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México. La actual violencia en México se manifiesta de diferentes maneras. Si bien no empezó con la actual guerra contra el narcotráfico, muchas de sus expresiones se han exacerbado en el contexto de la crisis de seguridad. Asaltos, extorsión y asesinatos de migrantes centro y sudamericanos, femicidios, juvenicidios, militarización y represión política, asesinatos y desapariciones de periodistas, además de las muertes vinculadas directamente a la famosa guerra impuesta por Felipe Calderón, que hasta el momento ha cobrado la vida de más de 34 mil personas, forman parte de un panorama con muchas aristas.
En los meses recientes se han incrementado las manifestaciones de la sociedad civil para exigirle a Calderón que cese su estrategia y que regresen los militares a los cuarteles; además del fin de las políticas discriminatorias que posibilitan el feminicidio y el juvenicidio, entre otras violaciones. Caravanas de apoyo a migrantes, ayunos por los jóvenes asesinados, marchas y foros de reflexión contra el feminicidio en México y otras partes del mundo, protestas de los periodistas y una clara auto organización de los pueblos indígenas, son parte de las respuestas que surgen desde abajo. No se trata de no tener miedo, coinciden todos, sino de no callarse, gritar y organizarse, con todo y miedo.
El siguiente reportaje de Desinformémonos ofrece una mirada a estas expresiones del caos que se vive en México, cada una con sus especificidades y sus respectivas reacciones sociales, pero todas enmarcadas en una ola de violencia dirigida a blancos específicos que poco o nada tienen que ver con el crimen organizado.
Este reportaje se realizó con las voces y participaciones del general brigadier y doctor José Francisco Gallardo; de la investigadora y directora del Programa de las Américas, Laura Carlsen; de Eduardo del Río, Rius, caricaturista político e impulsor de la campaña No más Sangre; las activistas contra el feminicidio Andrea Medina, de la red Mesa de Mujeres de Ciudad Juárez; Darla Ávila, del colectivo Mujeres Libres en Resistencia, y Thais, del colectivo feminista «Ali somos todas», y Nadia Ramos, activista originaria de Ciudad Juárez; padre Alejandro Solalinde, responsable del albergue «Hermanos en el camino», de Ciudad Ixtepec, Oaxaca; Marta Sánchez, del Movimiento Migrante Mesoamericano, y Elvira Arellano, coordinadora de la organización Familias Latinas Unidas; así como de Julián Contreras, miembro del Frente Plural Ciudadano de Ciudad Juárez; del director del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, Abel Barrera; y luchadores indígenas de Ostula, Michoacán, de la Policía Comunitaria de Guerrero y de la Ucizoni, de Oaxaca; además del vicepresidente de la Federación Latinoamericana de Periodistas, Teodoro Rentería.
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Publicado el 01 de Febrero de 2011
El caos y la violencia: en México, como hace treinta años en Perú, la violencia ha adquirido rasgos de genocidio, con una expresión de odio preciso hacia los sectores más desprotegidos de la sociedad, las mujeres, las y los jóvenes, las y los pueblos originarios. En un principio de disfrazó de violencia callejera, se le dio nombres altisonantes y moralistas, luego se habló de guerra al narcotráfico, en realidad es una violencia política que se le salió de las manos al estado y que tiene como fin la aniquilación de la voz popular, rebelde, justiciera de los sectores más críticos del pueblos mexicano, precisamente las feministas, los y las estudiantes y las comunidades indígenas. Deberíamos estudiar con más atención la historia latinoamericana para ver cómo lo que está sucediendo en México acaba de suceder en Guatemala y Perú, en las décadas de 1980-2000. ¿Tendrá que ver con la venta de armas, con el neoliberalismo, con el genocidio? ¿A qué responde esta violencia que tiene múltiple excusas para desbordarse (terrorismo, comunismo, narcotráfico, a final de cuenta no son sino excusas para dar mano libre a los represores de estado)?