“Estoy aquí porque no tengo a dónde ir”

Murphy Woodhouse Traducción: Stephanie Salas Cassani

Foto: Nuestramirada.org

Nogales, Sonora. “Cuando me capturaron, ellos dijeron que no tenían dinero para mi boleto de autobús. Yo no tengo dinero. ¿Cómo puedo volver a casa? La migra me golpeó, los hijos de puta me golpearon. He visto a mujeres ser golpeadas. ¿Qué puede uno hacer? Te matarían y te dejarían en el desierto.

“Podía ver ya la frontera cuando fui capturado, ya regresando de los Estados Unidos. Supongo que lograré volver a casa de alguna manera, con mi hija enferma.

“Cuando venía hacia el norte en el tren, por Veracruz, vi a un hombre caer entre los autos y vi la sangre manchar la autopista. El tren aceleró. Vi a un hombre caer y perder su brazo, cortado limpiamente. El tren aceleró. Nos encontrábamos en la selva cuando camiones de los Zetas repentinamente aparecieron y detuvieron el tren. Me preocupaba que me cortaran las orejas. Yo había oído hablar de las narcofosas. Vivimos de monos y serpientes durante cinco días, perdidos en el húmedo calor. Usted es la primera persona que me ha preguntado sobre mi experiencia.

“Me dijeron que había trabajo en la frontera y fui por mi familia. Señalaron unas bolsas inmensas de mota y nos dijeron que empezáramos a caminar. ¿Cómo se puede decir que no? Pesaban 80 libras, sentía cómo mi columna se encorvaba con cada paso, cada día. Vivimos de cactus en el desierto durante tres días después de que la comida y el agua se agotaran. Un camión se reunió con nosotros en el desierto y se llevó las bolsas. Después nos dejó solos en el desierto, y nos quedamos solos con el desierto. Los faros del camión flotaban, y parecía que nunca desaparecerían por completo. El desierto es frío por la noche y es difícil imaginar que termina. No puedo decir si todos sobrevivieron. Hubo tres que se quedaron atrás. No puedo decir si están vivos.

“Viví en los Estados Unidos durante 15 años. Estuve trabajando, ganando 600 dólares a la semana. Tengo un hermano en Tijuana, pero no tengo su número. No hablamos de todos modos. No conozco a nadie aquí en Nogales. No tengo a dónde ir, no puedo quedarme aquí y no tengo dinero. No tengo a nadie para llamar porque todos mis números están en mi teléfono, que se encuentra en Phoenix. También allí se encuentra mi novia que se olvidó de mí. Es lo mejor, olvidarse de los deportados.

“Pasamos días en la casa de seguridad haciendo rendir el puñado de tortillas que nos dieron, rompiéndolas en pequeños trozos y masticándolas mientras pudimos. Me golpearon cuando traté de abrir la ventana. El calor era insoportable.

“Quiero construir una casa para mis hijos. ¿Sabes lo que es no tener una casa propia, vivir con tus suegros y padres? Quiero pagar la cirugía de mi hija. Tiene un tumor que no la deja caminar normalmente. Quiero que mis hijos estén sanos. Quiero irme a casa. Ya he tenido suficiente de esta aventura.

“Tú regresarás a Estados Unidos esta noche ¿no? Me pregunto cómo es eso. Debe ser muy bonito poder ir cualquier parte.

“Me iré de aquí pronto, por supuesto. Querré volver, y nunca volveré otra vez. Iré a cualquier lado. Voy a ser arrastrado, empujado a casa, y lejos de casa, al otro lado de la frontera. Allí querré quedarme, y querré irme. Voy a extrañar y a no reconocer mi casa, extrañar y no reconocer a mis hijos. No sé si aún tengo hijos o esposa a quienes extrañar. No sé si mis hijos saben dónde estoy o cómo extrañarme. O si saben qué clase de hombre soy. No sé si me conocen bien y saben que estoy intentándolo. O si me van a perdonar o no por todo lo que he hecho, lo que no he podido hacer, y lo que tendré que hacer.

“Voy a despertar aquí en Nogales mañana y nada será seguro”.

Publicado el 01 de Septiembre de 2011

Este material periodístico es de libre acceso y reproducción. No está financiado por Nestlé ni por Monsanto. Desinformémonos no depende de ellas ni de otras como ellas, pero si de ti. Apoya el periodismo independiente. Es tuyo.

Otras noticias de  Num. Anterior   Geografía   méxico   Reportajes  

Dejar una Respuesta