas y uno de ellos salió vomitando”. ¿Qué encontró? Creo que encontró cuerpos.

¿Quiénes son los responsables?

La principal responsabilidad la tienen las autoridades que dan las concesiones. Al dar una concesión a una empresa, tienen que supervisar que los trabajadores estén con todas las garantías y toda la seguridad que necesitan en una mina. Hay requisitos, no sólo a nivel de México sino a nivel internacional, para que trabajen las minas.

En México, la principal autoridad responsable del trabajo es el ejecutivo. Entonces el responsable es el que da la concesión y el que supervisa que las condiciones de trabajo sean las correctas. Esa autoridad es la que tiene que supervisar que las empresas hagan esto.

Después, la empresa que recibe la concesión tiene que cumplir todo aquello a lo que se compromete al recibirla. En el momento en que viene una explosión, a los primeros que se tiene que pedir cuentas es a los encargados de la empresa. Al que tiene la concesión, que tiene autoridades directas: “yo a usted le di la concesión y usted tiene que responderme por eso, y es el primer responsable”. Directamente es el responsable de la mina, pero eso no se dio nada más por casualidad; atrás están todos los que permitieron que se trabajara en esas condiciones. Por supuesto que ahí salen todos implicados.

En cualquier lugar del mundo renuncia un secretario del trabajo ante una cosa de estas; en China echaron al ministro del trabajo. En cualquier lado, lo que hacen es ir a revisar el cumplimiento de responsabilidades de las autoridades, y ellas tienen la obligación de hacer una investigación y los primeros a quienes se debe pedir cuentas es a quienes directamente supervisaban el trabajo ahí.

Si los que supervisan dicen “es que no teníamos los elementos suficientes porque la empresa no los quería dar”, entonces se van sobre el resto y hasta el consejo de administración. La investigación, el detener a la gente y llevarla ante los juzgados es lo que clarifica las cosas. Pero aquí no se hace nada de eso, no hay cultura de eso. Cualquier autoridad del trabajo va para afuera en un país civilizado. Aquí lo que han hecho el secretario y el subsecretario del trabajo, y las autoridades responsables, es proteger a la Minera México.

Las relaciones entre gobierno y concesionarios

Hay una cultura de que en este país se cuida al empresario. Ahí tenemos lo que acaban de hacer con la fábrica La Estrella, aquí en Parras (Coahuila): le dan la quiebra cuando hay una huelga en existencia, y eso no podía pasar, va contra la ley. En Cananea hicieron lo mismo, desbarataron una huelga. En lo que están haciendo con la concesión de los territorios, lo que han hecho con los wixárika, es la empresa, no es el gobierno, la que retira la concesión. Ahora la empresa le da permiso de estar ahí a los wixárika. Mañana se va a acabar el permiso y les va a decir “lárguense de aquí”. Estamos en una cultura de dráculas como funcionarios, tenemos personas irresponsables tajantemente hablando. Hay que hacer las comparaciones porque ahorita estamos en un brete terrible.

Esto que acaba de pasar en la mina del carbón, estos siete muertos, son una luz para ver cómo estamos siendo tratados en otros campos. Ahí está el lavado de dinero que le descubre el Senado al banco HSBC; ya cerraron el caso y la Comisión Bancaria solamente le pone una multa de trescientos y tantos millones de pesos. Y qué, ¿lavar dinero no es un delito? ¿Quiénes son los responsables de ese lavado de dinero? ¿Quiénes son los responsables de estar cerrando los ojos ante unas operaciones que son anormales? ¿Quién tenía que haber checado eso? Nadie, nadie es responsable, nadie es metido en la cárcel. Punto y se acabó. ¿No es un delito ese dinero que va a dar limpiecito a manos del crimen organizado? Son miles de millones de dólares, no esos trescientos y tantos millones. Ese dinero que se ha convertido en asesinatos, en políticos corruptos que lo reciben para dejar pasar y para tener parados todos los juicios en contra de ellos. Ese dinero lleva sangre, no va a ser perseguido, y esas personas no van a ir a la cárcel, se van a quedar en sus puestos o sólo las van a correr para que vayan a otros puestos a seguir haciendo lo mismo.

¿Dónde está la ética, dónde está la moralidad? Así es como se hacen las cosas, en ausencia total de ética y de responsabilidad con la sociedad. Entre ellos se entienden, se cobijan y se cubren. Es una complicidad espantosa la que hay entre los criminales que están en las calles, en los cárteles famosos, y todos estos financieros y estos políticos. Y ¿quiénes son los responsables? Los que están a la cabeza, eso es lo que acaba de decir el Evangelio: no hay pastores, están como ovejas sin pastor. El orden del mundo viene de Dios, según los principios teológicos que nosotros tenemos, y el Libro de la Sabiduría dice con toda claridad que los reyes serán juzgados muy duro porque de ellos dependía que hubiera justicia, que hubiera derecho. Esa es la función de quien gobierna, de garantizar la justicia y el derecho.

Las minas son propiedad de nosotros, de la nación, y nosotros delegamos a unos señores para que ese carbón pueda ser sacado de allí y pueda ser utilizado. Esos que están ahí, la Secretaría de Economía está a nuestro nombre, para administrar nuestro carbón. ¿Cómo vamos a admitir que para que saquen ese carbón haya muerte y haya inseguridad, y se pongan a sacarlo nada más porque a nosotros nos interesa? Lo que queremos los ciudadanos, los que delegamos y le pagamos con nuestros impuestos a los ciudadanos, es que el carbón que se da en concesión a una empresa, se saque con todas las condiciones de seguridad que corresponden, porque no queremos que nuestros hermanos mueran. Principales criminales o autores intelectuales son los que dejan actuar a esas mineras sin ninguna responsabilidad, y luego  están los criminales directos, que son ya quienes operan eso. Es muy fácil encontrar dónde está la responsabilidad.

La responsabilidad de la sociedad

Lo que nos toca es ponernos las pilas como ciudadanos, dejar de ser cómplices en todo este entramaje. Tenemos un ejemplo tan sencillo como el caso de la compra y venta del voto tan tranquila que hacen muchos ciudadanos.

Tenemos que ser sujetos, tenemos que hacer un proceso –quienes trabajamos en las famosas ONG y tenemos las asociaciones de promoción de los derechos humanos- de trabajar para que quienes formamos esta sociedad nos convirtamos en sujetos activos, responsables, que tengamos una formación y una responsabilidad suficiente para no dejar a esa gente en la situación por la que está pasando.

Lo que nos toca es generar un proceso de recuperación del país con finalidades y objetivos muy claros. Creo que tenemos que empezar a responsabilizarnos de nuestro cuerpo jurídico, de dónde están todos los huecos para pedirles cuenta a todos estos de lo que están haciendo; dónde están los amarres para estarse estos protegiendo y perpetuarse de un puesto a otro. Tenemos que poner en orden nuestra Constitución; no convertirla en una Constitución de dictadores, pero sí un orden nacional, y dárselo a conocer al pueblo.

Yo pienso en un Congreso Constituyente alternativo en donde todos tengamos acceso a tener palabra; tenemos que salirnos de nuestros nichos los distintos organismos de los derechos humanos, y generar un consenso nacional en torno a un tema que puede ser eso, un trabajo comunitario responsable donde vayamos generando sujetos y descubriendo a los líderes morales que hay por todos lados en México, y llegar a establecer un orden nuevo social, político y económico en este país, sin necesidad de una revolución, de derramar sangre, sino un proceso de trabajo de cuadros, de conciencia, de articulación.

Esos jóvenes que están recorriendo las calles pueden ayudar muchísimo, pueden ser obreros de justicia, obreros de educación. Los ya viejos tenemos que abrirles a estos muchachos un espacio.

Ese Congreso puede tardar tres o cuatro años, pero al final tendremos rescatados a los líderes morales, tendremos a la fuerza para decirles a todos estos “Fuera”. Todos los partidos políticos, afuera, todos los que están en este momento, afuera, porque aquí tenemos a un pueblo que ha decidido tomar las riendas contra el abuso del poder,  porque eso también está permitido en la Constitución.

Publicado el 30 de julio 2012

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