Italia. La Europa contemporánea se está volviendo un complejo territorio metropolitano en el que la producción inmaterial es central. En esta condición, la producción artística, después de la crisis de sentido del arte contemporáneo en las últimas décadas del siglo XX, está recobrando una centralidad nueva en la llamada “knowledge society”, la sociedad del conocimiento. Este nuevo interés del capitalismo para el arte, lleva consigo inevitables efectos de dominación y de manipulación de los espacios y sujetos creativos, y mientras las ciudades reafirman la importancia de su producción cultural, las clases populares y las culturas callejeras son expulsadas de los centros históricos y bandidos por las nuevas leyes cívicas que reafirman una visión cerrada del orden público.

En los primeros años del presente siglo en Barcelona, ciudad callejera y creativa por excelencia, se emprendió este camino de explotación, por el capitalismo avanzado, de la creatividad colectiva; y al mismo tiempo operó el control policiaco de las manifestaciones culturales y sociales espontáneas. La Ley Cívica de Barcelona de 2006 produjo un efecto de inspiración para decenas y luego cientos de administraciones municipales en Europa. Así nos dimos cuenta que en plena crisis económica y medioambiental, para los alcaldes y magistrados de las metrópolis europeas, el músico en la calle, o el vagabundo pidiendo limosna con su gatito en la banca de un parque, se habían convertido en un problema.