Caos y organización social – Parte V

Gloria Muñoz Ramírez, Joana Moncau, Marcela Salas Cassani y Sergio Castro Bibriesca

Solidaridad con los migrantes violentados en México
Sergio Castro Bibriesca

El padre Alejandro Solalinde, responsable del albergue «Hermanos en el camino», de Ciudad Ixtepec, Oaxaca, defensor incansable de los derechos de los migrantes centro y sudamericanos en su paso por México hacia Estados Unidos, denuncia que “desde Chiapas hasta Tamaulipas existe una cadena de corrupción que incluye a autoridades federales, como el Instituto Nacional de Migración (INM), corporaciones policíacas federales, estatales y locales, así como agentes del Ministerio Público. Todos, de alguna forma u otra, aliados a bandas delincuenciales que violentan a los migrantes”. Por todo esto, acusa, “México se ha convertido en un cementerio de migrantes”.

En entrevista telefónica, el sacerdote de 65 años que ha sido amenazado de muerte por sus denuncias en defensa de los migrantes, advierte que el problema mayor es la omisión: “Cuando uno ve desvalido al otro, lo ignora, o en ciertas ocasiones se aprovecha de la situación y se abusa…”

La violencia a los migrantes de Centro y Sudamérica en México no es nueva, pero tomó mayor relevancia a partir de que en agosto del 2010 la Secretaría de Marina informó que encontró los cadáveres de 72 personas (58 hombres y 14 mujeres) en un rancho cercano a la población de San Fernando, en el estado de Tamaulipas. Todos eran migrantes asesinados aparentemente por la delincuencia organizada. Los cuerpos estaban apilados y a la intemperie y se presume que los autores fueron pistoleros del grupo delictivo de Los Zetas.

La extorsión a los migrantes se ha convertido en un modus operandi de las diferentes mafias en México. Uno de los casos documentados por la CNDH relata el caso de una mujer salvadoreña que fue testigo de la muerte de su compañera de viaje. Las dos mujeres salieron de su país rumbo a Estados Unidos y en Tierra Blanca, Veracruz, fueron secuestradas en las vías del tren por dos hombres armados, quienes las trasladaron a una casa de seguridad. Les robaron sus pertenencias y dinero, las amarraron y amordazaron. La salvadoreña relató que a ella la violaron y a su compañera la mataron.

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