"No sabemos nada de ellos, no sabemos si viven, o si ya murieron"

Sergio Adrián Castro Bibriesca

Foto: Agencia Subversiones

Falta alguien en nuestra mesa

Soy Rosa Alvarado, vengo a pedir justicia por nuestras personas desaparecidas; mis primas Nitza Paola Alvarado Espinosa y Rocío Irene Alvarado Reyes, y mi hermano José Ángel Alvarado Herrera. Se los llevaron gente del ejército mexicano en el ejido Benito Juárez el 29 de diciembre de 2009. A Nitza y José Ángel los bajaron de la camioneta, luego a Rocío la sacaron de su vivienda mientras dormía y dijeron que estaba arrestada. Ya tiene dos años y cuatro meses sin tener respuesta… la justicia no hace nada.

La Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) ha aceptado la participación de su gente. Nosotros lo que queremos es que nos los entreguen, o que nos digan dónde están. Sabíamos que nuestros familiares estaban en el Batallón de Infantería 35 de Nuevo Casas Grandes, Chihuahua, sin embargo no hemos sabido nada más de ellos. Ellos saben que tenemos nombres de las personas que se los llevaron, y aún así no hacen nada. Nuestro caso ya se encuentra en la Corte Interamericana.

Tenemos todas las denuncias correspondientes; recurrimos al gobierno y sus autoridades, fuimos con Felipe Calderón, dimos todos los pasos que teníamos que dar con la justicia, pero no la hay, ellos no hacen nada.

Hemos tenido que dejar nuestra casa, dejar el país, vivir rentando, hemos recibido amenazas de muerte. Toda mi familia ha sufrido amenazas, 37 miembros de la familia nos hemos desplazado, nos hostigan federales y militares. En momentos vivimos en pobreza extrema, hemos tenido problemas en el trabajo, en la escuela. Siempre tratan de vincular a la familia con el narco, con el robo, cuando nosotros tenemos las manos limpias. Estamos haciendo frente y no tenemos miedo. Esto va a parar hasta que ellos nos entreguen a nuestros familiares.

Venimos a acompañar nuestros dolores, todas las madres que tienen hijos desaparecidos, lo único que queremos es que no haya ni una más, ni uno más.

Hoy es día de la madre, sin embargo no tenemos nada que festejar. En nuestra casa hay un lugar vacío, falta alguien en nuestra mesa, en nuestra cama, dejaron hijos solos, los niños piden que sus papás regresen y la justicia no hace caso de esto.

No queremos ni una mamá más como nosotras

Soy mamá de Pamela Portillo Hernández. Mi hija desapareció en la ciudad de Chihuahua el 25 de julio de 2010. Estoy aquí para exigirle al gobierno que no queremos ni una mamá más como nosotras. Nosotras lloramos por un hijo que fue arrebatado, por la impunidad que hay en nuestro México.

En el caso de mi hija esta involucrada la policía de Chihuahua. Mi hija desapareció en un retén de autos robados, se llevaron a mi hija y dejaron el auto. Ya acudí a la Procuraduría General de la República (PGR), a la Fiscalía, a la policía municipal y del estado y ahora mi caso está en la ONU, ya que se trata de desaparición forzada ya comprobada.

En esos días hubo una guerrilla entre policía del estado y militares. Estuvieron levantándose ambos. Hay un video donde aparece policía del Estado y gente del ejército. No hemos tenido respuestas, me contestan que tal vez mi hija se fue con el militar que también desapareció, que tal vez decidió irse, aun teniendo como prueba un video, hubo testigos militares que dicen que la policía del estado se los llevó.

Marisela Escobedo me habló un día para decirme que ambas habíamos sido amenazadas. Estuve en resguardo por casi mes y medio en un hotel, poco después la asesinaron. Después tuve escolta, pero yo no quería una escolta a mi lado, porque saben dónde estoy y qué es lo que hago.

No me voy a mover, las autoridades me dicen siempre que me vaya de Chihuahua, pero no me voy a ir. Yo sé que mi hija va a aparecer en cualquier momento y no les voy a dar el gusto de irme de Chihuahua. También me han pedido que haga una declaración de ausencia, para que la niña de mi hija pueda obtener beneficios, pero esa declaración de ausencia terminaría con el caso. Acá seguiremos hasta encontrarla, no nos rendiremos.

Soy Lourdes Hernández.

Cuando se fueron los abrazamos y les dijimos que todo estaría bien

Hace un año desapareció mi hijo, Alejandro Castillo, el 21 de marzo de 2011. Vengo a esta marcha para hacerme escuchar. Hasta el momento no hemos tenido ninguna respuesta, y queremos saber dónde están.

Ellos salieron de San Luis de la Paz, Guanajuato, intentaban llegar a los Estados Unidos. Salió un grupo de 22 personas que buscaban trabajar, luchar para poder ayudarnos, debido a la situación económica en la que nos encontramos. Dejamos de tener comunicación con ellos en Tamaulipas.

Ellos iban animados, con ilusión. Mi hijo iba muy contento, ya tenía tiempo que se quería ir, pero no lo permitía su corta edad, él tenía 18 años. Se reunió con sus compañeros para juntar dinero y partir. Cuando ellos se fueron no les mostramos angustia, aunque estábamos preocupadas, los abrazamos y les dijimos que todo iba a estar bien.

Soy Julia Ramírez y hasta el momento no tenemos respuesta por parte de las autoridades, nos dicen que regresemos en 15 días y nunca se sabe nada, no están buscando. La gente no puede perderse nada más porque si, quiero saber qué pasó.

Quiero encontrar a mi familia

Perdí a mi hijo, a mi esposo y a mi cuñado. Ellos desaparecieron en el estado de Zacatecas y hasta la fecha no sabemos de ellos. Quisiera que me ayudaran a buscarlos. El nombre de mi hijo es Juan Cordero Valdivia, el de mi esposo es José Cordero Anguiano y mi cuñado es Ernesto Cordero Anguiano.

Ellos iban de cacería, allí los detuvo un retén de la policía municipal y ellos se los entregaron a una organización criminal. Policía del pueblo de Joaquín Amaro, ellos los entregaron. Mi familia iba en un grupo de diez personas, en la detención participaron nueve policías, siete de ellos del municipio de El Plateado de Joaquín Amaro. Los bajaron de su vehículo y los llevaron a la cárcel municipal, supuestamente para confirmar la autenticidad de sus permisos de portación de armas; ahí fueron golpeados y les robaron celulares, documentos personales y las armas. Ellos soltaron a dos personas, entre ellos un menor de edad, y un adulto que se escapó declaró que fueron los policías quienes entregaron a nuestros familiares a los Zetas.

Seis horas más tarde, los policías llevaron a nuestra familia a una gasolinería cerca de la capital en Zacatecas, donde llegaron varias camionetas en las que viajaban unos 20 hombres armados, vestidos de negro y encapuchados. Se los entregaron.

Me llamo Lourdes Valdivia. Las autoridades no nos resuelven nada y no dicen nada en concreto. Quiero encontrar a mi familia.

No sabemos nada de ellos, no sabemos si viven, o si ya murieron

Soy María Luisa Valdez, vengo en busca de mi hijo Mario Alberto Bustamante y mi cuñado Juan Bustamante Morales. Ellos desaparecieron el día 9 de abril de 2010 en el puerto de Veracruz. Sabemos que fueron detenidos por policías municipales y después se los pasaron a los federales y ellos se los llevaron detenidos a Cuernavaca, después los trasladaron a la SIEDO. Ahí fuimos a buscarlos y nos dijeron que no había nadie, nosotros insistimos. Hasta hoy no tenemos respuesta.

Nos han dicho que eran delincuentes, que andaban en malos pasos, ellos eran personas de bien. Mi hijo era su primera vez que salía, tenía 19 años. Juan trabajaba de herrero, decían los policías que lo habían detenido por portar armas y droga.

Nos han amenazado por todos lados, en las escuelas, por teléfono. Nos han pedido que nos vayamos de Juárez. No sabemos nada de ellos, no sabemos si viven, o si ya murieron, no sabemos nada.

Los teléfonos de las autoridades se vuelven mudos

Soy Araceli, vengo a buscar a mis hijos, Carlos y Ricardo Peña Mejía. Somos de Guasave en Sinaloa. Mis hijos trabajaban en las telecomunicaciones y habían ido a trabajar a Nuevo Laredo en Tamaulipas. Tenían 10 días allí. La noche del 19 de junio de 2009, Carlos hablaba por teléfono con su hijo de cuatro años, le contaba un cuento. Su voz dejó de escucharse. Mi papá ya no me habla, dijo el niño.

Hemos trabajado mucho para encontrarlos, recorriendo el país, sin embargo, todo sigue igual, el gobierno no tiene nada. Los teléfonos de las autoridades se vuelven mudos, y cuando llegas a contactarlos dicen que no pueden atender, que se fueron de comisión.

Dicen testigos que una noche antes de la desaparición llegaron algunos uniformados, y llegaron a preguntar sobre el trabajo que mis hijos estaban haciendo. El día que desaparecieron, mi otro hijo hablaba con mi nuera Guadalupe, él le dijo que tenía que colgar, que debían guardar el equipo, ella tuvo un mal presentimiento y trató de comunicarse enseguida pero nada. Su trabajo iba a ser de seis meses allá.

Mis hijos no tenían nada que llamara la atención, eran asalariados, no sé por qué pasó esto. Hasta el momento no hemos recibido presión o amenazas, sin embargo ahora que estamos dentro del movimiento podría comenzar a gestarse algo en contra de nosotras, pero al fin y al cabo, qué más nos puede pasar, mientras algo me pase no hay problema, pero que ya no les ocurra nada a mis demás hijos. Si yo aquí pierdo con mis hijos, pues ni modo.

Ya no tengo miedo, yo tengo que seguir

Mi hijo es Melchor Flores Hernández, conocido como «El Vaquero Galáctico» debido al disfraz que utilizaba al desempeñarse como estatua viviente, desapareció el 3 de marzo del 2009, después de haber salido de su domicilio, él trabajaba en Monterrey.

Mi hijo quería actuar, a él le gustaba la actuación, con su personaje del Vaquero Galáctico recorrió el país, estuvo en el Festival Cervantino, llegó a Monterrey a participar en el Fórum Universal de las Culturas Monterrey. Él nos hablaba dos veces por semana, y el 19 de enero de 2009 fue detenido “legalmente” por última vez por trabajar en la vía pública, trabajaba en la Macroplaza.

A partir de que desapareció a manos de la policía estatal, iba diario a la Procuraduría esperando noticias y así pasó el tiempo. En una ocasión que fui, tenía cita con la gente del gobierno, y con un simple “usted disculpe” se acabó la reunión. Eso es una burla, es una humillación, eso es no tener madre.

Conocí a Javier Sicilia por la televisión, decidí alzar la voz y unirme. En la familia no hemos parado, sigo y seguiré en la lucha. El amor por nuestros hijos es más grande que el miedo. El movimiento nos fortalece, nos abrazos, lloramos, seguimos tomados de la mano, sentimos que somos más fuertes. Seremos felices el día que encontremos a uno de nuestros hijos.

En mi caso ya no tengo miedo, yo tengo que seguir. Tengo que seguir porque te están enterrando en vida, te matan en vida. En mi casa hay una madre que se consume día a día, y le digo, quédate en la casa, yo iré. Soy Melchor Flores y he caminado prácticamente todo el país. He ido a la reunión con Calderón, por cierto, él no merece que le llamen presidente, él empeñó su palabra y falló, no cumplió. Las autoridades son parte, sino lo fueran, ya habrían solucionado el problema.

Quiero recordar a mi amigo y hermano, Nepomuceno Moreno Valle, “Nepo”. Él fue mi compañero de marcha, de caravanas, del dolor, a los dos nos movía el amor por un hijo, él hizo a un lado el miedo y las amenazas para emprender esta lucha, sólo por el amor a nuestros hijos. Estuve con él diez días antes de su muerte, él me dijo que lo iban a matar, que ya lo habían amenazado y él me encargó algo: que no paráramos, que su muerte no quedara impune, que siguiéramos en esta lucha y que siguiéramos en la búsqueda de nuestros hijos. Fue un gran hombre, un gran amigo, un gran activista, defensor de los derechos humanos, un gran compañero, un gran ser humano.

A donde quiera que estés, Nepo, quiero que sepas que en el movimiento dejaste un espacio, un hueco que no hemos llenado y no se llenará, un espacio que tú te ganaste, Nepo.

Publicado el 14 de mayo 2012

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