La Villa de San Antonio, una víctima más de la hidroléctrica Belo Monte

Texto de Ruy Sposati para Xingu Vivo Fotos: João Zinclar Traducción: Miriela Fernández

Pará, Brasil. A un costado de la principal hilera de construcción de la hidroeléctrica de Belo Monte está una comunidad rural llamada Villa de San Antonio. Ésta se encuentra, o se encontraba, situada en el municipio Victoria del Xingu, en las márgenes de la Vía Transamazónica, en el kilómetro 50, en el trecho entre Altamira y Anapú.

«Acabaron con todos nuestros lazos familiares y con nuestros lazos comunitarios. Están todos yéndose y nadie sabe para dónde», cuenta el pescador Élio Alves da Silva, mientras vende, a los pocos habitantes que todavía quedan en la Villa, los pescados que durante la mañana atrapó”.

Élio es el único portavoz de una de las mayores injusticias cometidas hasta entonces por Norte Energia1: la expropiación forzada de cerca de 25 propiedades de la comunidad, cuya asociación de habitantes él preside.

«Las indemnizaciones varían entre nueve mil y 60 mil reales», cuenta Élio. Cuando recibió la propuesta de expropiación, el pescador dijo al ingeniero: «¡muchacho, eso es muy poco dinero!».El funcionario respondió irónico: «¡mejor un pájaro en la mano que dos volando!».

Los habitantes de San Antonio viven una situación singular en relación con los colonos y ribereños: no poseen grandes extensiones de tierra o plantaciones que puedan garantizar indemnizaciones justas. «Quien no es pescador, vive de servicio, trabajando en haciendas que también fueron estatizadas, o trabajando en Anapu». Ellos tampoco poseen documentación de títulos de propiedad del área.

«No teníamos los documentos de la tierra. Estamos aquí desde hace más de 40 años, pero nunca nadie pasó la propiedad para nosotros. Sólo tenemos el derecho de posesión. Por eso pensaron que podían estatizar facilito así…Yo vivo aquí hace 32 años y nunca conseguí un documento de nada. Nunca nadie vino aquí a registrar: ni la prefectura, ni el gobierno del Estado… nadie. También, a lo largo de la vida, la gente se acomodó, se quedó tranquila. Nosotros no sabíamos que venía una cosa de estas (la fábrica) ¡nunca! Porque nadie quiere la tierra para venderla, ¡la gente la quiere para vivir!», se lamenta.

Y era justamente por cuenta de esta peculiaridad que había un consenso entre casi todos los habitantes de la Villa: “era preferible el reasentamiento a las indemnizaciones, porque todos ya esperaban que estas últimas serían bajas. Ocurre ahora que el reasentamiento no existió y nunca va a existir», denuncia Élio.

«Cuando la gente hizo el registro, todo el mundo quería casa en la nueva Villa; pero cuando vieron las propuestas, para casi todo el mundo vino escrito: ´usted no tiene opción´. Aquí había 252 propiedades. Ellos hablan de 245, pero son 252. Y de esas, sólo 26 tuvieron derecho a las tres opciones».

Élio se refiere a las tres opciones que la Ley exige: que la compañía ofrezca a los afectados el reasentamiento en una nueva Villa, la indemnización o la carta de crédito para comprar un nuevo terreno.

Élio cuenta que la comunidad ya había escogido una tierra, entre cuatro opciones que la Norte Energia les había ofrecido. «La gente quería un área con acceso a la carretera y al río».

«Ahí ellos iban a hacer una votación para validar», explica. «De las 200 y pocas familias, sólo las 26 que tenían derecho a las tres opciones eran quienes podrían dar el voto. Ocurre que para empeorar, el día de la elección sólo 16 de los 26 iban a votar, porque las otras casas ya habían recibido la indemnización…».

«Un montón de gente ya no tenía derecho a ir para la Villa nueva, y de las pocas que sobraban, cada día que pasaba, más gente aceptaba la indemnización, por miedo a quedarse sin nada. Ahí entró en la historia el Prefecto (Viceprefecto de Victoria del Xingu), que quería vender un área de él en esa situación…Ahí el aprovechó el día de la votación – en que, inclusive, yo no estaba en la Villa- y dijo a todo el mundo: «miren, si ustedes escogen mi tierra, yo voy a ayudarlos”. Eso dividió todavía más a la comunidad.

«Algunos funcionarios del prefecto, de fuera del San Antonio, vinieron para acá, fueron de casa en casa, en el día de la elección de la tierra, a hacer propaganda de la tierra del prefecto. Algunas personas creyeron en las promesas y acabaron consagrados a esa tierra. Los abogados de la Norte Energia ya estaban con la documentación lista. Al final, sólo sobraron la propiedad mía y cuatro más que tenían el derecho a ir para la nueva Villa. Y yo dije que no iba porque había escogido otra tierra, y no esa del Prefecto».

«Yo sé que no habrá ninguna Villa. Lo que ellos deben hacer es comprar tierra para hacer una especie de Villa industrial, es un conjunto de casas para quien viene con la familia a trabajar en la obra. ¿Ellos van a construir una Villa para colocar a cinco familias?”

«Y es porque ellos nos envolvieron el año entero para que cada uno andara a su destino…Hay gente para más allá de Altamira, Anapu, Amapá, Maranhao, Tucuruí, Novo Repartimento, Porto Velho…»

Utilidad Pública

Al final de diciembre, la Norte Energia comenzó a apoderarse de la Villa. Contrató un servicio de demolición y comenzó por abajo, una a una, las casas abandonadas, apoyándase en una Declaración de Utilidad Pública divulgada por la Agencia Nacional de Energía Eléctrica (ANEEL), que ordenó las estatizaciones sumarias. «Todos los días aquí se derrumban dos o tres casas. Nosotros sólo estamos recibiendo una miseria. Un japonés, dueño de la empresa que vino a demoler las casas, cada vez que derrumba una de ellas, gana más que mi indemnización», cuenta Élio.

Una de las mayores brutalidades en este proceso fue la confiscación del pequeño cementerio de la Villa. Una enorme placa anuncia que «queda expresamente prohibido cualquier entierro en él».

Al lado de cada tumba, la empresa colocó una estaca tomando «posesión» sobre las sepulturas. «Cerraron el cementerio. Si muere alguien tenemos que llamar para Norte Energia, hallarlos, sabe allá donde, para que ellos lleven el cuerpo, no se sabe dónde, para después reubicar- lo que no va a acontecer porque no compraron área alguna. Y así mismo, viendo la destrucción de San Antonio, continúo aquí. No quería ver eso, pero yo no tengo otra opción», dice el Presidente de la asociación de la Villa.

«De aquí salió mi nieto que, ahora con 17 años, juega futbol en Italia, en Torino. Nacido y criado aquí. También de aquí salió una hermana, hija de Walci, que se convirtió en monja en Santa Catarina», cuenta. Son sus últimas memorias de una historia que se apaga en los destrozos de casas y vidas de San Antonio.

1 El consorcio Norte Energia es un grupo formado por diversas empresas involucradas en la construcción de la Planta Hidroeléctrica de Belo Monte; 20 por ciento de este consorcio lo posee Norte Energia y 14.99 por ciento más Eletrobras, ambas, compañías eléctricas estatales (Nota del editor).

Publicado el 12 de Marzo de 2012

Este material periodístico es de libre acceso y reproducción. No está financiado por Nestlé ni por Monsanto. Desinformémonos no depende de ellas ni de otras como ellas, pero si de ti. Apoya el periodismo independiente. Es tuyo.

Otras noticias de Brasil   Reportajes  

Dejar una Respuesta